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Antoni Tápies: Un reconocimiento

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Este mes de diciembre se cumplen 90 años del natalicio de Antoni Tàpies. Su obra gráfica es sin lugar a dudas una de las referencias más importantes del arte posterior a la Segunda Guerra Mundial y hasta nuestros días. Tápies planteó nuevos modos de aproximarse a la gráfica y borró en muchas ocasiones los márgenes entre la pintura y la escultura. Utilizó de modo directo objetos resignificándolos dentro de sus cuadros y dándoles a estos últimos un relieve material cargado de misterio antes desconocido. Trabajó también desarrollando un lenguaje de símbolos que logró poner en tensión estableciendo relaciones nuevas.

Paralelamente a su trabajo gráfico, proyectó un importante grupo de textos —ensayos, artículos, entrevistas— en los que desplegó importantes reflexiones sobre el arte de su tiempo y del pasado. El libro El arte y sus lugares, es un deslumbrante ensayo gráfico en el que Tápies reunió imágenes de objetos artísticos y no artísticos del presente y del pasado, que contraponiendo unos a otros, establecen una inteligente e innovadora manera de entender lo que es el arte, además de que nos enseña a reconocer sus formas y sus mecanismos con una generosidad y capacidad didáctica poco frecuente entre los artistas.

Como un reconocimiento a su invaluable trabajo, compartimos con ustedes a continuación, algunos fragmentos tomados de distintas entrevista e imágenes de su obra que esperemos disfruten tanto como nosotros.

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Para mí, todas las cuestiones relativas a la objetividad-subjetividad son diferenciaciones escoláticas que, en principio, no me parecen exactas. Creo que en todas las cosas que hacemos, vemos, analizamos, el mundo exterior y el interior se penetran mutuamente. Igualmente no veo barrera alguna, ninguna frontera entre subjetividad y objetividad, ¿dónde empieza una y la otra termina? Hay muchas cosas que suponemos que representan el mundo interior, pero que al fin y al cabo las ha engendrado nuestra imaginación; en otras palabras: consideramos objetivo lo producido por nuestra mente. «Yo soy mi circunstancia», dice Ortega y Gasset. Pero Con este tipo de cuestiones nos podríamos perder en una discusión filosófica sin fin. Me parece que es muy importante comprobar en todo momento, de nuevo, nuestro saber y los valores que se le asocian. Me gustaría que perdiésemos cada vez más la confianza en lo que queremos creer y en lo que consideramos cierto, a fin de recordar en todo momento que aún queda una infinidad de cosas por descubrir.

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En realidad, mis obras permiten diferentes lecturas. Sin embargo, al sugerir las cosas gano un margen mucho más amplio de asociaciones que me gustaría provocar en el espectador. En un principio era algo que no analizaba, pero desde un tiempo a esta parte he estado estudiando el arte del Extremo Oriente, en el cual la polivalencia tiene una gran importancia. Así, pues, he observado que cuando las cosas se dibujan solamente de forma alusiva, el espectador se ve obligado a completarlas con su propia imaginación, lo cual implica su participación, una participación en el acto creativo, lo que considero muy importante. De esa manera el espectador participa de los problemas del artista. En la pintura china, en la que ya una ramita en un ángulo a un lado del cuadro supone una obra terminada, en tanto que el resto del cuadro permanece vacío, el espectador tiene que reconstruir todo el árbol y con el mismo la fuerza germinadora que se halla en relación con todo el cosmos.

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Los apuntes funcionan unas veces, otras no; no siempre puede hacerse realidad lo que uno se imagina. En primer lugar uno tiene que entrar en diálogo con los materiales, pues los materiales hablan, tienen su propio lenguaje. De ahí proviene la comunicación entre ellos y el artista. Con frecuencia tiene que dejarse de lado una idea porque el elemento se opone a ella. Entonces empieza una especie de lucha entre la idea que intento expresar y la forma que quiero darle. Es decir, los cuadros se revelan cuando la idea que quiero manifestar es demasiado ordinaria, elemental o superficial. En ese caso añado algo más, lo tacho o destruyo los colores. El cuadro mismo pide las modificaciones. En resumen, mi método de trabajo consiste en un diálogo entre la idea original, tal como se nos da a conocer a través de las sensaciones diarias, y la materia de la tela.

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Durante siglos se creyó que el espacio era una cavidad en el interior de la cual había cuerpos individuales, como marionetas que se movían por la fuerza de un ser sobrenatural. Creo que la concepción actual ya no tiene nada que ver con la representación. Con la noción de cuerpos separados se creó una especie de antagonismo entre el tú y el yo, y una contraposición entre el hombre y la naturaleza. Esto fue decisivo para la formación de la mentalidad europea: luchamos contra la naturaleza y contra nosotros mismos. Las ideas contemporáneas sobre el espacio, por el contrario, se acercan mucho más a las de Extremo Oriente. Entre tú y yo existe algo, campos magnéticos y emanaciones eléctricas que no podemos ver pero que existen realmente y forman una unidad de los dos, una unidad también con la naturaleza.

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Los materiales, la expresión, la forma, los colores. Miró estuvo influido por las corrientes artísticas que valoraban la recuperación del arte primitivo, el lenguaje expresivo de los niños, del subconsciente. Todas estas ideas se hacen patentes en él según mi visión, a Picasso lo encuentro todavía mentalmente ligado a los temas de la pintura clásica. Es evidente que desencadenó una revolución y que también estuvo influido por el arte africano y primitivo antes que Miró. En la generación de Miró, no obstante, el artista seguramente estaba más maduro para poder recoger mensajes, como éstos, de otras civilizaciones que han dejado su huella en la cultura moderna.

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Por aquellos años en los que aún buscaba mi propia pintura, en los que buscaba mi identidad en el arte, me interesé también por la fotografía. A menudo me he preguntado qué es la pintura, pues después del descubrimiento de la fotografía y el cine se ha modificado por entero la perspectiva de las artes plásticas. Así pues, de un modo indirecto, me he interesado por la fotografía para evitar acercarme demasiado a ella con mi pintura.

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Pero la idea de objeto ya existía desde hacía tiempo en mis cuadros, siempre he considerado el cuadro como objeto, no como una ventana, lo normal en la pintura. Por eso doy relieve a la superficie y algunas veces incluso he trabajado el cuadro por detrás: transformo un cuadro en un objeto mágico que tiene poderes curativos al entrar en contacto o colocarlo encima del cuerpo y que ejerce una influencia como un talismán.

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Siempre he procurado sacar provecho de las dificultades. En mi trabajo me sucede con gran frecuencia que, por ejemplo, necesito un pincel muy fino y en su lugar utilizo los dedos. Muchas veces, a través de las dificultades, me viene la idea justa para la obra. Así, por ejemplo, si no consigo hallar pronto el papel que busco, cojo un papel de periódico y pinto en él. Me gustan las dificultades, prefiero, como ya he dicho antes, colores que se sequen rápidamente, prefiero los pinceles de mala calidad a los buenos y muy nuevos. En una ocasión me regalaron unos pinceles japoneses y chinos maravillosos, pero nunca los he utilizado. Tengo una gran colección de pinceles, de todas las medidas y formas, grandes y pequeños, que ni siquiera toco.

Imagen por: Arte Trama

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