Reseñas
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Margaret Leng Tan: The art of the toy piano

Foro internacional de música nueva Manuel Enríquez 2013
Sala Manuel M Ponce, Palacio de Bellas Artes

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…el hombre sólo es una colección de resortes que se dan cuerda mutuamente.

Julien de La Mettrie

 

Música mecánica: pianitos, cajas de música, muñecos jack in the box, silbatos, palos de agua, grillos, todo aquello que hace recordar un cuarto de juegos con la salvedad de que, a causa del festival de música nueva, se ubicaron en la sala de Bellas Artes.

Sonidos, todos, de un mundo casi prejudicativo, de un mundo de concepción mecánica, los “instrumentos de juguete” son llevados a las salas de conciertos y son interpretados, mejor dicho, puestos en juego por la niña que Margaret Leng Tan lleva dentro. Como oyente, los sonidos que emiten se identifican con sensaciones que quedaron atrás, ahí en el salón de juegos de la casa, en ese tiempo en que buscar en el juguetero era algo especial, y aquella búsqueda provocaba que los juguetes ahí guardados produjeran sonidos. Una situación tan natural y feliz como cuando el viento mece las hojas de los árboles que caen de las ramas.

Margaret Leng Tan toca juguetes y, gracias al trabajo y compromiso de interesantes compositores contemporáneos, podemos actualizar sensaciones que a veces sólo nuestra intuición guardó. Es una forma de “tiempo recuperado”. Al tocar las teclas del piano de juguete, se escucha además del sonido de la nota correspondiente, la apoyatura del dedo sobre la tecla y también como se despega del fondo. Entre tecla y tecla, entre sonido y sonido, se oye la suave fricción de la mecánica que hay en todo juego.

La noche en que se presentó la pianista con el aura de John Cage, con sus juguetes y sus partituras, sucedieron dos piezas en especial, que consiguieron una experiencia agradablemente compleja. La primera, fue una pieza de la compositora Phylis Chen para caja de música. La pequeñez del instrumento con la perfección de los orificios que marcan el ritmo de la nostalgia fueron acompañados por un video con acercamientos de un carrusel. La segunda fue el estreno mundial del compositor mexicano Jorge Torres Sáenz, una sinfonía en cuatro movimientos. El tercero, “Night music”, el mejor para mí.

Sin duda, como afirmaba Arnold Hauser: “cada obra de arte muestra las huellas de su propio tiempo y contiene el carácter único, irrepetible e inequívoco de una constelación histórica”. El estilo de la pieza de Torres Saénz resultó ser en este sentido una forma de esta constelación, una huella de su propio tiempo. Tradujo el presente en una noche de ensoñación de la infancia, y como bromeó Margaret Leng Tan: “Toys are us”.

Imagen por: Michael Dames

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