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El enigma de la llegada

9th November 1968: Vidiadhar Surajprasad Naipaul, West Indian novelist. (Photo by John Minihan/Evening Standard/Getty Images)

9th November 1968: Vidiadhar Surajprasad Naipaul, West Indian novelist. (Photo by John Minihan/Evening Standard/Getty Images)

Vidiadhar Surajprasad Naipaul nació en Chaguanas, un pequeño pueblo de la isla de Trinidad, el 17 de agosto de 1932. Sus abuelos, hindúes, habían abandonado las planicies del Ganges a fines del S. XIX para integrarse a la reducida comunidad de brahmanes – la casta más alta en la jerarquía del hinduismo – que llegó a Trinidad.

Cuando su padre consiguió un trabajo como periodista en la capital, Puerto España, la familia debió abandonar el pueblo y, al mismo tiempo, las pocas costumbres que aún los ataban a su pasado hindú. A los seis años de edad, Naipaul entró a estudiar en el Queen’s Royal College. Pero en la capital había pocos inmigrantes hindúes y la familia de Naipaul se fue aislando, encerrándose en su propia casa, como si se tratara de extranjeros en su propia tierra.

Cuando decidió que sería escritor tenía once y para cuando abandonó definitivamente su país, persuadido de que sólo en Gran Bretaña podría aprender a escribir, tenía dieciocho años. ¿Qué fue lo que ocurrió entre ambos eventos? Naipaul ha hablado mucho de esos años cruciales, del sentimiento de ser extranjero en su propia tierra, de su incapacidad para hacer amigos en la ciudad extraña, de su poca comprensión del lugar en que se hallaba. “Muy pronto -escribió- llegué a comprender que había un mundo más allá, afuera, del cual nuestro mundo colonial era apenas una sombra”. En ese mundo estaba la posibilidad de ser escritor.

El enigma de la llegada o The Enigma of Arrival, su título en inglés, se publicó por primera vez en 1987, cuenta la historia de un joven caribeño de origen hindú que llega a Inglaterra y se va transformando, poco a poco, en escritor. El narrador y personaje (la novela es neciamente autobiográfica) emerge de sus trescientas páginas casi invulnerable; consta de cinco secciones y la mayor parte de la acción se lleva a cabo en Inglaterra. Durante la primera parte, se describe ampliamente la llegada del autor al país en donde la voz narrativa renta una cabaña cerca de Stonehenge. Quizás debido a esto el narrador hace hincapié en su visión del país como un lugar congelado en el tiempo, un lugar que está atrapado en su propia historia milenaria.

Más adelante, el narrador debe extender su estadía en el campo para seguir escribiendo y es cuando se da cuenta de que estaba equivocado; el campo es un lugar que cambia constantemente y que consta de diferentes células independientes, personas solitarias, familias pequeñas que van y vienen y constituyen los agentes de cambio de aquél lugar silencioso. Aquí el autor hace una reflexión sobre cómo las percepciones que tenemos de las cosas varían y dependen de los juicios que emitimos a priori.

La voz narrativa reexamina su auto exilio de Trinidad, su viaje a Nueva York y su posterior residencia en Inglaterra; sus amplias narraciones ilustran el entendimiento del autor hacia sus relaciones con nuevas personas y sobre todo hacia sus motivos para salir de su país, esa urgencia que sentía por despojarse de unas raíces que él no sentía como propias.

Luego de la publicación de esta magistral novela, Naipaul fue nombrado caballero del Imperio Británico. Nadie puede saber cómo recibió ese honor; de él se ha dicho que ha querido ser más británico que los británicos, se le ha acusado de occidentalizante y de repudiar sus raíces.

La belleza de esta novela recae en lo extenso de sus descripciones mediante las cuales la voz narrativa, a la par que el lector, va meditando y descubriendo sus motivaciones para querer alejarse de sus raíces y sus impresiones sobre la gente que conoce y que lo acepta, al principio no como un igual, pero sí como un amigo.

Según Octavio Paz, la otredad es “un sentimiento de extrañeza que asalta al hombre tarde o temprano, porque tarde o temprano toma, necesariamente, conciencia de su individualidad. En algún momento cae en la cuenta de que vive separado de los demás; de que existe aquél que no es él; de que están los otros y de que hay algo más allá de lo que él percibe o imagina”[1].

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En El enigma de la llegada, Naipaul refleja su sentir con respecto a la llegada, el arribo, porque llegar a un sitio significa forzosamente dejar otro primero.

Para Naipaul uno de los principales desgarramientos en el proceso de la llegada es el darse cuenta de que siempre había sido el “otro” y de que los demás también habían significado siempre una otredad para él. La crisis de identidad se acentúa pues, al ver que aún después de toda la travesía efectuada no había una identificación con nadie; no la hubo en Trinidad y no la hay tampoco en Inglaterra. Aún.

La llegada es una búsqueda que no termina y el narrador queda atrapado en sentimientos de nostalgia y de frustración. Más adelante en la novela, la voz narrativa -cuyo nombre nunca llegamos a saber- se ve a sí misma reflejada en los demás, esto es, el autor ve la otredad en sí mismo, o lo que es lo mismo, logra hallar cierta identidad en los otros personajes (ingleses, por supuesto) y logra descifrar parte del misterio de esa otredad que sintió desde la infancia.

El escritor al final de la novela, logra sentirse en armonía con su entorno que contrasta totalmente con toda la extrañeza que había sentido toda su vida antes de llegar ahí. La novela trata del cambio de percepción que sufre el escritor desde su llegada hasta ese momento en el que puede ver a los demás en el pueblo como iguales, en el que reconoce esas partes de él mismo en los demás y puede quedarse tranquilo, pues ha hallado por fin su lugar en el mundo.

En El enigma de la llegada el autor al final halla un lugar al que se siente perteneciente, no por la gente, el idioma o las costumbres sino porque es en ese lugar, en esa cabaña en ese paisaje rural, en donde finalmente se convierte en escritor, cosa que había deseado desde que tenía once años.

La “otredad” en El enigma de la llegada funciona de una manera curiosa. La trama se desarrolla de manera que el narrador se convierte en la trama, los demás personajes se ven desde afuera, desde el punto de vista alejado de la voz narrativa que los percibe como entes extraños. Al mismo tiempo se desarrolla una segunda trama en la que vemos los intentos de la voz narrativa de convertirse en escritor, los cambios de estación en el campo que sirve de paisaje, la lenta evolución que sufre el escritor a lo largo de diez años y poco a poco, esas dos tramas se entrelazan casi sin que nos demos cuenta y para cuando el escritor se ha terminado de formar en su totalidad nos damos cuenta de que el personaje también ha terminado de evolucionar en ese entorno que al principio le parecía tan lejano.

Durante su discurso de aceptación del Nobel de literatura en el 2001, Naipaul confesó sentirse dividido entre dos mundos durante toda su infancia: el mundo de afuera y el de la casa de su abuela. “En Trinidad, donde nosotros éramos un grupo social desfavorecido, este aislamiento funcionaba como una especie de protección que nos permitía, justo entonces y sólo entonces, vivir según nuestras propias reglas, vivir en nuestra empalidecida India. Esto creaba un curioso proceso de introspección. Nos dirigíamos hacia adentro y vivíamos nuestra propia vida. El mundo exterior sólo existía en una especie de oscuridad y no nos preguntamos demasiado sobre él”[2].

Es quizás por esta razón que el narrador de El enigma de la llegada mira todo desde adentro, desde su introspección que resulta en paisajes minimalistas; hay una soledad insondable que se respira a lo largo de toda la novela: es su novela más honesta y es también, la más triste.

 

[1] Del texto de Ociel Flores “Octavio Paz: la otredad, el amor y la poesía” en la revista Razón y Palabra.

[2]Discurso de aceptación del premio Nobel de literatura 2001. La traducción es mía. “V. S. Naipaul – Banquet Speech”. Nobelprize.org. 26 Nov 2013 http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/2001/naipaul-speech.html

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