Cuando Antonio Calera-Grobet explica el por qué de la ruptura cronológica empleada en Zopencos, su última novela, pareciera describirnos también su pensamiento. Nos dice: “Hay una especie de sensación cubista. El cubismo intentó mostrar al hombre en muchas de sus facetas como sucede en La mujer bajando las escaleras de Duchamp. Si tratas de realizar un cortometraje de ese lienzo para ver cómo una mujer podría verse bajando las escaleras desde todos los puntos de vista, la única manera de hacerlo sería cortando el cuerpo humano.” Y así es como opera la mente y la escritura de Calera-Grobet. Para entender Zopencos, una comedia de clase B, es necesario diseccionarla y analizar cada uno de sus elementos constructivos.
La novela arranca así: “El pasado: el callejón de loros y los gaborreanos —éste es el título del primer capítulo— es una narración turbulenta, como cuando eres niño y te subes por primera vez a un tobogán, la sensación de vértigo comienza en el momento en que sueltas tus manos y te dejas ir, la inercia sigue su fuerza.” Al preguntarle al autor si creyó que en algún momento de ese intento por hacer una narración desbordada, liviana y fluida, saldría un relato sin contenido, él explica: “Yo pienso en cómo “jazzear”. Quería hacer un poco de beat box, una especie de fluido donde la continuidad se notara. En otra entrevista decía que quería que la experiencia fuera como la de un tobogán. Una novela rápida. Claro, tienes el riesgo de que el río se salga de cauce. Pero para eso puedes poner diques en la corrección. Cuando sentía que estaba poniéndome demasiado líquido frenaba un poco y trataba de darle más sustancia al texto. Si seguimos utilizando la metáfora de la liquidez, esta novela representaría el más líquido de mis trabajos. Lo anterior es más pétreo, denso, mucho más pasmoso. Pero esto no significa que sea subliteratura o que la novela sea ligera. En la presentación que se hizo en Bellas Artes contaba que mi deseo era escribir una novela liviana. Es algo que Italo Calvino propuso para el nuevo milenio, es decir, éste en el que estamos ya. Él hablaba de la liviandad. Que se escribieran novelas que no pesaran tanto y aplastaran al lector.”
Durante la entrevista Calera-Grobe consumió tres tazas de café espeso. Su mirada estaba por lo mismo nerviosa y sus pupilas por momentos temblaban. Se movían rápidamente y de pronto se quedaron concentradas en un punto fijo. Sus palabras fluían al igual que en Zopencos, con una fuerte dosis de cafeína. Al hablar del relato, me decía: “La historia no tiene nada de sorprendente, es bastante común. Buscaba un recorrido, un juego de pandillas, cosas que vemos en el cine. Es Trainspotting. Es una narración como la de The Warriors. Lo que buscaba era un ragtime. Una narración donde no hubiera un estudio para piano de Chopin. Me interesaba algo que arrancara con un chorro de escalas y siguiera así hasta llegar a una fuga.”
¿Si Calera-Grobet quería hacer una literatura libre de adornos literarios ¿por qué anunciarla como una comedia de clase B?: “La comedia para mí es una de las expresiones más elevadas del arte. No solamente para mí, sino también para una larga tradición de autores. Con comedia no me refiero —como ahora se concibe— a un tipo de escritura de artificio menor o de segunda clase. Creo que hemos sobrevaluado la inteligencia y la erudición omnicultural. Hemos al mismo tiempo subvalorado el sentido del humor. Excepto cuando hablamos de Woody Allen. Ya nadie recuerda a Groucho Marx. Habría que regresar a esa comedia, esa es mi propuesta. No creo que en México todo deba ser sobre el narcotráfico. Pero esto no significa que mi novela sea en modo alguno una respuesta a los libros que se escriben en el norte del país. Quise ponerlo como una comedia de serie B, porque lo que trato de comunicar a los escritores de mi generación –o al menos a mí– es que uno debe ser consecuente con sus retos.”
Carajo, apareció dentro de la lista de los mejores libros del año según Sergio Gonzáles Rodríguez. Esta lista fue polémica e hizo que amigos de Calera-Grobet se pronunciaran en su contra. “Bellatin y Fadanelli se incomodaron y publicaron algunos textos. Yo no hablé de ella. Se hizo mofa de los escritores que aparecimos y también de Sergio Gonzáles Rodríguez por haberla formulado. Lo que yo dije fue que me importaba un rábano todo eso. Lo que me interesa es validar mi obra literaria. Puedo escribir un libro de cocina, como lo fue Gula, o Carajo, un libro con lenguaje enciclopédico. El reto es siempre reinventarme.
Zopencos relata la decadencia y nostalgia del pasado. Es el enfrentamiento de Eugenio, personaje central, con amigos a los cuales ha dejado de ver durante años. Un hecho, en este caso la boda de uno de ellos, los reúne y los hace sentir la decadencia en la que viven. Como toda comedia tiene un secreto oscuro. “Es a lo que me refiero con comedia, ¿hasta que punto puede serlo? ¿Comedia en qué sentido? Porque esos amigos terminan en un coche como si fueran Olivia Newton y John Travolta dando vueltas en el aire?”
[Zopencos ha sido editado por Ficticia (2012) y es la última novela de Antonio Calera-Grobet.]
Imagen por: Recital de Poesía Chilango Andaluz