Lugar Común es una muestra fotográfica y de video que reúne el trabajo de dos artistas mexicanos: Manuel Márquez (Xalapa, México, 1981) y Marcelo Prieto (Punta Arenas, Chile, 1969). Ambos participan con una serie de fotografías muy personales que plasman distintas facetas, momentos y personajes del Centro Histórico de la Ciudad de México. La exposición se exhibe desde el 29 de abril y estará abierta hasta el 21 de mayo de este año.
Habrá un coctel de clausura, al cual están todos invitados el día Martes 12 de mayo, 2015 a las 19:00 horas. En La Casa del Cine, ubicado en la calle de República de Uruguay 52, 2do. piso. Centro Histórico. México, D.F.
La exposición, aunque breve contrapone dos propuestas muy distintas, una, la de Prieto, realizada a partir de sólidos retratos en blanco y negro, de personajes singulares y atrayentes; la otra, la de Márquez, concebida desde un solo punto de vista, el de una esquina de un edificio del centro de la Ciudad de México. Las dos, sin embargo, abonan en la configuración de un lugar muy específico.
Pero dejemos que sean los mismos fotógrafos quienes hablen de su obra.
Ventana Sur
Manuel H. Márquez
“Eventually I was able to detect subtle differences in the traffic flow, to anticipate the rhythm of the different days (the commotion of workday mornings, the relative stillness of weekends, the contrast between Saturdays and Sundays). And then, little by little, I began to recognize the faces of the people in the background, the passers-by on their way to work, the same people in the same spot every morning, living an instant of their lives”.
Paul Auster – Auggie Wren’s Christmas Story.
Lo que estoy presentando aquí no es nada nuevo. De hecho es una variación, no de un proyecto de fotografía (aunque tal vez hay varios proyectos similares), sino de una historia que existe dentro del cuento Auggie Wren’s Christmas Story y también como parte de la película Smoke, ambos escritos por Paul Auster. En ellos, el personaje Auggie, interpretado por el ícono del cine independiente Harvey Keitel, le muestra a Paul Benjamin (William Hurt) su proyecto de fotos, tomadas desde la esquina de la calle Court en Brooklyn, diariamente, a las siete de la mañana en punto. Más de 4,000 fotografías que comprimen temporalmente más de 4,000 días conforman este proyecto fotográfico ficticio, hecho realidad dentro de los confines de una historia igualmente ficticia.
Lo que presento aquí es más flexible, ya que confieso me es imposible tener el rigor de estar listo, en el mismo lugar, a la misma hora, cámara en mano, para registrar religiosamente un momento que tal vez no es tan interesante. Mi departamento actual, ubicado en un tercer piso, me ofrece la cercanía y lejanía de la calle suficientes para ser espectador del cine de la vida. La ventana que da al sur es donde tomo el café por las mañanas, donde hago pausas durante el día, donde veo las lluvias vespertinas y breves de la capital. Mi nueva revaluación de la noción cartier-bressoniana del instante decisivo y de narrar algo con imágenes me impide dejar al azar de un reloj el contenido de mis imágenes. Yo elijo los momentos. Yo, con la actitud del francotirador, capturo estas instancias de realidad con el beneficio y el riesgo del francotirador: estar en un punto elevado y ventajoso, pero tomando el riesgo de que, si soy descubierto, estoy en mi hogar (el único punto de la ciudad que me pertenece a cambio de una renta mensual), y el cual expongo al estar en mi ventana, cámara en mano, apuntando a la gente. Tal vez parece un riesgo controlado o reducido, pero para mí esa racionalización es suficiente y valida mi predatorio accionar fotográfico.
Estas imágenes pertenecen a ese guión, a esa película, que sin duda alguna no es documental.
Nunca debemos dejarnos engañar por las imágenes, no son documento, no son realidad.
Combatir la nada
Marcelo Prieto Moffat
“Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías” Julio Cortázar
El retrato es el tema más recurrido en la fotografía. Desde que se realizó el primero en 1839 un autorretrato en realidad la búsqueda de representación ha acompañado a innumerables fotógrafos a lo largo de la historia. A mi parecer, el retrato es el más personal de los trabajos que un fotógrafo puede hacer, pues siempre hay algo nuestro en las personas a quienes retratamos.
Los 12 retratos que presento son resultado de mi encuentro con gente desconocida en las calles del centro. Parecería que estas personas no tienen nada en común más que el haber estado en alguna de estas calles, sin embargo, para mí todas ellas comparten algo y se relacionan entre sí, esa especie de nadar a contracorriente y la apariencia potente que los distingue de los demás, la que se manifiesta en cómo se ven y lo que hacen. Algunos trabajan en la calle y algunos otros son habitantes temporales de este espacio democrático que es la calle.
De estos retratos me interesa sobre todo el poder establecer una relación de un par de minutos con mis modelos. Lo que hace que me acerque a ellos es en principio su poderosa presencia, me es irrelevante si son hombres o mujeres, si son atractivos o no, hay algo misterioso que me impulsa a pedirles que me permitan retratarlos y que por unos minutos me regalen su atención. Horas o días más tarde después de esos fugaces encuentros veo los negativos colgados en el baño esperando a secar y siempre me pregunto: ¿cuánto de las personas que retratamos se queda en nosotros? ¿Cuánto de nosotros hay en ellas?