En un tiempo en que la intolerancia y la indiferencia no distan del actual, vivió una niña que con su piano, voz y genialidad, sacudió los escenarios del mundo entero con sus ideas. Nina Simone logró enfrentar sus miedos y alcanzar la libertad a través del arte. Con el sueño de convertirse en la primer pianista clásica de raza negra de los Estados Unidos, la artista rompió moldes y estructuras, mostrándose como una mujer fuerte, comprometida y brillante en un tiempo en que ser mujer, y de origen afroamericano, representaba una enorme desventaja social. Denominada The High Priestess of Soul, Nina Simone levantó la voz para señalar la enfermedad del orden social que reinaba en su época.
¿Con qué motivo una persona decide incursionar en el mundo de la creación si no es para generar un discurso, expresar una idea, o hacer crítica de los paradigmas que imperan entre la sociedad? ¿Por qué ser artista, si no es para involucrarse y ejercer un cambio positivo? Nina Simone gritó en 1963 Mississippi Goddam!, como reacción contra la bomba arrojada a la iglesia de Birmingham, Alabama, que dejó cuatro niñas afroamericanas fallecidas a manos de supremacistas blancos. Interpretó canciones como To Be Young, Gifted and Black para promover el orgullo de su identidad, así como la curiosidad por descubrir la esencia y el poder de los afroamericanos, en un país construido con esclavos y la opresión de minorías. Sólo ella consiguió a través de Ain’t Got No, I Got Life, lanzar un himno de aceptación y amor por uno mismo, en una sociedad que le faltaba algo más importante que la consolidación capitalista, el respeto.
Nina Simone atendió una necesidad urgente, la de redefinir su sociedad. Para ello se entregó a una lucha que buscaba ampliar la mente de quienes la escuchaban y así borrar prejuicios. Una lucha que por desgracia no termina y que sigue requiriendo de artistas comprometidos, pero que cada día son menos.
Con una voz única que puede acompañarte, consolarte, pero también sacudirte y destrozar sin piedad, Nina Simone entregó completamente su ser a la música para transmitir mensajes emocionales, que transportan lo que llevaba dentro, bueno o malo. La directora del documental What Happened, Miss Simone?, realizado en conjunto con Netflix, Liz Garbus, decide iniciar su película con la participación de la cantante en 1976, dentro del marco del Festival de Jazz de Montreux, Suiza. Tras años de retiro de los festivales y grandes escenarios, Nina Simone abre el concierto con la frase: We will start from the beginning, which is about a little girl, and her name was Blue. Con los primeros acordes de piano, Garbus nos introduce a la vida de la cantante en una narrativa documental bastante convencional y cronológica que deja ver los momentos y obstáculos que considera más relevantes en la vida de la artista, para mostrarnos a un personaje complejo, no sólo atormentado, sino con una historia y sucesos que a lo largo de su vida influyeron en su forma de pensar y actuar.
Nacida bajo el nombre de Eunice Kathleen Waymon y con tan sólo 4 años de edad, se acercó a un piano en una iglesia local de Tryon, Estados Unidos. Al cumplir siete años su vida dio un giro. Una profesora de piano de tez blanca, la escuchó un día y convencida de su talento, comenzó a impartirle clases. La pequeña niña se sentía intimidada por la blancura de esa mujer, una blancura que le resultaba extraña porque nunca había estado tan cerca de una persona así. Nina Simone inició de este modo lecciones de música clásica, que más tarde le darían la disciplina y la habilidad para experimentar con el jazz, el blues y la música soul.
La cantante afroamericana conocía su entorno a la perfección y ese saber le dio la libertad de utilizarlo a su favor para romper los límites y experimentar fuera de ellos. Con el objetivo de convertirse en la primer pianista clásica de raza negra de Estados Unidos, Nina Simone estudió un año y medio en la prestigiosa escuela Juilliard de Nueva York y, en 1951, aplicó para una beca en el Instituto de Música Curtis, en Filadelfia, que le fue cancelada por ser una mujer de color.
Al terminarse el dinero que durante su infancia había recabado mediante presentaciones y recitales organizados por su profesora, Eunice Waymon encontró trabajo en un bar de Atlantic City. Para evitar ser descubierta por su familia, decidió ocultarse bajo el nombre artístico de “Nina Simone”, evocando con éste la palabra “niña”, por un antiguo novio que la llamaba así. El apellido “Simone” se debió a su admiración por la actriz francesa Simone Signoret. La carrera musical de Nina Simone comenzó cuando una noche, tocando en aquel bar, el dueño le advirtió que debía cantar para mantener el empleo.
Con una narrativa sencilla que apela al clásico documental biográfico, Garbus aprovecha material de archivo con entrevistas realizadas a la cantante, presentaciones y conciertos, además de mostrar también la visión de quienes convivieron con ella: su hija Lisa Simone Kelly (una de las productoras ejecutivas del documental), su ex esposo Andrew Stroud, su amigo, guitarrista y director musical Al Shackman, Ilyasah Shabazz y Attallah Shabazz, hijas de Malcolm X y Betty Shabazz, su amigo Gerrit De Bruin, entre otros. A través de este material, Garbus trata de construir un retrato más profundo de Nina Simone, como artista, defensora de los derechos civiles de los afroamericanos, creadora, luchadora, madre, pero también una mujer presa de la violencia familiar y del trastorno bipolar que padecía y que, hacia el final de su carrera, la llevó tomar el medicamento trilafon, que afectó dramáticamente su habilidad para tocar el piano.
Sin embargo, los mejores momentos del documental son cuando vemos a Nina Simone en la pantalla, arriba del escenario, en algún concierto o en entrevistas expresando con fuerza las creencias que la acompañaron durante su vida. La artista que definía la libertad como una capacidad para vencer los miedos y entonces ser y existir, usó siempre los escenarios para convertir la experiencia musical en un ritual que llevara tanto a ella como a su público a un nivel más elevado de conciencia.
Nina Simone tomaba su tiempo y espacio y convertía cada presentación en una oportunidad para expresar su libertad e impulsar una transformación social. Consideraba que el arte era la vía para sacudir su entorno. Pero eso lo pagó a un precio muy alto: el de la soledad que le pesó a lo largo de la vida, el exilio, abandonar a su marido y su familia, para perseguir un sueño de libertad en Liberia, que más bien la llevó a empobrecerse y finalmente trasladarse derrotada a Suiza, Francia y Holanda.
Dejando atrás la convulsiva década de los años sesenta, Nina Simone apoyada por amigos como Gerrit De Bruin, tuvo una segunda oportunidad. Gracias al director de cine Ridley Scott, en los ochenta, su canción My Baby Just Cares for Me se popularizó mundialmente en un comercial del perfume Chanel No. 5. Esto le abrió las puertas para realizar una importante gira y así volver a los escenarios, haciendo a un lado la reputación de “revoltosa” que la había perseguido en el pasado.
En el 2015, sucesos como el de Birmingham en Alabama en los años sesenta, no se diferencian de hechos como el de los nueve miembros de una iglesia de la comunidad negra de Charleston en Carolina del Sur, muertos a manos de un joven blanco, de 21 años, que atacó una Iglesia Metodista en el mes de junio. En 1963, la muerte de cuatro niñas enfureció a Nina Simone. Esta horrible situación modificó el objetivo de su carrera y le dio un sentido. Su participación dentro del movimiento por los Derechos Civiles, transformó su vida y su carrera profesional. Hoy en día, voces como la suya siguen siendo urgentes.
El ejercicio documental de Garbus y Lisa Simone, si bien logra hacer eco del talento que caracterizó a la artista entre generaciones que poco saben de ella, a través de una plataforma como Netflix, se queda lejos de lograr el impacto que han tenido películas similares como Searching for Sugar Man (2012) del fallecido director Malik Bendjelloul, o el reciente trabajo del documentalista Asif Kapadia sobre la vida de la cantante Amy Winehouse.
Para finalizar, vale la pena destacar las palabras de Attallah Shabazz, quien describe en la película a Nina Simone como una mujer de otra época: “Cuando alguien baila a su propio ritmo, fluye con su propio espíritu. Si viviéramos en un entorno que nos permitiera ser como somos, viviríamos en comunión con nuestro ser. El desafío consiste en encajar con el mundo que nos rodea, pero, ¿tenemos permiso para ser exactamente como somos? ¿Acaso a Nina Simone se le permitió ser exactamente como era? Ser frágil, y fuerte a la vez, ser vulnerable y dinámica a la vez, ser una reina africana. Casi nadie se atreve a vivir tan honestamente como vivió ella.”
La pregunta entonces, es esa, si nos atrevemos a vivir honestamente. La clave consiste quizá en la definición de libertad que alguna vez expresará la enorme artista que fue Nina Simone: I will tell you what Freedom is: No Fear… I mean seriously, No Fear.