Estoy convencido que la poesía circula por rutas inimaginables y que aún en las peores condiciones es capaz de emerger y ocupar el lugar que le corresponde como una de las experiencias humanas más indispensables. La poesía contrariamente a lo que se dice, nos acompaña y ayuda a vivir. Nos permite reconsiderar nuestra existencia y le da a ésta una espesura particular.
Hace algunos años leí en un tomo de traducciones de Octavio Paz unos poemas de un tal Georges Schehadé. Ese nombre aparecía a un lado de otros más conocidos como Pierre Reverdy, Paul Éluard, Henri Michaux o René Char, sin embargo, nada sabía de Schehadé. De los poemas elegidos por Paz me gustó sobre todo uno que memoricé y que más adelante volví a encontrar esta vez traducido por José Luis Rivas para Las poesías, un volumen dedicado al poeta libanés de lengua francesa publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana en 1989. El poema que prefiero en la versión de Rivas, dice así:
Te llamo María
Un casto cuerpo a cuerpo con tus alas
Eres hermosa como las cosas que he visto
En el principio tu hijo no estaba en los paisajes
Ni tu pie argénteo en los lechos
Te envidio María
El cielo te cubre de inquietud
Cuervos tocaron tus ojos azules
Tú me inquietas muchacha tu me inquietas
El follaje está loco por ti
Este poema describe bastante bien las tentativas de Schehadé: el uso de un lenguaje discreto, imágenes ligeramente surrealistas (“cuervos tocaron tus ojos azules”), la obsesión por la sensualidad y los procesos del amor. Las últimas dos líneas me parecen de una belleza abrumadora, además de que siguen sorprendiéndome por la rotunda claridad con que enuncian una emoción por todos conocida.
La Taberna Literaria Editores ha puesto otra vez los poemas de Schehadé disponibles e inmejorablemente traducidos por el poeta argentino Rodolfo Alonso. La edición (México, 2011) es fina y se agradece el pequeño prólogo de Alonso. En este por primera vez me enteré que Schehadé fue promovido por Paul Valéry, Saint-John Perse, Jules Superville y Paul Eluárd, este último con quien comparte algunos lazos. Schehadé fue según Alonso un poeta silencioso dedicado toda su vida a la enseñanza pública en Beirut. Escribió además de poemas obras de teatro que fueron defendidas por André Bretón y Benjamin Péret, y que han sido dirigidas por Jean-Louis Barrault. En cuanto a la poesía publicó algunas plaquettes artesanales hasta que Gallimard comenzó a editar Les Poésies, un volumen que aumentaría sus páginas poco a poco con el paso de los años.
La edición de La Taberna Literaria Editores fue realizada en Zacatecas y posee muchas cualidades. Los poemas aparecen en francés y en español, lo que permite valorar con mayor exactitud el trabajo de Alonso, traductor de poetas muy distintos y de lenguas distantes como Drummond de Andrade, Manuel Bandeira o Cesare Pavese.
Como ya dije, la poesía recorre caminos imprevisibles y hoy, en México, existe otra oportunidad para leer a un poeta sutil y genial como Georges Schehadé, quien escribió, regalándonos de nuevo la esperanza:
Y lejos hay
En Asia bellamente larga
El nadador de un amor único.
Imagen por: Solitary Dog Sculptor