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Había una vez un pájaro: Alejandra Costamagna

 

ale_MulaBlanca

Había una vez un pájaro
Alejandra Costamagna
Editorial Cuneta
Santiago, Chile, 2013.

En un tono nostálgico la escritora chilena Alejandra Costamagna realiza un ejercicio de reescritura de su novela En voz baja, publicada veinte años atrás, que da como resultado el cuento Había una vez un pájaro. En él, Costamagna parte de cero para concentrarse en la relación entre dos hijas y su padre, quien durante la dictadura en Chile, es llevado a prisión, hecho que reconfigura la relación familiar entre ellas y su padre, al que sólo pueden ver una vez a la semana en prisión y una madre que de pronto comienza una relación con otro hombre.
Costamagna, forma parte de una generación de destacadas escritoras chilenas, que como Nona Fernández lo hace con su novela Space Invaders, abordan el tema de la dictadura desde la mirada, no del adulto, sino de los niños que se ven orillados a crecer, madurar y procesar el dolor y la desgracia desde muy temprana edad.

Acompañan a este cuento dos textos más, Nadie nunca se acostumbra y Agujas de reloj. Ambos sirven también como ejercicios de memoria centrados en hijos inmersos en familias fragmentadas y figuras paternales totalmente desdibujadas o ambiguas. En la primera historia, una niña de doce años debe enfrentar la separación de sus padres y emprender un viaje con su padre, para visitar a la hermana de su madre y descubrir una terrible verdad. En el segundo, de nuevo un personaje femenino trata de definir lo que significa una familia, así como las figuras del padre y la madre. La separación, el engaño y la admiración por la figura paterna son constantes en estas tres historias.

En las descripciones hechas por los personajes más jóvenes de cada historia y quienes guían los relatos, se percibe un tono de rebeldía y rechazo por el entorno. Hay también un anhelo de escapar de aquel horror en que se ve inmersa una sociedad silenciada, víctima de abusos y que se ve forzosamente reconfigurada. Aquella realidad social irrumpe en los hogares para destruirlos y despojar a los más pequeños e inocentes de un entorno familiar y sustituirlo por sentimientos de desamparo, incertidumbre y desilusión.

En lugar de narrar situaciones violentas, Costamagna decide hablarnos de las consecuencias de la dictadura, familias fragmentadas, padres que son enviados a la cárcel, madres e hijas que deben someterse cada semana a revisiones de los policías para poder visitar a sus familiares presos, la traición y dolor entre sus familiares y los susurros, engaños y el intento de los padres por ocultar verdades mediante mentiras a los hijos quienes han dejado de ser niños para verse obligados a espiar y descifrar aquellos códigos.

Sin duda Había una vez un pájaro es, al igual que Space Invaders de Nona Fernández, una excelente forma de acercarse a la narrativa chilena que ofrece esta generación de escritoras.

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