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Forough Farrojzad y Abbas Kiarostami

Apareció a finales del año pasado Abbas Kiarostami, libro de Johnatan Rosenbaum y Mehrnaz Saeed-Vafa sobre el cineasta iraní. El libro conformado por dos ensayos –uno de cada autor- y tres entrevistas realizadas expresamente para el volumen, es el primer título de una colección anunciada por la editorial argentina (cordobesa) De los Ríos.

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Este hecho debe celebrarse pues existen pocos materiales generados desde Latinoamérica dedicados a la reflexión de cine. La colección estará a cargo de Roger Alan Koza, destacado crítico e incansable promotor del cine de nuestro tiempo.

Sin embargo, no es solamente acerca del libro antes mencionado que me gustaría hacer un comentario. Es sobre todo, una confesión de Rosenbaum, lo que quisiera destacar para desde ahí decir algo más. En un raro y loable despliegue de honestidad intelectual, el crítico norteamericano confiesa, por un lado, que tardó algunos años en poner atención al cine de Kiarostmi, y por otro, comenta que su película iraní favorita es La casa es negra de la poeta y directora Forough Farrojzad (1935-1967). La película registra un leprosario de un modo poético entre mezclando el documental y la ficción. Muchos críticos relacionan La casa es negra con Las Hurdes, el indispensable documental de Luis Buñuel.

La vinculación entre Farrojzad y Kiarostami es innegable sobre todo por parte del director de Bajo los olivos. La primera imagen del filme de Farrojzad, es un fondo negro sobre el que una voz en off advierte que “el mundo está lleno de fealdad”, pero que habría más, “si el hombre apartara la mirada”. Luego de unos segundos y otras palabras, aparece el rostro cubierto de una mujer, salvo por los ojos, que se mira en el espejo.

En El viento nos llevará de Kiarostami, el ingeniero, personaje principal de la película, buscando conseguir un poco de leche fresca, llega a una casa donde el establo se encuentra en un espacio subterráneo. Cuando el hombre entra en este lugar, la pantalla durante varios segundos queda en un negro absoluto. Posteriormente se oye la voz en off del ingeniero que sobre ese negro, pregunta por la muchacha que sabe que esta ahí para pedirle la leche. La muchacha contesta y por fin se enciende una lámpara de gas que comienza a desplazarse hasta llegar a la vaca. Entonces ordeña al animal mientras el ingeniero le pregunta sobre trabajar en la oscuridad, a lo cual, ella responde parcamente que está acostumbrada. Es una muchacha de campo que estudió, como nos enteramos en el diálogo, hasta el quinto año.

La imagen en ese momento es extraña, es una mancha roja -el vestido-, rodeada de oscuridad. Entonces el hombre decide esperar recitando el poema de una poeta –evidentemente Farrojzad, aunque esto no se consigna en el diálogo- que también estudió hasta “el cuarto o quinto año” y que de alguna manera cifra la historia que vive la muchacha del establo, pues tanto ella como lo que dice el poema, “experimentan” encuentros clandestinos de amantes. El ingeniero sabe que ella se ve con uno de sus compañeros detrás del pozo por las noches, entonces dice: “En la noche brevísima / el viento / tiene una cita con las hojas”.

El poema sugiere que afuera el mundo amenaza, pero en el encuentro amoroso estamos resguardados. El poema termina con el verso que da título a la película. La muchacha termina de ordeñar y el hombre sale a la superficie. El espectador al igual que el personaje queda deslumbrado por la luz del día, igual que en la película de Farrojzad, por la mujer frente al espejo. Dos modos de llegar a un mismo lugar: la fealdad y la belleza no pueden omitirse y el hombre debe hacerles frente, el resultado no es otro que el reconocimiento de sentirnos intensamente vivos.

Aquí, La casa es negra:

Imagen por: Double Exposure

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