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Dino Saluzzi en mi corazón

Hace poco alguien me preguntó qué le recomendara a un músico argentino y sin dudarlo respondí: Dino Saluzzi. Y me preguntaron: “¿por qué?”. “No hay nada tan simple y estimulante al mismo tiempo como el disco Kultrum”, respondí. Luego de eso nos sentamos y lo escuchamos en Spotify. Hoy las cosas son así. La grabación es de 1983, así que está cumpliendo quince años.

¿Qué hace singular la música de Saluzzi? En primer lugar que él mismo la interpreta. La conoce como nadie, y en ese sentido pertenece a la tradición de compositores como Bach y Mozart. Muchos dirán, bueno, pero su música está más cerca del folklore que de la alta cultura. Pero hay que decir que esa distinción hoy ya no tiene importancia y, por otro lado, lo que hace Saluzzi no tiene en realidad ninguna clasificación. Y qué mejor. Sus colaboraciones con jazzistas como Charly Haden o Di Meola o con violonchelistas como Anja Lechner dan prueba de lo amplio, de la enorme apertura en que esta música puede caber.

Pero me centro en Kultrum. Un disco discreto, minimalista y brutal al mismo tiempo. Melodías sencillas que explotan y se aquietan. Registros que evocan el tango, pero también cierto primitivismo, lo que también apunta, como la influencia africana en “Las señoritas de Avignon” de Picasso, un toque vanguardista. De pronto en momentos inesperados emerge un tarareo, una voz que se expone pero que no dice palabras. Es canción en el sentido más pleno que se pueda pensar. Pero también es balbuceo, regocijo, pasión.

Saluzzi logra fusionar una enorme cantidad de filones y hacer una música que consigue ciertos rasgos religiosos sin pertenecer a ninguna secta. ¿Y qué es lo que suena?: un tremendo bandoneón, unas flautas, percusiones, apenas una voz. El silencio es realmente importante en esta música. La atraviesa dándole vuelo, resolución. Y pienso en Henri Michaux: “El lobo que comprende al cordero está perdido, morirá de hambre y no habrá comprendido al cordero, despreciará al lobo e ignorará casi todo sobre su propia naturaleza.”

No hay nada más preciso para describir la música de Kultrum. Hay una sabiduría que es por lo mismo dulce y delicada. Porque quien sabe no impone, enseña, desliza. Y aunque las comparaciones son malas algo parecido sucede también con la música de Frank Zappa. Son vinos de la misma cepa. Hay también en las piezas del norteamericano hallazgo, dinamismo, euforia, humor, nostalgia y sobretodo sabiduría.

Pero qué enseña la música de Saluzzi, ahora a sus 83 años: que la libertad existe, que es posible y, que nacer en una provincia no, nunca lo ha sido, es un impedimento para cambiar el orden de las cosas. La liebre como la poesía brinca por cualquier lado. Kultrum y la música de Saluzzi están ahí a la espera de todos los escuchas que merecen su regalo, su “sangre y amor”, como el mismo Dino Saluzzi dice.

 

 

 

 

 

 

 

 

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