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He llegado al centro de la tierra. Poesía de los indios de los Estados Unidos y Canadá

Traducción, selección e introducción: Elisa Ramírez Castañeda
Prólogo Luis Cortés Bargalló
Conaculta. Cien del mundo.
México, 2013

 

La poesía de los indios del extremo norte de América es una poesía viva que se nutre de una tradición que recoge en un lenguaje sencillo un modo directo de ver y vivir el mundo, pero también un efecto ritual y ceremonial. Las distintas tribus de los Estados Unidos, Canadá y Groenlandia, poseen características diferenciadas. Entre ellas se reconocen como distintas, a pesar de que para una buena parte de los seres humanos sean simplemente los grupos indígenas de Norteamérica. Las diferencias entre chippewas, pimas, dakotas, cherokees, inuits o sioux existen y es posible percibirlas en sus “cantos”. Hay, sin embargo, también, felices coincidencias que admiten la posibilidad de una antología como la que la poeta y socióloga Elisa Ramírez Castañeda consigue.

Para He llegado al centro de la tierra, Ramírez Castañeda a organizado el material en apartados como “Cantos” (sobre cuestiones en torno a la creación del mundo), “Canciones para niños”, “Cantos de iniciación”, “Cantos de cortejo y amor”, “Canciones de guerra y caza”, “Canciones para sanar y conjuros”, “Canciones de ceremonias y danzas”, “Lamentos de vejez y muerte” y “Canciones del Ghost Dance”, es decir, las experiencias humanas que se acumulan a lo largo de una vida en soledad y comunión con otros.

Sobre la traducción hay que decir que es excelente. No hay en ningún momento la sensación de estar leyendo una lengua vertida a nuestro idioma. Por el contrario, la sensación que da el libro es de frescura y renovación. Esto es muy notorio sobre todo en los poemas más breves, en donde justamente su condensación obliga a tomar decisiones “apretadas” como en este “Canto del Oso” del pueblo pawnee: “Soy como el oso: / alzo las manos / mientras espero el sol al amanecer.” La última línea, más larga que las dos anteriores, potencializa, me parece, la imagen del oso. Pero hay más ejemplos: “Premonición” del pueblo Tlingit: “Me voy ya. / Moriré / soñé a mi hijo.” O este otro, donde el verso se escancia sobre la página: “Canto del cuervo” del pueblo Hidatsa:

37.1940.66

Cuervo

voy a morir-

vuela, aléjate.

 

El reconocimiento de una tradición poética por parte de otra tradición, de otra lengua, no puede sino enriquecer a la que realiza ese reconocimiento. He llegado al centro de la tierra, posee desde esta perspectiva un lugar especial pues ha puesto atención donde muy pocos lo han hecho. En este momento, sólo puedo recordar la Antología de poesía primitiva de Ernesto Cardenal y las traducciones de Jerome Rothenberg como antecedentes de He llegado al centro de la tierra.

El libro posee además, para quien lo necesite, un aparato de fuentes muy precisas y una bibliografía especializada. Más allá de esto, pone a circular una poesía que hoy en día sigue insistiendo, desde vías insospechadas, en su necesidad.

Imagen por: Alfred Jacob Miller

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