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Un hilo suelto siempre se quita de la ropa. Las decentes de la 58 de Elena Martínez.

¿A quién no se le pega un hilo en la ropa? ¿Quién no se ha preguntado de dónde vienen esos hilos? ¿Qué es un fragmento de hilo? ¿Qué se puede hacer con él? Un trozo, un pedazo, una huella rota, una historia que ha perdido parte de su trama. Un hilo solamente es un hilo. En esta ocasión se trata de un hilo que cose el espíritu con la materia. Un hilo que se ha pegado a Mérida, vecina de la calle 58, y quien con sus demás habitantes teje una historia. Esa calle sería aquel hilo que encontramos sobre la ropa, y del cual casi siempre nos deshacemos. En esto se hace evidente lo que el significado de un hilo es dentro de la exposición de Elena Martínez, Las decentes de la 58.

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Un hilo, entonces, es un cúmulo de fibras en nuestro cuerpo, un sistema de tejidos: los músculos son fibras que envuelven los órganos. Si uno se desgarra, se deshilacha, se le va el alma al suelo. Esos tejidos en un sentido bruto son la carne: “la carne es el hecho de que mi cuerpo es pasivo-activo (visible-vidente), masa en-sí y gesto“; expresa el filósofo Merleau Ponty.

La exposición muestra lienzos que remiten al mundo de Toulouse Lautrec, y si repasamos su obra saltan a la vista los trazos del pincel que aún siendo óleo parecen largas tiras de hilo que dibujan las fibras de las piernas de las mujeres y de sus ropas. Esto sucede del mismo modo que con Degas y sus bañistas, en donde un hilo de agua de la tina parece recorrer sus cuerpos. Además, como sabe, es imposible separar el material de la obra: el mismo lienzo está hecho de fibras. Carne sobre carne.

La exposición “historiza” las entrañas de la vida de quienes como prostitutas conforman una zona de la realidad. La antropología ha estado al tanto de las motivaciones y necesidades de estas mujeres casi siempre con relatos oscuros. Dudo que eso pasara si viéramos intestinos y tripas, pero es en realidad lo que vemos: los órganos que nos entrañan con cualquier otra persona y, que por el azar, se nos arrancan o conservamos. De ahí mi suposición de que los hilos que se enredan y se extienden hacia arriba desde una cama que se ve en la sala de la exposición, sean otra expresión que se suma al tema de la prostitución. Mujeres desencajadas de su cuerpo, haciendo de la carne trenzas de estambre.

La exposición que aloja el museo textil de Oaxaca parece apelar a la interioridad de las mujeres y emplea el hilo, ese cúmulo de fibras, para renegar sutilmente de la inmoralidad. Recordemos como un apunte de fondo a Gilles Deleuze quien estudiando la pasión de la carne concluye que “deber tener un cuerpo es una exigencia moral”.

Los hilos como materia de tejido tienen una relación directa con nuestro cuerpo, un hilo perdido en la ropa es, sin más, la escena de una prostituta, es decir, de una carnada expuesta.

Imagen por: Shinji_Harper

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