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Costa da Morte

La película, documental o ficción poco importa, Costa da Morte de Lois Patiño, se construye básicamente de planos muy abiertos o panorámicos, donde el hombre es apenas un punto en el espacio. Es decir, el hombre es paisaje y las imágenes, los paisajes, sin embargo, no quieren ser sólo convencionalmente bellos. Narran desde la distancia la invariable contundencia de la naturaleza.

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Galicia es España, pero no exclusivamente. Es un lengua, una cultura -incluso una literatura que va de la poesía galaico-portuguesa a la narrativa de Manuel Rivas-, es además un territorio habitado por hombres que desde el tiempo más remoto, han establecido una continuidad con el entorno. Costa da Morte describe así una relación de intercambios, de sincronizaciones. Hombres y mujeres recogen ostras, talan árboles, pescan, cazan zorros, apagan fuegos, despliegan su mirada desde piedras encimadas mar adentro, la despliegan también desde la turbulencia de las olas hacia las costas sembradas de niebla. Y de todo esto quedan unas cuantas palabras, algunas anécdotas de naufragios y linajes, de guerras y leyendas que brotan de la geografía.

Con pocos elementos (sutiles movimientos de cámara, sonido ambiental), Patiño consigue conquistar un lenguaje capaz de evocar un mundo primitivo y ponerlo en contacto con el mundo presente. La caza se realiza ahora con rifles y con perros, con radios que ponen en aviso a los cazadores sobre la ubicación de la presa. Se explotan cerros para sacar arena. Hay grúas que levantan la tala, molinos de viento que producen energía eléctrica, y sin embargo, las actividades humanas se ajustan a los cambios de las estaciones. Hombres se abrazan entre sí y se aferran a las rocas para evitar las embestidas del mar, o tiran en grupo, con sus cuerpos y sus manos un caballo al piso para domarlo.

Costa da Morte recuerda algunos de los mejores momentos del cine: pasajes marinos evocan la apreciable Drifters (1929) de John Grierson; hay una atmósfera general, distante formalmente pero no de modo sustancial de Las Hurdes (1933) de Luis Buñuel; incluso cierto vacío que al igual que en Cinco de Abbas Kiarostami, hace una especie de borrón y cuenta nueva que nos permite ver lo real otra vez.

Costa da Morte obtuvo el premio a la mejor película en el pasado FICUNAM. Pero esto es apenas anecdótico. Patiño nació en Vigo en 1983. Costa da Morte es su primer e invaluable largometraje.

Imagen por: Ivan Villarmea Alvarez

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