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Los elementos terrestres

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Los elementos terrestres
Eunice Odio
Editorial Costa Rica
San José de Costa Rica, 2013

Eunice Odio Boix y Grave Peralta (San José de Costa Rica, 1922-Ciudad de México, 1974) hoy es quizá una poeta, ensayista y narradora costarricense poco recordada. Sin embargo en su juventud, cada aparición suya causaba revuelo. Su belleza era muy conocida y fueron muchos los que buscaban pretenderla. Entre aquellos hombres se encontró el gran poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas, quien escribió un poema entrañable en el que planteaba la dificultad de escribir sobre la belleza describiendo al mismo tiempo a Eunice Odio: “He tratado de decir como eres; / de ponerte de nuevo delante de mí / oh muchacha desnuda! forma! perfección! Porque aunque a menudo te vimos / apenas nos percatamos de ti. / Hablamos mucho de tu gracia porque eso distraía / pero ¡qué poco sospechamos bajo el cariño de la piel / y entre el ir y venir de tu sangre atareada!”

Sin embargo, no es de la belleza ni de los encantos de Eunice Odio sino de su poesía de lo que quiero hablar. Salvo algunos poemas sueltos no conocía prácticamente su obra poética. Había leído también, hace años, el cuento El rastro de la mariposa publicado en México por la editorial Finisterre y dedicado al pintor Rodolfo Zanabria, con quien vivió por desgracia, a pesar del talento de ambos, un tormentoso matrimonio. Leyendo ahora esta reciente reedición de Los elementos terrestres puedo darme cuenta del delicado trabajo con que Odio escribió sus poemas. Desde 1945 empezó a publicarlos y en 1947 recibió el Premio Centroamericano de poesía por este mismo libro.

Los elementos terrestres contienen ocho poemas de extensión variada. El proyecto tiene cierto carácter dramático, pues se desenvuelve a partir de tres voces ¾la del amante, la del amado, y la de la poeta¾ que dialogan sutilmente. Este recurso recuerda por supuesto “El cantar de los cantares” de la Biblia y “El cántico espiritual” de San Juan de la Cruz. Y al igual que las líneas de estos famosos poemas los versos de Eunice Odio reiteradas veces conducen una fuerte energía que entra en tensión por su sugerente erotismo: “Tu sexo matinal / en que descansa el borde del mundo / y se dilata”.

Esta reedición de Los elementos terrestres pone en circulación una poesía que hoy resulta urgente por su espíritu abarcador y por su hondura.

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