En la arquitectura, el paisaje es el elemento más importante para quien práctica este oficio, un lienzo en blanco con infinitas posibilidades de ser trabajado. El paisaje tiene el mayor significado y puede establecerse una relación entre el lenguaje arquitectónico y la cruda naturaleza. La estructura no es una construcción si no se encuentra en armonía con él, tiene que ser parte de y hay que trabajar con simplicidad y humildad para que se vuelva uno solo.
La Isla de Fogo, en Newfoundland es una región subártica en la parte norte de Canadá. Este paisaje se ha mantenido alejado de los cambios, perdido en el tiempo y es un tesoro en la conciencia de los habitantes que viven en el abandono único de esta zona.
Su paisaje es una serie de elementos vernáculos, llenos de soledad y silencio donde el hombre y la naturaleza conviven entre sí. En la quebradiza y aislada belleza de este lugar sopla un viento polar y la tierra es austera, posee una valiosa quietud donde el tiempo transcurre a paso ligero y realza la grandeza elemental de los lugares de esta pequeña isla. Las vistas son blancas, cubiertas de hielo, con el mar congelado la mayor parte del año. Es un paisaje tranquilo y a la vez poderoso y violento.
Todd Saunders, es un arquitecto que se caracteriza por respetar el paisaje y hacerlo parte de la esencia de su trabajo. Realizó una serie de estudios para los artistas de la zona, cada uno ubicado en diferentes lugares de la Isla de Fogo, donde su principal preocupación fue dejar el paisaje del modo más natural y prístino posible.
Para trabajar este espacio se necesita tener una estrecha sensibilidad entre el diseño contemporáneo y el paisaje. Para ello tomó la arquitectura del lugar y la reinterpretó para que no fuera el resultado final del proceso, sino un elemento importante en el papel de crear un “lugar”. Usando formas, materiales y texturas se crearon memorias de la interacción de sus habitantes con la isla. El contexto natural se volvió el sitio para hacer una arquitectura atemporal, que tuviera una conexión y un respeto con la tierra.
Los edificios, resultaron simples, sin detalles y con la madera como principal material, recordando así, la tradición de los botes que se construyen en el lugar. Respetaron todos los elementos naturales, consiguiendo entrar en armonía con el paisaje.
Para Saunders, existe una responsabilidad como arquitecto. Primero está la naturaleza y después la construcción, de esta manera se suman vida e historias al paisaje. El trabajo arquitectónico para este lugar fue una filosofía traducida a la arquitectura, que tuvo como impulso la inspiración en el paisaje. Con su trabajo redescubrió y reinvento la esencia de la alguna vez perdida Isla de Fogo.