“El poema, ese rito de la conformación de la existencia a través del lenguaje, se vuelve de repente ceremonia de celebración de la palabra”, escribe Serge Pey en alguna prosa encontrada en esa necia botella al mar que es la virtualidad. Recientemente, el pasado martes 14 de abril, este poeta francés, realizó un acto metafórico, una caminata dentro del bosque de Chapultepec al lado del bailarín marroquí Michel Raji, para dar inicio a la edición 2015 del festival Poesía en Voz Alta.
Como cada año, la Casa del Lago Juan José Arreola realiza este ejercicio lírico performativo con más de 50 años de tradición, que vincula escritores mexicanos reconocidos con poetas de distintas tradiciones orales y diferentes nacionalidades, incluidas las lenguas indígenas. En esta ocasión, además de otros destacados invitados como el poeta estadounidense Jerome Rothenberg, nos encontramos con provocadoras propuestas, ejercicios vertiginosos en torno al lenguaje, como la poesía de Serge Pey.
Le poème, ce rite
Autor y activista francés, nacido en 1950, proveniente de una familia obrera del barrio Hers de la ciudad de Toulouse, un perseguidor del lenguaje para quien la poesía juega un papel trascendental en el día a día del mundo contemporáneo.
En entrevista inesperada, un poco surgida por el azar de un disco regalado (en cuya portada puede apreciarse un jitomate aplastado), Pey nos platicó de algunas de las nociones sobre las que se ha construido su idea de lo poético:
“Para tocar lo real se necesita una preparación mental, en unas horas es imposible transformar a la gente, como muchos pretenden. Cuando accedemos a una definición de la poesía, ya la poesía participa de esta concepción”, señala.
Para él la modernidad se materializa como una confusión que existe auspiciada por el mercado, en ella la cultura y las formas de comercio confluyen entrelazadas y el lenguaje pierde fuerza, es minimizado: “La modernidad no sabe nada, Heráclito es mucho más moderno que muchos hombres actuales. Arthur Rimbaud solía decir que odiaba la ciencia porque le parecía lenta, mientras que la poesía camina de la mano de Dios. Yo pienso otro tanto al respecto sobre esta era que nos ha tocado vivir”, declara Pey.
“No espero nada del público, la tarea de un poeta es destruir al público siempre. El público es una enormidad, una grosería; la verdadera poesía no supone un público sino una comunión, por eso el trabajo de un poeta es destruir al público para encontrar esa otra cosa, colectividad”, explicó cuando se le preguntó sobre su relación con el público.
Sobre el lenguaje
Desde 1981 Pey ha trabajado en diversos proyectos artístico-poéticos al lado de su aliado Michel Raji, todo a partir de una técnica de poesía física y experimental. Ambos artistas están convencidos de que factores como el vértigo o el movimiento son fundamentales para entender lo poético, para concebir al poema como intermediario; un camino entre la vida y el lenguaje que debe ser cruzado:
“El poeta debe trabajar sobre el bloque total de realidad y eso es un trabajo de todos los días, no consiste únicamente en escribir una poesía y relajarse. El poeta debe de cambiar la cotidianidad desde el acto”, dijo.
Según explica, toda poesía realmente es una manera de emplear las palabras de siempre –dentro de las que ya están contenidas las personas, los animales, las vocales o los sonidos que toda la gente usa– pero sacándolas de ese inconsciente colectivo que es lo Real, para darle una materialidad diferente de la acostumbrada en el entorno social. La poesía para Pey tiene que lidiar y, quizás a la usanza de Andrei Tarkovsky, esculpir desde el lenguaje ese bloque de sustancia donde las cosas, los seres, el tiempo y la nada se cruzan caóticamente.
Recordar a los caídos
A principios de los años setenta Pey inicia con estilo de poesía, reflexión, experimentación y activismo, desde diversas trincheras como su trabajo performativo o la fundación de editoriales y colectivos. En diversos poemas suyos nos reencontramos con una actitud estética desde la que confluyen temas sociales e ironías del mundo, como puede apreciarse en el siguiente poema antologado en el Cuadernillo de Poesía en Voz Alta 2015:
“En un país
donde se levantan
monumentos a la libertad
los únicos libres son los monumentos”
(Serge Pey)
El martes de la abertura de Poesía en Voz Alta, Pey realizó un pequeño ritual-reflexión para recordar a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa:
“En Francia ya había dedicado un par de eventos para ellos. Esos jóvenes iban a ser docentes de escuela y para mí masacrar a un profesor es la cosa más abominable. En estos días un maestro es el único ya que transmite realmente la poesía. La muerte de eso jóvenes me recuerda a la del Che Guevara, quien fue un maestro. A él lo ejecutaron en una escuelita llamada La Higuera, en Bolivia, donde lo tenían cautivo. En un pizarrón dentro de un salón de aquel lugar había una falta ortográfica y el día de su ejecución el Che le pidió a sus captores que la corrigieran. Murió enseñando”, concluyó Pey.
Fotografías de Diego Alva Peniche
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Je voudrais contacter Mr. Serge Pey, j’ai beaucoup de belles memoires de mon adolescence grâce a lui qui a été mon professeur d’histoire au Lycée Franco Mexicain à México. Il a vraiment marqué ma vie et je ne l’oublie jamais! Merci Serge, j’ai me suis amusée beaucoup avec votre singulière façon de nous recompter l’histoire.