Entropía
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Cinco poemas de Caterina Scicchitano

*

El hombre es un ensamblaje de extremidades para la guerra
El hombre es una maquinaria sin sentimientos
El hombre mata y aniquila

El hombre nace sin sentimientos de una caja de acero blindada
y en reemplazo de los órganos,
guarda luz baja de campos mineros
y planos estratégicos cancerígenos en aerosol de pared
El hombre contrae y contagia paranoia

El hombre sólo tiene un órgano en el campo de batalla
El órgano se llama “mamá”.
El hombre conoce a la mujer en un barrio chino de un país extranjero
La lleva a cenar
Finge no ser un ensamblaje

La mujer cree ver algo en él
pero esa luz es su madre.

El hombre no tiene nada adentro suyo
más que su propia madre.
Por eso cuando le disparan en Vietnam,
sostiene su intestino delgado

Lo mira, recuerda cosas.

*

El drone es una máquina sin sexo,
operada por alguien sin género
(ya que no ves quien dispara)
Sus extremidades son cuatro alas sin alma
y un ojo por donde ven el territorio árido
y una criatura sucia corriendo

Al momento de disparar,
el drone no tiene género
a pesar de estar siendo operado por un rostro,
sólo muestra su maquinaria
Tiene cuatro alas sin alma.
Al momento de disparar,
no tiene rostro

y dispara.
*

Arquitecta de estructura estricta
hemofílica 
abandónica
uterina
estrafalaria 
la danza selvática 
arboleda de trébol
lo que toca toca,
la suerte es loca 
no tenés trabajo
aprisiona el sistema nervioso


ok, vale
lo haré
cobraré valor


depresiona el sistema amniótico 
líquido nervioso 
agresiva 
líbido de sueldo
reducción de daños


ok enter:


estás menstruando
aterrada
sola
en Chascomús
eres pobre en dinero
un primero de marzo


¿y qué?
*

Arriesgada
sigilosa
delicada
ninja
constructora de boas come intestinos
de herborecentes tés con leche
de niños sin encontrar 
quieren fantasear el horizonte
frente a frente 
con el sol
mancha de agua negra
con brillo convergente de años destruyendo 
a Marios ahogadores de mesetas

en cierto modo

Por donde caminaron
nuestros futuros concejales
buscando agua
respirando bancos
trigonometría aviaria 
planes hectarios 
desinflándonos 
al tragar viento con la panza

dejé ver la abundancia
mercados baratos 
pescaderos
cartelería con precios en tiza blanca

Te cogería los ojos del suelo.
Tú puedes, cobarde.
Ergocementa tus nervios pineales
camina por el baño 
mándate a echar entre la maleza verde 
de tu casa inventada
desdoblando tu piel
girándola agrícola
entre el dulce nervio 
que alguna vez te vio partir de la nuca
reflejando la luz de una camioneta 
que pasó por la ruta atropellando a mis cinco crías de perro
pueblo amaneciendo
amarillo naciendo
Amenábar 
Santa Fe
tu pecho
cubierto de oro
el afilar de dos cuchillos llamando al gato a comer
Unta pavor, Cecilia 
Ábrete al horizonte
El abuelo está por venir
Siéntate a la izquierda de la mesa
agradecida a Dios 
con cierta envergadura.
Y yo tan lejos sin si quiera poder acariciarte la cara

Vos seguro que viviste todo, ¿no? 
Campeonato mundial de la vida
por salivar demás, boqueaste miel
analfabeto 
de pasar de cobrar en un Banco Río
a desplegar las alas sobre el agua
la calle
palomas
palíndromes
tiros y bombas
libres de cascotazos
armaduras de jóvenes dorados de paco
la sangre en polvo
con lo urbano y lo decente atigrado de Susana,
de Zelma
remuneración de etiquetas
anecdótico de melva 
sobre el asfalto concreto en lo material, eh

Histriónico robot de billete rosa
mirá si serás cambiador de conciencia
vos dañino al pasar por el aire
de hoja en boca 
de boca en rama
de rama en charco
de charco en agua
de agua en gota 
de gota en zapato de suela 
y acá en casa en el barro
y que enchastre
y el mate 
y la charla
y qué poco
y qué cuanto
y qué miseria la miseria 
Pañuelo repasador, las lágrimas contadas te tengo
tintura Mabel rojiza n.7

Salteña amorocha postpálida 
sacás fiado por metro de métrica 
y de colectivo transportador 
de llevar personas de punta en punta
retomando la suela

siempre camino hacia vos mismo
de fuerte 
tambaleando de flaco
de alto
de hueso quebrado
de hombre con campera azul de acetato y zapatillas con barrio de blanco
de automóvil Fiat granizado
 
De dueños que no son tus dueños
¿Qué, te diste cuenta recién ahora 
que tus sueños viven dados vuelta?
De tu acumulación obsesiva y penetrable de olores 
Madres pinchadas por aguja,
todas las calles de fuego,
granito el vidrio que queda

¿Contra una casa brillante en la esquina? 
Sos fábrica abandonada,
bebé,
soñador inconstante.

¿A dónde vas a ir a parar ahora,
bajo la luz de luna de la tercera guerra mundial?
¿Qué estarás pensando ahora,
al terminar de sentir esto?

Poemas cedidos por la autora. Forman parte del libro Chaco mecánico publicado en abril del 2019 en Buenos Aires por Ediciones Nebliplateada.


Caterina Scicchitano nació en Mar del Plata, Buenos Aires. Publicó los libros de poesía Be a body (Editorial Gigante, 2014) y Limonada (Eloísa Cartonera, 2017). Estudia psicología y es traductora. Realizó la traducción al español de Noah Cicero, Gaucho Bipolar. Fue incluida en las antologías Mil novecientos violeta (Gaviero, España), Pasarás de moda (Editorial Montea, México) 1.000 Millones de poesía (antología del Festival de Poesía de Rosario, Argentina), entre otras.

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