En el museo Guggenheim de Bilbao se presenta actualmente una escultura de la artista japonesa Fujiko Nakaya. Se titula FOG, y es tal cual, niebla —blanca y densa—, lo que se levanta desde el piso y se esparce alrededor de las paredes del edificio de Franz Gehry. La nube inmensa invade por completo el panorama: los puentes que forman parte de la ciudad vasca, las esculturas que acompañan los exteriores del museo —entre ellas los globos de Jeff Koons y la araña de Louise Bourgeois—, así como también invade a los visitantes y transeúntes, además de la imaginación de cada uno de ellos. La niebla se infiltra de tal modo que no ofusca ni obnubila, y esto gracias a su presencia rasa.
¿Por qué fascina esta escultura?, ¿qué tiene de relevante? Precisamente su carácter de cotidianidad. El encanto de un suceso ordinario que casi todos hemos visto y conocemos, pues ¿quién no recuerda escenas de vapor saliendo de alcantarillas o las bocas laterales de túneles vociferando? ¿Qué nos dice esa niebla? Su densidad provoca en nuestros ojos una sensación de búsqueda, ¿qué nos demanda explorar? El budismo zen enseña entre otras vías para encontrar el sentido de la vida, el koan: un problema que exige una solución no racional capaz de contener un significado trascendental. FOG es una especie de koan. Niebla en la cual meditar.
La propuesta de Fujiko Nakaya esculpe dentro de nuestra mente un espacio de libertad y de nuevas relaciones con la naturaleza. La niebla, como un arte para el sosiego de la mente.
Imagen por: Phillip Maiwald