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Un happening montado: Entrevista a Erland Josephson y Liv Ullman

 Entrevista por: Kevin Lewis  |  Traducción del inglés: Ricardo Cázares

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Existen incontables libros y monografías sobre Ingmar Bergman, pero se ha escrito muy poco sobre la relación entre Bergman, Erland Josephson y Liv Ullmann. Se podría hacer una película basada en la relación entre estos tres artistas. Ya que esta es una de las relaciones más largas y complejas en la historia del cine –Josephson estuvo con Bergman desde sus inicios y Ullmann es su alter ego– es apropiado que Saraband (2003), una secuela a Escenas de un matrimonio (1973) que retrata la reunión de la pareja que estuvo casada hace treinta años, sea la última cinta del sueco. (Al igual que la primera película, ésta se produjo para la televisión sueca).

Scener ur ett äktenskap

A lo largo de su carrera de sesenta años, Bergman ha presentado una amplia gama de mujeres en sus películas y obras de teatro. Bibi y Harriet Andersson, Eva Dahlbeck, Ingrid Thulin y Gunnel Lindblom han hecho muchas cintas sin Bergman, pero siempre serán identificadas con su trabajo. De igual forma, aunque Liv Ullmann posee una identidad artística propia dada su carrera fílmica y teatral en los Estados Unidos, quizá se le conozca mejor por haber protagonizado algunas de las películas más complejas e intelectualmente desafiantes de Bergman: Persona (1966), La hora del lobo (1968), La vergüenza (1968), La pasión de Anna (1969), Escenas de un matrimonio, Cara a cara (1976), y Sonata de otoño (1978). Bergman y Ullmann tienen una hija, Linn Ullmann, quien ahora es una novelista y periodista de treinta y nueve años de edad.

Ullmann ha escrito extensamente acerca de su relación artística y personal con Bergman en sus memorias Cambiando (1977). Aunque se separaron en 1970, después de vivir durante cinco años en la isla de Faro, han mantenido una prolífica relación artística basada en una profunda amistad. Ullmann ha recibido muchos premios en representación de Bergman en diversos festivales y entregas de premios, y más notablemente el premio Irving Thalberg en los premios de la Academia en 1971.

Josephson y Bergman se conocen desde hace más de sesenta y cinco años. Josephson ha actuado en muchas obras de teatro y películas dirigidas por Bergman, como En el umbral de la vida (1958), El ojo del diablo (1960), ¡Esas mujeres! (1964), La hora del lobo, La pasión de Anna, Sonata de otoño, y Después del ensayo (1983). Ha sido dirigido por Ullmann en guiones de Bergman (Infiel, 2000), y ha escrito guiones cinematográficos con éste último con el nombre de Buntel Eriksson. Josephson también dirigió una película con el cine-fotógrafo de Bergman, Sven Nykvist.

 

(Tomada de la revista Cineaste, verano 2005.)

 

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Su relación laboral con Bergman es la más larga que conozca entre un actor y un director de cine. Usted debutó en Llueve sobre nuestro amor (1946), como el clérigo en la oficina del vicario.

 

Erland Josephson: Sí, pero fue un papel muy pequeño. Mi primer papel importante fue en El rostro (1958). Ese sí fue un papel. En ese momento yo estaba más interesado en el teatro y no creía tener talento para el cine, pero lo tengo. Cambié de opinión (dice entre risas).

 

¿Cómo discutió con Bergman sobre su personaje en Saraband, que es el mismo personaje que interpretó en Escenas de un matrimonio, treinta años más tarde?

 

ER: Me sorprendió que me mostrara como un tipo tan ruin. En la película parezco ser verdaderamente malo, pero no lo sentí así cuando leí el guión. Sentí compasión por el personaje.

 

Las neurosis de Bergman alimentan su trabajo. ¿Cree que él preferiría ser como Liv o como usted?

 

ER: ¡No! He trabajado con ambos en teatro, cine y televisión. Cuando actué en las películas de Bergman casi siempre personifiqué a un intelectual con problemas sexuales. Después trabajé fuera de Suecia durante varios años. Cuando volví, Bergman tenía otra imagen de mí debido a las otras cintas en que había actuado. [En especial El sacrificio (1985), de Andrei Tarkovsky] Entonces me adapté más al lado “mágico” del carácter de Bergman en películas como En presencia de un payaso (1997). Así que ya no puedo quejarme sobre los papeles.

 

¿Cuál de sus cintas con Bergman disfrutó más?

 

ER: Disfruté mucho hacer Después del ensayo. Pero también me encantó hacer Fanny y Alexander. Ese fue un muy lindo período en mi vida.

 

Señora Ullmann, Erland Josephson considera que Bergman le dio papeles de intelectual acabado. ¿Considera que a usted la encasilló del mismo modo?

 

Liv Ullmann: Sí, creo que me dio el papel de Ingmar Bergman. Excepto en Escenas de un matrimonio. Cuando empecé a trabajar en Persona, la cual no entendía del todo, tenía veinticinco años de edad. Él nunca te explica las cosas; quiere que estudies el guión. Observé a Bergman y sentí que mi trabajo era parecerme a él. Aunque no poseía ninguna madurez intelectual, me di cuenta de eso, así que yo sentía que lo estaba interpretando a él. Desde entonces, él quiso trabajar conmigo. Sentía que yo podía hablar muy bien por él –que podía reconocerlo, sentirlo, entender lo que él decía sin tener que verbalizarlo. Estoy cien por ciento segura de que es así, y él nunca lo ha negado.

 

Si usted se asemeja a Bergman en sus películas, ¿podría decirnos qué cosas ha percibido de él como director y como persona? ¿Qué es lo que él ve en usted y qué ve usted en él?

 

LU: Me parece que piensa que comprendo sus palabras. Aunque no nos parecemos en muchos aspectos, sí somos similares en otros. Hay muchas cosas que son importantes para mí en la vida, que para él no lo son. Me gusta complacer a todos y él ha dicho que un director nunca puede ser alguien que complazca a la gente, y absolutamente no puede mostrarle todo a la gente con la que trabaja. Yo creo que uno debe mostrarlo todo, pero también sé que es mi flaqueza como directora. Me compadezco de la gente y pienso “¿Puedo decir eso?” “¿Se sentirá mal ese técnico si le digo que la luz está mal?” En ocasiones tomo decisiones equivocadas por no querer lastimar a alguien. Y a él eso nunca le gustó. Me encantaría tener sus habilidades, pero claro, él me dio un par de sus películas para que las dirigiera. Somos parecidos y distintos. Pero necesitamos nuestras diferencias.

 

Con la excepción de Lillian Gish y David Wark Griffith, pocas actrices han estado tan unidas a un solo director como usted lo ha estado a Ingmar Bergman.

 

LU: He sido una actriz para él, una directora para él, la madre de su hija más pequeña, y su mejor amiga. La cosa más linda que él me dijo en su vida –en respuesta a algo que yo muy rara vez decía, que “Eres un genio, y yo sólo soy Liv, y estamos haciendo todas estas cosas”– fue: “Tú eres mi Stradivarius”.

 

Podría sugerirle que gracias a usted Bergman es una mucho mejor persona y un mejor artista.

 

LU: Gracias, es muy gentil en decirlo. Sabe, tengo que vivir con esto por lo mucho que he trabajado con él. Obviamente, cuando dirijo una película escrita por él es considerada “bergmaniana”, y cualquier buena película que haga se considera “bergmaniana”. Si hago una mala película es porque no es “bergmaniana”.

 

Usted ha trabajado con Bergman durante la mayor parte de su carrera como actriz. ¿Le permitía él improvisar en sus películas o considera que él la moldeó en esos papeles?

 

LU: Yo había sido actriz durante siete años antes de conocer a Ingmar [en papeles para el cine y el teatro en su natal Noruega antes de que hiciera Persona], y he hecho la mayor parte de mi trabajo para otros directores. Nadie me moldeó, porque no es eso lo que quiere como director. Él quiere gente muy creativa. Pero fui moldeada, en cierto modo, por el respeto que le tengo a su trabajo.

 

Pienso en Lillian Gish y en usted porque, como D.W. Griffith, Bergman le exigió un enorme esfuerzo físico como actriz, especialmente en La vergüenza, Cara a cara, y La hora del lobo, lo cual no hizo con muchas de sus otras actrices. A menudo, usted se ajustó a técnicas de actuación del cine mudo, como en Persona, registrando emociones internas exclusivamente a través de su rostro.

 

LU: Él sabía que yo podía soportarlo. Él sabe que, en cierto modo, estoy tan dividida que lo que hago en celuloide no afecta mi vida privada. Él sabía que a mí me gustaba lanzarme a hacer esas cosas. Me imagino que a Lillian Gish también le gustaba hacerlo, y en la noche probablemente se bebía un ponche caliente y decía “Ah, tuve un día espléndido”. Yo soy así, así que quizá Lillian Gish y yo nos parecemos más de lo que creía.

 

¿Cree que Saraband sea una suma de los temas más importantes de Bergman?

 

EJ: No. Creo que Después del ensayo podría considerarse la suma de sus temas: la relación entre el director y sus actores. Ingmar, quien vive solo en Faro, dice que lo único que echa de menos en su vida es el contacto con sus actores. Los extraña tanto. En Después del ensayo él explica su filosofía de la actuación. Las cintas posteriores fueron variaciones sobre ese tema.

 

¿Cómo interactuó con Liv Ullmann en Saraband? Parece haber una gran química entre ustedes en esta película, como Hepburn y Tracy.

EJ: La quiero mucho y me gusta su sentido del humor. Me inspira y, por otra parte, somos como hermanos. Tengo plena confianza en ella cuando trabajamos juntos. Ella también ha dirigido algunas películas [La más reciente es Infiel, en donde Josephson interpreta el papel de Bergman] y también es muy buena haciendo eso.

 

Ella me ha dicho algo muy revelador sobre la dirección. Mientras que Bergman no perdona al actor, y quiere hurgar más profundo, ella siempre ha temido hacerle daño a sus actores. No tiene el instinto asesino de los directores.

 

EJ: Yo le estoy muy agradecido por eso. No quiero que me maten. Ella está muy bien preparada y evita la agresividad.

 

Evita la confrontación.

 

EJ: Ambos hemos tenido confrontaciones con Bergman, pero han mejorado nuestra amistad. Uno aprende mucho más de los otros cuando es posible pelear. Como actriz, Liv es muy valiente. Ella entra en conflictos como actriz más de lo que yo lo hago.

 

Usted es más…

 

EJ: Educado. Ella pelea mejor que yo.

 

¿Fue esta una película más fácil de hacer para usted que de costumbre?

 

EJ: En esta ocasión no tuve problemas con Bergman, pero Liv tuvo un gran altercado con el durante la filmación.

 

Saraband tiene muchas de las características de un documental híbrido. Tiene esa franqueza e inmediatez, además de una ausencia de tomas de punto de vista y cortes en las escenas. El énfasis en el tiempo real recuerda a la forma de trabajar en el cine documental.

 

LU: Estoy segura de que quería hacer algo relacionado con el documental. Creo que concerta todo para que se dé una especie de happening montado entre personas. Coloca a alguien detrás de una mesa, y luego, como en un documental, lo entrevista. No lo “entrevista” en sentido estricto porque les da las palabras. Son sus palabras, pero parece una entrevista porque los actores miran hacia la cámara, lo cual yo hago en muchas ocasiones, o hablan con otras personas de modo irreal. Así que aunque hablan con estas otras personas, no están hablando de forma natural sino de algún modo charlando con Ingmar, un cineasta documental que les está dando sus diálogos.

 

Cuando al final de Saraband Johan muestra sus humanidad y soledad al pedirle a Marianne que lo abrace, recordando sus años de matrimonio, le pregunta si él puede quitarse su camisón empapado antes de meterse a la cama. Es un momento humano y no-sexual.

 

LU: No es sexual y, de hecho, él no le pide que se abracen. Él se exhibe en toda su vulnerabilidad –desnudo. Es ella quien le dice “¿Por qué no vienes y te recuestas conmigo?” Sí, eso es lo que él quería. No creo que se deba a que estuvieron casados; él sólo quería estar cerca de otra persona y esa persona resulta ser Marianne. Pero él no sabe de antemano que quiere abrazarla. En la cama, él le da la espalda y ella hace lo mismo. No tiene nada que ver con la sexualidad. Él esta diciendo: “Mírame, reconóceme, quiero que sepas quién soy”, porque es un hombre muy vulnerable. Odia a su hijo, quien debería ser la persona más cercana a él, pero ha dicho cosas terribles sobre su hijo.

 

EJ: Me conmovió mucho hacer esa escena porque creo que es muy triste.

 

Las mujeres en las cintas de Bergman son mucho más complejas que los hombres. Él siempre se ha sentido cómodo con las actrices en sus películas.

 

LU: Sí, ellas dicen cosas que él no puede, pero que quisiera decir.

 

Creo que Saraband es una de las dos o tres películas más personales que ha hecho.

 

LU: Yo diría que la más personal.

 

Me recuerda mucho a Sonata de otoño.

 

LU: Él compara a Saraband con Los comulgantes. Considera que retratan a familias similares.

 

¿Cree que Bergman dirigirá otra película, o es este el final de su carrera?

 

EJ: Creo que este es final. Él podría cambiar de opinión. Es capaz de un vigor espontáneo. Es tan fuerte que no lo puede resistir.

 

¿Cómo se comportó Bergman durante el último día de filmación en Saraband?

 

LU: Terminamos la última escena y luego íbamos a hacer una gran fiesta, pero él dijo que no la quería. Así que estábamos parados junto a la puerta, y yo iba a decir algo y darle un gran abrazo. Él llevaba un bastón y lo alzó para despedirse y dijo: “OK, adiós, nos vemos”, y salió por la puerta.

Imagen por: Adrián González Viña

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