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Persiguiendo a la ignorancia

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La ignorancia, la duda y la incertidumbre, son aspectos importantes de nuestra existencia, ya que no existe forma de evitar enfrentarnos con ellos en nuestra búsqueda de conocimiento. A veces vemos estos aspectos como obstáculos, otras veces los vemos como inspiración. Cuando no sabemos la respuesta a un problema, somos ignorantes. Cuando presentimos la respuesta, pasamos por la incertidumbre. Y cuando estamos casi seguros de la respuesta, llegamos a la duda.

Para poder progresar y alcanzar un mayor entendimiento en el tiempo que habitemos éste cuerpo (éste planeta), debemos reconocer a la ignorancia y dejar espacio para la duda, ya que la verdad nunca es una constante y se transforma en el tiempo/espacio continuamente.

En el siglo V A.C., mucho antes de que la ciencia existiera tal como la conocemos, Sócrates, realizó la declaración por la que se le ha parafraseado durante siglos: “Yo sólo sé que no sé nada”. Fue en la Apología de Sócrates de Platón donde aparece la cita correcta:

”Este hombre, por una parte, cree que sabe algo, mientras que no sabe [nada]. Por otra parte, yo, que igualmente no sé [nada], tampoco creo [saber algo].”

Si viajamos en el tiempo al día de hoy, parece que hemos llegado a una fase en la civilización marcada por un apetito voraz por el conocimiento, en la que el crecimiento y la disponibilidad de información crece exponencialmente, pero en algún momento de ésta supercarretera de progreso, parece que hemos desarrollado una especie de fetichismo por los hechos, que nos encadena a la seducción de lo conocido y nos hace indiferentes a lo cognoscible desconocido.

La hiperparanoia en la que estamos envueltos hoy en día, se debe a la desconfianza que nos han generado las instituciones, el gobierno, los medios, la religión, la historia, el propio internet, nuestros papás y nosotros mismos. La certidumbre de conocimiento cada vez nos resulta más frágil, aumenta la desesperanza de llegar a la verdad y por ende nos estamos convirtiendo en nihilistas.

La búsqueda de conocimiento, no es como la analogía de la cebolla en la que vamos arrancando capa tras capa con la intención de llegar a un núcleo, la verdad fundamental. Más bien es como las ondas de propagación en la superficie de un lago: después del impacto, la circunferencia se amplifica más y más alejándose de su círculo inicial, hacia lo desconocido, hacia la ignorancia.

Stuart Firestein, Director del Departamento de Ciencias Biológicas en la Universidad de Columbia, habla acerca de la ignorancia como herramienta para la ciencia en su libro Ignorance: How It Drives Science usando la palabra “ignorancia”, para ser intencionalmente provocativo, debido a que la ignorancia tiene un montón de malas connotaciones, pero en éste caso, él no se refiere a la estupidez, ni a una indiferencia inmadura hacia los hechos, la razón o los datos. Explica una clase diferente de ignorancia: la clase de ignorancia que es menos peyorativa, un tipo de ignorancia que proviene de un vacío común en nuestro conocimiento, algo que no está ahí para ser conocido, que no se conoce suficientemente bien todavía o que no nos permite hacer predicciones, la clase de ignorancia que está mejor sintetizada en la declaración de Maxwell, quien dijo: “La ignorancia completamente consciente es el preludio de cada avance real en la ciencia”.

Firestein explica que en su campo, la acumulación de conocimiento está ahí para ayudar a obtener más ignorancia. Así que el conocimiento es un tema importante, pero deviene en que la ignorancia es uno más grande.

Así que, siguiendo la misma línea, el conocimiento produce ignorancia y la ignorancia es el combustible del conocimiento. Esto también lo explica muy bien Kant cuando hablaba sobre la idea de “la propagación de preguntas”, en la que cada respuesta genera más y más preguntas. Entonces, ¿Para qué adoptamos conductas obsesivas en nuestra búsqueda de conocimiento? ¿Porqué le dedicamos tanto tiempo a nuestro Iquismo, si cada vez que entendemos algo se abre un abanico de nuevas preguntas? ¿Para qué estamos utilizando toda ésta data? En términos duros, la estamos usando para mejorar la ignorancia, para llegar a una ignorancia de mejor calidad.

El propósito de ampliar nuestro conocimiento es para ser capaces de formular mejores preguntas, preguntas más interesantes y reflexivas. Pero aún más que eso, nos sirve para ampliar nuestra conciencia; al adoptar una actitud de humildad que corresponda a la debilidad inherente de nuestra comprensión intelectual y de nuestra condición biológica: Nuestro cerebro y nuestros sentidos (las herramientas de percepción de la realidad), no están diseñados para lograr entender la totalidad de la existencia, pero si para permitirnos entender que hay cosas que sabemos que sabemos, cosas que sabemos que no sabemos, cosas que no sabemos que sabemos y cosas que no sabemos que no sabemos.

Debemos permitirnos asumir el lujo incómodo de que existe mucha información que supera nuestra comprensión, es decir, una “capacidad negativa”, concepto promovido por el poeta John Keats, con el que explicaba que deberíamos ser capaces de llegar a reconciliarnos con el hecho de que algunas cuestiones tendrían que ser dejadas sin resolver, es decir, en la incertidumbre. Keats opinaba que algunas certezas eran mejor dejarlas abiertas a la imaginación y que el elemento de duda/ambigüedad añade romanticismo y magia a cualquier concepto.

Creo que ésta sería la base de la sabiduría, porque ignorar es, sobretodo, ignorar que se ignora y la sabiduría es, sobretodo, el saberse ignorante.

Twitter del autor: @Bienmal_

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