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Contra la fotografía de paisaje

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Contra la fotografía de paisaje
Fernando Fernández
Libros Magenta / Conaculta
1era edición, 2014

Me gusta pensar que el ensayo es una confesión que utiliza como pretexto un tema para, en realidad, mostrarnos el mundo íntimo del autor. Contra la fotografía de paisaje libro de ensayos de Fernando Fernández (Ciudad de México, 1964) retoma este aspecto fundamental del género y crea una pieza cuyo hilo conductor son los asombros recuperados a través de la escritura.

Contra la fotografía de paisaje, como lo indica el autor en las primeras páginas, es una defensa de la minucia y los pequeños descubrimientos. Si la fotografía de paisaje nos muestra un escenario completo, que necesita ser mirado desde lejos, en estos ensayos nos aproximamos a los detalles que componen el lienzo de una vida cuyo principal motor es la literatura y, por eso, debemos sumergirnos en una especie de close up que profundiza lo mismo sobre un libro que sondea los recuerdos de una vieja clase en la universidad.

Fernando Fernández sabe que el ensayo tiene, de origen, un tono subjetivo, pero no ignora que un buen argumento es igual de importante que la claridad en la prosa. En cada uno de los catorce capítulos del volumen encontramos una parte de la hoja de ruta del escritor narrada con pulso transparente e interés por dialogar con el lector. En las páginas de su libro desfilan personajes como Salvador Elizondo, Eduardo Casar, Pilar Montes de Oca, Gerardo Deniz, Eduardo Lizalde y otros menos conocidos como Felipe Teixidor y Federico Álvarez. En los dos primeros, en lugar del ensayo ambicioso que explora todas las facetas del creador, tenemos aproximaciones interesantes de la labor docente de ambos autores. A través de la mirada del joven Fernando Fernández asistimos a las aulas de la UNAM para recuperar la voz de Elizondo y Casar no a través de su obra, sino a través de sus obsesiones, sus cartografías librescas. Este es un punto a subrayar del libro de Fernández: contempla al escritor a través de los libros que los formaron y que, más tarde, compartieron en clases.

Otro elemento que sobresale en Contra la fotografía de paisaje es la anécdota que, aparentemente, tiene fecha de caducidad y sólo sirve para una columna olvidable o una plática de café. Fernando Fernández sabe aprovechar una obsesión como las veces que aparecen aves en la novela El barón rampante de Italo Calvino o una confusión sobre su vínculo con el escritor Fernando Vallejo. En cada uno de los pasajes el autor logra llevarnos a disquisiciones profundas: cómo funciona la memoria a través de la entrevista con un autor en el límite de su vida; el libro que nos impresionó en nuestra primera etapa como lectores y que regresa como un nuevo descubrimiento. En cada capítulo de Contra la fotografía de paisaje late el gozo del encuentro con las letras, el placer de la literatura y el sutil mecanismo del ensayo que nos muestra todo un mundo en vistazos que rinden homenaje a la buena escritura.

 

 

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