El 12 de marzo pero de 1955 murió Charlie Parker. No es un secreto que el saxofonista alto cambió la historia de la música. Más allá de los géneros, su música trasciende por su intensa vivacidad. Parker no fue paciente en nada. Su vida transcurrió en agitadas aventuras, anécdotas que hoy circulan en boca de muchos. Sin embargo, el músico de jazz despierta siempre inquietud y admiración. Prueba de ello es por ejemplo la película Bird de Clint Eastwood o las innumerables biografías entre las que destaca Nostalgia de Charlie Parker de Robert George Reisner, en realidad un mosaico de historias que resumen una vida.
Reisner, amigo y promotor de Parker, rescata en este libro anécdotas contadas por músicos y amigos del singular saxofonista. Todas ellas redondean un personalidad. El libro fue publicado hace tiempo y existe una edición en español de la editorial de Barcelona Global Rythm, editada en 2009. Ahí, en la introducción de Reisner se cuenta lo siguiente sobre su muerte:
“El sábado 12 de marzo de 1955, a las 20.45, culminó sus ansias de autodestrucción. Me topé con él el día de año nuevo de 1955; nos dimos la mano e hicimos planes para el futuro.
-¿Sabes una cosa Bobby? Jamás pensé que viviría para ver mil novecientos cincuenta y cinco –me dijo.
-¿Has leído las Rubbaiyat de Omar Jayam? –le pregunté.
Sonrió –siempre sabía que tenías en mente- y citó unos versos:
Ven llena la copa y lanza al fuego de la primavera
el disfraz invernal del arrepentimiento;
el pájaro del tiempo apenas
seguirá revoloteando –el pájaro ya ha alzado el vuelo.”
Muchas fueron sus influencias, es muy conocida la anécdota de su intento por visitar a Igor Stravinsky, y quedarse fuera de la casa viendo al compositor ruso a través de la ventana. Aquí un video tocando con Coleman Hawkins, a quien sin duda admiraba y respetaba.
Imagen por: William P. Gottlieb