Tinnitus
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El rito de la escucha

Carmina-Escobar 

El sonido no llena el espacio: lo crea.

Ernst Bloch

En el espacio del cuerpo (Suplex, 2014), de la cantante y experimentalista mexicana Carmina Escobar, es un itinerario por los senderos umbríos y resonantes de un oído solitario del que somos cautivos durante 26 minutos y 20 segundos. Digo esto considerando que este espacio del cuerpo —en este caso— se desenvuelve en los confines de nuestra audición. Pero aún así no estamos solos, alguien nos lleva, nos jala por un transcurso ciego de topos acústicos y compartimentos de resonancia a lo largo de una serie de momentos integrados en una sola pieza, compuesta a partir de grabaciones de campo, de voz, de micrófonos de contacto y de un arpa de piano abandonada en un bosque en Connecticut, donde la artista trabajo en 2012.

De pronto, si hemos puesto la debida curiosidad en este acto de oír el espacio del cuerpo, nos percatamos que otro cuerpo, o mejor dicho, un repertorio de intersticios, se vierte en nosotros de la misma manera en que un espacio se comunica con otro a través de sus conductos. Una galería de cuevas por las que corre una materia vibrátil que a su paso despierta unas superficies que se tocan y se separan, se condensan y se licuan, colándose por el canal auditivo. Ambos cuerpos, aquí, en este trabajo de Carmina Escobar, desembocan en el indeciso lugar de la escucha, que ahora se nos devela también —y propiamente hablando— como el espacio del cuerpo. En realidad dos interioridades en un extraño intercambio, en transmutación recíproca, habría que decir desinteriorizándose. Esta coincidencia de cuerpos que ocurre en la escucha es construida por la artista mexicana tomando ventaja de esta frontera fantasmagórica e ilocalizable que se instala en nosotros mediante la audición. Oímos un fenómeno que no vemos, nos apercibimos de la presencia de algo que no aparece nunca. Habrá que usar aquí un término verdaderamente bello para referirnos a este espacio dentro de un espacio y que produce un efecto de adyacencia: Liminal. Suceso ilocalizable —ya lo dijimos— pero certero. Tan certero como un secreto dicho en voz baja en cualquier lugar, inesperadamente, directo a nuestro oído. Secreto que también pudo haber sido dicho al viento (o al micrófono) pero que viajo hasta nuestro oído y entró implacablemente en él. No hay forma de saberlo, de pronto sólo somos cómplices de este secreto (de un cuerpo dentro de nuestro cuerpo) que nos impide seguir así nada más, caminando por la vida como si nada, rehenes ahora de esta certeza. No estamos solos, hay cosas dentro de nosotros (puesto que hacen ruido) que se mueven ahí dentro ¿están vivas? Crujidos de hojas secas o vocalizaciones que se elevan en un rincón de nuestra cabeza.

Un adentro y un afuera que se truecan uno en el otro, se extinguen uno en el otro, huyen, se evaporan, resuenan no sabemos en qué cavidad exactamente de nuestro ser que lucha por vaciarse para oírse solamente a sí mismo.“No hay nada, solamente yo”. En el espacio del cuerpo eso es imposible. Sólo es necesario colocarse los audífonos y ponerle play para ser llevados a experimentar el tanteo invidente por las cavidades de este espacio que no está en ninguna parte del cuerpo y, sin embargo, de una manera realmente extraña, produce corporalidad.

Una vez que pasan los 26 minutos y 20 segundos que dura, nos percatamos felizmente que para ello no fue necesario vendarnos los ojos (una moda inaugurada por Francisco López). ¿Para qué hacerlo? De cualquier manera no hay forma de escapar a esta interioridad externa que nos amolda, la esquizofonía no requiere de vendajes, no estamos en la casa de los espantos, sino en el espacio del cuerpo, no hay que olvidarlo.

Y aquí llegamos a lo que hace tan atractivo este trabajo de composición con grabaciones de Carmina Escobar: su dramaturgia. Se siente al final que todo es el resultado de un libreto, una cadena de sucesos acústicos que se organizan como una galería de actos dramáticos que ocurren en el movimiento entre exterior e interior, perturbando el reino solipsista del oído interno. Sucesos sonoros que no se auto-complacen con mostrarnos su variación espectromorfológica (dictum de la acusmática), sino que nos convocan a un singular rito. Es el rito de la escucha, el umbral que nos enfrenta al misterio de la otoemisión.

Carmina-Escobar-Creditos_o

 

Puedes descargar el disco de Carmina Escobar En el espacio del cuerpo gratuitamente aquí: http://www.suplex.mx/carminaescobar-enelespaciodelcuerpo.html

 

 

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