Reseñas
Haz un comentario

Ojo de rapiña (Monólogos sobre una experiencia de escritura)

Néstor Sánchez
La comarca libros
Buenos Aires, 2013

 

Resulta por dónde sea vea una enorme aportación la aparición de Ojo de rapiña (Monólogos sobre una experiencia de escritura) de Néstor Sánchez. Aunque olvidado muchas veces, cada tanto aquí y allá, saltan elogios para una de las voces más radicales de la narrativa hispanoamericana. Nosotros dos, Siberia Blues, El amor, los orsinis y la muerte, Cómico de la lengua y La condición efímera, son para muchos narraciones expansivas que demuestran lo que alguien con un propósito firme puede lograr con el lenguaje. Néstor Sánchez modeló formas de expresión capaces de introducir los registros más variados. Consiguió mezclar lo popular y lo culto, lo coloquial y lo erudito generando un espacio nuevo para la narrativa en nuestro idioma. Esto puede decirse fácil pero no lo es tanto. El ritmo de su prosa se nutrió también del jazz, música por la cual mostró siempre un amor especial.

Ojo de rapiña reúne notas marginales, ensayos, una entrevista, artículos de periódicos y revistas que Federico Barea ordenó. La propuesta es interesante porque permite ver los intereses y las reflexiones de un escritor y lector curioso: “Yo quiero encontrar casi todos los días el libro, la voz de un hombre, que me convoque, que me desubique los esquemas, que me pida cosas, que me obligue a participar, a confundirme, a cumplir un ciclo en su lectura. Por lo general encuentro nada más que historias, mujeres que hablan, idiotas que hablan, paralíticos que hablan, cañeros que hablan, bobos que hablan, monólogos interiores de oficinistas, historias ajenas, historias chismosas, niñitos que hablan, papel, tinta.” Lo que deja claro una posición ante lo que la literatura es y significa para Néstor Sánchez, es decir, una experiencia honda para las seres humanos.

San+Librario

Los comentarios de Sánchez son siempre agudos y revelan por lo general aspectos de lo que el mismo autor pensaba sobre su oficio: “Jamás acepté la exigencia de ‘comunicación’ en la escritura o la de hacer pasar de contrabando el contenido a través de la forma. Jamás acepté esa servidumbre que la prosa mantiene con relación al fatigado esposo de Scherezade, elector, y que tiende en resumidas cuentas, casi siempre, a confirmar los rituales de la tribu y sus jerarquías, a fin de conservar el principio sacrosanto según el cual un hombre escribe y demuestra cosas, investido de un poder absoluto, y otro lee con una disponibilidad absoluta. Conocí esa clase de escritores que creen poseer la ‘verdad’, escritores muy conocidos que enuncian verdades ‘definitivas’, sin duda por miedo a descubrir otras cosas que socavarían su modo de vida y su escritura… Me interesé en ellos, en sus vidas, los escuché hablar: me asustaron.”

El título, Ojo de rapiña, viene de un comentario del mismo Néstor Sánchez y no podría ser más ajustado. Indica que quien lee y escribe con dedicación requiere de una mirada atenta sobre todo. Es de algún modo, un estado de alerta que permite descubrir, indagar y reconocer. Rainer María Rilke escribió en algún lado que para reconocer se requería de humildad, cualidad rara entre aquellos que crean. En Sánchez este rasgo es notable, lo que no significa que haya en sus palabras una postura crítica. La organización de estos materiales muestran un mundo denso y original, son la demostración de que la literatura es también una forma de conocimiento.

Imagen por: Redacción NMX

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *