Quien escribe, puede no saber porque lo hace, pero al final escribe. Esto lo obliga a reconocer mecanismos interiores, disposiciones personales, pero también sutilizas formales. Quien escribe más allá de si son muchas o pocas sus lecturas, sabe leer. Difícilmente desde el siglo XX, alguien que escribe y no lee, no puede darle un giro a la literatura que circula en su momento. Cesare Pavese decía que el poeta debía ser el hombre más culto de su tiempo. Ricardo Piglia es las dos cosas, un gran lector y un gran escritor. Al igual que Borges en algún momento, ahora Piglia organiza una colección. Cada uno de los volúmenes lleva el siguiente párrafo:
“La Serie del Recienvenido propone al lector grandes obras de la literatura argentina de las últimas décadas del siglo XX, seleccionadas y prologadas por Ricardo Piglia. Los libros que conforman la serie han sido elegidos de acuerdo a la presencia ¾y la actualidad¾ que estas obras tienen en la literatura del presente. En un sentido estos libros han anticipado ¾o promovido¾ temas y formas que tienen un lugar destacado en la narrativa contemporánea. Siempre recién venidos, los títulos de la colección están en diálogo y en sincronía con las propuestas más novedosas de la literatura actual.”
Esta declaración me sugiere dos asuntos. Por un lado, el riesgo. La Biblioteca Personal de Borges se conformó de libros leídos con placer y abarcan la literatura universal, lo que sin duda protege a Borges de lidiar con sus contemporáneos y sobre todo con otros escritores argentinos de su tiempo. En el caso de Piglia, seleccionar a algunos escritores recientes implica rechazar a escritores estrictamente de su país y su tiempo. Sin embargo, y éste es el otro asunto, se establece un canon dentro de una literatura. Es decir que, más allá del riesgo, se hace una lectura rigurosa de una literatura, en este caso la argentina, pero que como nos es dicho en la presentación de la colección, los libros elegidos por sus “temas” y “formas” pretenden ser actuales y por lo mismo capaces de dialogar con lo que se escribe hoy.
Algo tangencial, pero no menos importante, es que al activarse una colección como ésta, se rescata y ponen en circulación libros y autores que por alguna razón se extraviaron o fueron leídos por pocos. Dado que es el Fono de Cultura Económica que publica la misma, es presumible que estos libros y autores caigan en las manos de un interesante grupo de lectores de lengua española, lo que sin duda contribuye a reformular muchas de nuestras ideas sobre la literatura escrita en español.
Esto me ha sucedido leyendo los cuentos de Oldsmobile 1962 de Ana Basualdo y la novela En breve cárcel de Silvia Molloy, escritoras prácticamente inexistentes en México. La contribución de estos libros a nuestra literatura puede ser también relevante en el sentido que amplían el paisaje de lecturas, pero además de recursos estilísticos que vuelan a nuestro alrededor. Ponen en perspectiva una buena parte de lo que se ha escrito en México en la últimas décadas. Hay aquí un diálogo interesante y afortunado que permite pensar mejor que es la literatura mexicana. Sinceramente, no imagino a nadie haciendo una colección como la de Piglia en nuestro país, esto como he dicho por el riesgo de incomodar a otros, y sin embargo, hace mucha falta una relectura escrupulosa de los libros que podrían constituir una tradición sólida, breve o vasta poco importa, de lo que es la literatura mexicana.
Un esfuerzo como el de Piglia debe celebrarse más allá de la crítica que pueda suscitarse en torno al proyecto. Los libros están acompañados por un prólogo que no es una justificación. Es más bien un atento comentario, corto y suspicaz, sembrado de admiración y sabiduría de lector y escritor, como me parece sucede en las primeras líneas del prólogo de Oldsmobile 1962: “Tendemos a recordar más los cuentos aislados que los libros de cuentos, pero cuando sucede lo contrario es que estamos ante un acontecimiento literario.”
Esta línea conlleva una observación que establece un criterio. Es un pronunciamiento aparentemente sencillo pero no deja de ser una indicación para alguien que se aproxima o interesa en la literatura. He aquí otra virtud de la colección, en medio de la proliferación de publicaciones, de las librerías desbordadas de libros, quien no es un visitante habitual de éstas, ¿por dónde empieza? La Serie del Recienvenido es una puerta y también una pauta que permitirá enfrentarse a nuevas lecturas a partir de una medida meditada. Los prólogos de Piglia citan además otros autores, puntualizan, comparan, y esto también, habría que agradecerlo.
Imagen por: Corso