Procesos
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En el día de la muerte de Bowie

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Resulta coherente saber que, cuando tenía dieciséis o diecisiete años, David Bowie quería, sobre todo, escribir musicales, de acuerdo con lo que el artista dijo en una entrevista en 2002 con Terry Gross. El dinamismo de personajes y discursos con los que empuñó su carrera artística es propio de una persona que conocía bien los mecanismos de la literatura dramática. Esos recursos los adecuó y desarrolló en un terreno que iba más allá de lo sonoro de la música; si bien el desdoblamiento de un intérprete en distintas personas vocales ya había sido registrado mucho antes, Bowie llevó estas bifurcaciones a un terreno mucho más palpable. Sound and vision: la coherencia de escuchar un personaje y, además, verlo. Esto, no obstante, nunca significó que la imagen estuviera subordinada a la música; por el contrario, ambos lenguajes siempre mantuvieron una correspondencia balanceada. Su interés en explorar nuevos campos musicales va de la mano de lo visual, de lo performativo, tecnológico y aun de la moda. Pareciera tener un ojo centrado en el detalle de lo vanguardista en todos los aspectos de su vida.

Como todo buen creador, Bowie buscó replantear una y otra vez su dirección estética llegando a doblegar la noción de autenticidad y autoría sin que esto mermara su calidad como artista. La capacidad de hacer collages de estilos, al menos en el ámbito de la música popular, sin duda pone a Bowie en la clasificación de “Inventors” que Ezra Pound define como “Men who found a new process, or whose extant work gives us the first known example of a process.” Que tire su réplica el músico de los últimos 25 años para acá que no tenga influjo alguno de Bowie.

Me gusta pensar que, además, David Bowie fue un artista generoso, una cualidad que no cualquier persona encarna con tanta soltura. Son innumerables los músicos que invitó a participar en sus álbumes, con lo cual, por un lado, nutrió su obra con distintas idiosincrasias y estilos, y brindó una exposición fundamental para varios de los colaboradores luego de trabajar con él. Fue de los pocos creadores de su generación que demostraron curiosidad hacia las nuevas tendencias sin adquirir una actitud aleccionadora. Sino al contrario, el homenaje y gratitud que tenía por músicos del pasado, contemporáneos o más jóvenes es evidente en la vasta cantidad de covers realizados a lo largo de su discografía: desde los Stones hasta los Pixies, pasando por The Velvet Underground y Jacques Brel. Claro, también son memorables las versiones de varias de sus canciones hechas por otros colegas, lo cual sirve para intuir que, en el canon de la música pop del siglo XX y XXI, David Bowie permanecerá como una referencia invaluable y digna de seguir.

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