Reseñas
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Después de la música

Diego Fischerman
Eterna cadencia
Buenos Aires, 2011.

fisherman

Diego Fischerman ha escrito ya varios libros sobre música. Ha tocado temas que abarcan la música popular y la música culta con igual profundidad. Sus conocimientos son muy amplios y ha conseguido encontrar un lenguaje, un vocabulario, que le permiten hablar de asuntos complejos y hacerlos accesibles a un público no necesariamente especializado. Sus libros se plantean, me parece, como aventuras que pueden ser compartidas. Pero citemos un párrafo del comienzo para ejemplificar esto de un modo más claro:

“La música es dirección. Transcurre en el tiempo y, aun cuando su apariencia es estática, siempre se manifiesta con respecto a la expectativa de movimiento. La música, inevitablemente, es transcurso. Podría pensarse que es presente continuo, o que, por el contrario, no tiene presente. En realidad, se han llevado a cabo muchas más investigaciones a partir del producto (y de la producción musical ) que sobre su percepción, pero se podría asegurar que en la escucha de música todo es recuerdo –pasado: los sonidos son ya transcurridos, ese tema que se evoca, el ritmo que aún resuena en la mente- y expectativa –futuro: es que, a partir de lo evocado, la mente se prepara a oír.”

Y así con palabras sencillas, Fischerman va planteando preguntas y delineando respuestas a partir de compositores como Stravinsky, Shönberg, Berg, Webern, Varése, Boulez, Nono, Feldman o Cage.

Después de la música –hay que decirlo- es una edición revisada de La música del siglo XX (Paidos, 1998), en donde el autor argentino, como ya he dicho, hace un recorrido de la música culta del siglo XX, ese período intenso que para muchos queda atrapado bajo el nombre de música contemporánea y que implica un número grande de compositores y propuestas que llega de algún modo hasta nuestros días.

Al final del libro hay una propuesta discográfica muy interesante que funciona como guía auditiva para quien considere ahondar en esa música muchas veces, por desgracia, todavía desconocida.

Imagen por: Andrade Claudio

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