Reseñas
Haz un comentario

Ignatius J. Reilly o la balada medieval del moderno absurdo

 

New Orleans, Louisiana, 1968

New Orleans, Louisiana, 1968. © Lee Friedlander

“When a true genius appears in the world, you may know him by this sign, that the dunces are all in confederacy against him.” 

Jonathan Swift

 

A Confederacy of DuncesLa conjura de los necios, su título en español—, la mítica novela de John Kennedy Toole, se convirtió en una lectura de culto desde su publicación en 1980. El personaje principal, Ignatius, es una combinación picaresca de Huckleberry Finn, Holden Caulfield y Sir John Falstaff, un hombre egoísta, dominante, iluso, sucio, hipocondríaco, un descarrilamiento de trenes ambulante que como un Quijote más moderno, se embarca en una cruzada contra la modernidad misma. Como a Don Quijote, la inmersión en la literatura ha alejado a Ignatius de la sociedad en la que vive y ha mermado su capacidad para funcionar en el mundo actual. Como lector, uno no sabe si sentir lástima por él o admirarlo ciegamente.

La crisis de nuestra era, asegura Ignatius, puede comprenderse leyendo a Boecio y estudiando a la alta Edad Media. El Renacimiento y la Ilustración significan para él una propaganda peligrosa. Resulta imposible no pensar en Gargantúa y Pantagruel de Rabelais o en el personaje de Falstaff en Enrique IV de William Shakespeare.

En una lucha magnífica contra los molinos de viento que representan la modernidad, Ignatius se arrastra por las ruinas de la ciudad caída, una Gomorra al sur de Estados Unidos: la Nueva Orleans de la década de 1960. La ciudad es a la vez escenario y personaje, un elemento vivo de la narración. Kennedy Toole supo capturar los colores de la ciudad y de sus eclécticos personajes. Como con Dickens, la ciudad misma es el mejor y el peor de los tiempos. Ignatius aborrece todo cuanto acontece en la ciudad; los personajes estrafalarios, los locales vulgares, los cines que no muestran más que la decadencia de la moral… sin embargo, en sus propias palabras: “Outside of the city limits, the heart of darkness, the true wasteland begins…”, Ignatius, grandilocuente y majestuoso, se revuelve en un devenir constante entre el miedo a su ciudad natal y el miedo aún mayor a lo que hay fuera de ella.

Al igual que Ignatius, Kennedy Toole fue una especie de genio incomprendido. Pero quizás el aspecto más importante de su vida fue su habilidad como maestro. Si bien La conjura de los necios es todo menos un libro didáctico, a través de Ignatius, venimos a aprender acerca de Friedrich Schiller, Marcel Proust, Platón y Mark Twain, Thomas Macaulay y John Milton. Página tras página, Ignatius eructa directo en la cara de la convención. Pero su acto más subversivo es que la novela de Toole es un pequeño curso intensivo sobre el canon de occidente; la apologética clásica impulsada por la flatulencia y el abandono del Barrio Francés. El tono de Toole es la esencia misma de la contracultura.

El humor punzante de la novela no nos llega desde arriba, desde una distancia elitista; el autor está con nosotros, riéndose de su propio absurdo, del mismo Reilly, de nosotros mismos. El mismo autor que poco después de escribir esta novela tomó una manguera de jardín, pasó un extremo a través de la ventanilla del conductor y unió el otro extremo al escape de su coche y simplemente inhaló hasta morir. John Kennedy Toole se suicidó a los 32 años. Fue el autor maldito de una novela maldita. Él nunca vio su libro publicado y murió convencido de que no tenía talento. Más de una década después de su muerte, la novela ganó primero un sin fin de seguidores y después el premio Pulitzer para convertirse en el mito de un autor extraordinario.

Imagen por: © Lee Friedlander

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *