Lo que podemos apreciar, a simple vista, del cortometraje de 22 minutos, dirigido y escrito por Georges Franju en Paris del 1949, La sangre de las bestias, es la brutalidad de la explicitud visual. Esto nadie lo pone, ni lo pondrá en duda. La falta de autocensura dejan al desnudo la decisión, y la postura ideológica del, los y las realizadores, sobre la capa más superficial de la película. Son muy pocas las opciones que el material nos ofrece como espectadores en una primera mirada. Pero la verdad hay mucho más que interpretar sobre este film. Hay más allá que un simple deseo de reflejar lo cruel que puede parecer ser un matadero de animales para el consumo humano.
Entrando en lo técnico del guión, desmembrándolo igual que a los animales del filme, tenemos tres puntos fuertes, cada uno de ellos con una pausa visual al inicio y al final. Estas pausas incluyen la introducción que sirve de contextualización espacial y una pausa final que termina de concluir la narración y en si la jornada laboral. Estas pausas son relatadas por una voz femenina: suave y dulce. Vemos la ciudad, la gente en su vida cotidiana y no parece tener nada fuera de lo común. Una típica escena de las afueras de parís que hasta los que nunca estuvieron en este lugar del mundo, pueden asociarlo sin problema con esa idealización de la tranquilidad y el romance parisino.
Los puntos fuertes, las tangentes, donde el espectador quiere cerrar los ojos para no ver las imágenes de la sociedad en la que pertenece, pero no pretende aceptar. Donde prefiere aferrarse a la ignorancia y hasta opta por abstraer los cuadros en texturas y no objetos reconocibles. Estos auges en la narración, son tres: el caballo, las vacas con los becerros y las ovejas. Donde la voz ya no es la de la dulce mujer. Ahora tenemos la voz de un narrador hombre, un macho, firme, cortante, que va directo al punto sin muchos rodeos. Esta voz describe las situaciones que el equipo decide representar a partir de atrevimientos específicos.
El público ya se hace una idea de que se va a introducir al mundo del matadero. Previamente se contextualiza el mundo a partir de planos generales, medios, detalles, etc. También se le contó y se le mostraron las herramientas que allí se usan. Con esta información Franju nos muestra el primer animal, un caballo, que sin aviso, se le dispara en la cabeza con una pistola de perno cautivo y así desubicando al espectador, el caballo muere. Pero esa secuencia se cuenta a partir de saltos de ejes. Que están pensados para crear aun mayor confusión y desconcierto. Luego todo este proceso de desarmado del caballo lo podemos ver, a partir de planos que cada vez se van acercando más y más al detalle del corto del animal. Y para el final de la acción, el caballo, se termina convirtiendo en un objeto irreconocible. Dejamos de percibir al animal como tal y en tan solo diecinueve planos se transforma en una masa amorfa colgante.
Las vacas y los becerros cumplen el mismo proceso. Y por último las ovejas igual. El mismo destino para todo animal que sea considerado apto para el consumo humano. Dentro de las tomas de los procesos de despedazar, trocear, cortar, partir, dividir, seccionar, desangrar y colgar hay un sonido que Franju decide no olvidar. Los silbidos de los trabajadores. Donde no es de casualidad que en el año 1928 vemos a Mickey Mouse silbando en el cortometraje de “El botero Willie” de Walt Disney, mientras hace sus deberes de botero con entusiasmo y alegría. Y de este mismo modo no es casual que Franju se haya tomado el tiempo de montar los cuadros donde vemos los pedazos de animales mientras escuchamos los placenteros silbidos de los trabajadores.
Cuando intentamos contextualizar lo anteriormente puesto sobre la mesa, nos encontramos con un mazo de cartas rico en fechas e influencias directamente relacionadas a los recursos. Un amplio repertorio de tendencias. Tendencias que forman momentos de la historia, dando como resultado, entre muchos más, este film. Como todo en la vida, somos una consecuencia de actos, que una vez también fueron consecuencias.
Los campos de concentración nazis, fueron para el año 1949, discutidos por todas las sociedades de los siete continentes, un tema para ese entonces, inédito. Un tema controversial ya que implicaba el sufrimiento inhumano, por y para humanos. Fue un momento de un serio replanteo de lo que era y sería la tolerancia. Colocándonos desde este punto, podemos pensar que Franju quiso mostrar lo mismo, pero diferente. Como si así nos tratamos entre humanos ¿qué diferencia puede haber entre animales? o viceversa. Si por temas raciales, religiosos, políticos o doctrinales podemos dejar de lado lo esencial de todo esto: el estar vivo. ¿Por qué tendríamos que respetar una cosa físicamente diferente, e históricamente categorizada, por el mismo humano, como ser mentalmente inferior? Siguiendo la misma lógica de estándares humanos. Si no hay empatía con los nuestros ¿Por qué la tendría que haber con los que no lo son?
Siguiendo este razonamiento, el espectador puede replantearse que tan lejos está ésta desmembración de vacas, caballos y ovejas para el consumo humano en comparación con las imágenes de las miles de personas igualmente desmembradas, torturadas, forzadas, asfixiadas y o cremadas. Siendo esta ultima también una actividad llevada a cabo con la finalidad de satisfacer las necesidades humanas de cierto sector.
Joseph Kosma, compositor de origen húngaro, y creador de la banda sonora que escuchamos en “La sangre de las bestias”. Juntamente con el director George Franju, astutamente crearon un fuerte contraste entre las crudas imágenes de animales siendo descuartizados, con las dulces melodías de estilo romántico. Pero para esto tenemos que entender el romanticismo, muy lejos del amor de corazones estéticamente idealizados, de colores rojos, simétricos y visualmente agradables. Tenemos que hablar del romanticismo como ese pedazo de músculo latente, que chorea sangre, con sus válvulas, ventrículos, tabiques y atrios.
“El romanticismo es un movimiento cultural que se originó en Alemania y en el Reino Unido a finales del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra el racionalismo […] confiriendo prioridad a los sentimientos. […] es una manera de sentir y concebir la naturaleza, así como a la vida y al hombre mismo […]” 1. Es decir el sentimiento puro, descarnado, desnudo, sin filtros. Las emociones a flor de piel. Y es justamente lo que vemos en “La sangre de las bestias”. Ese dolor, esa pena, ese asco. Esa indiferencia por parte de los que les quitan la vida a los animales, como un aspecto totalmente naturalizado para ellos. Los primeros planos de las herramientas utilizadas para quitar vidas. Seguimientos de cámara sobre la sangre que chorea en el suelo. Veinticuatro segundos del cráneo de una vaca siendo destruido a palazos. Que es interrumpido solamente para mostrar la fuerza y la cara de quien estaba llevando la acción acabo.
Y esto que vemos es lo que se espera del espectador. El sentimiento más sincero y puro. El tema no es impactar para concientizar. Va más allá de un posible experimento social. Es la puesta en escena de una tendencia donde se busca exprimir todo lo que se puede consumar como persona. Un juego que muchos catalogan como perversión y otros como un movimiento artístico; un modo más de hacer las cosas.
En pintura Francisco de Goya o Théodore Géricault, dos grandes contemporáneos de esta forma de expresión, tocan temas catalogados socialmente como tabúes, por primera vez, gracias al surgimiento espontáneo del romanticismo. Y de este mismo modo podemos hablar, ya dentro del siglo XIX, del argentino Esteban Echeverría con su cuento “El Matadero” donde describe imágenes de carnes y huesos animales tan vívidas y explícitas como las del film. En la introducción de este mismo cuento, describe la obra como “[…] un mundo en que la cosa más deseada por los federales es carne y así ellos se parecen más a caníbales que a seres humanos. […] la multitud del matadero está compuesta por los pobres de los suburbios en las afueras de la ciudad que […] aparece como un grupo cruel y tonto que vive por el cuchillo y disfruta en la tortura de los que no están de acuerdo con ellos […]” 2. Una descripción que encaja perfecta con la narración de “La sangre de las bestias”.
Pero si nos atrevemos a categorizar esta obra como puramente romántica entramos en un error. Porque a partir del siglo XX no se podía hablar de la expresión real y pura sin mencionar el neorrealismo. Que según las RAE se define como “Movimiento cinematográfico surgido en Italia tras la Segunda Guerra Mundial, caracterizado por la voluntad de reflejar la realidad social.” 3. Buscaba narrar una verdad. Hacerle llegar a un grupo de personas una historia de alto impacto social. Dejar una huella sobre el espectador y hacerlo participe de esa historia. Crear un choque entre el bien y el mal, lo blanco y lo negro. Un humanismo despiadado y oscuro.
“La sangre de las bestias” es una obra que claramente experimenta con lo emocional y busca una manera cruda de expresar la naturaleza de un acto crudo. O como dice el realizador Peter Greenaway respecto a este filme, “Golpe de efecto a la conciencia.” 4. O la española, critica de cine, Arantxa Acosta “[…] se denuncia la deshumanización del hombre al tratar a otros animales como si él mismo no se quisiera admitir que también lo es.” 5.
Del mismo modo que la cámara se coloca para contar algo, el espectador también lo hace para absorber eso que se le ofrece. Y como dice esa voz dulce y femenina, desde una Francia plagada de ideales románticos, después de las imágenes despiadadas y atroces: “El día está finalizando. En el establo, las ovejas aun alteradas, se dormirán en el silencio. No escuchan el ruido del portón de su prisión cerrándose. Ni el ruido del tren parisino pasar. Que se pone en marcha, después del anochecer, hacia el campo. Para reunir a las víctimas del mañana.” Del mismo modo que tan solo 4 años antes de la realización de este cortometraje, los nazis lo hacían con millones de personas. Igualmente humanos, igualmente animales, igualmente vivos.
1. https://www.definicionabc.com/general/romanticismo.php
2. Revista del Río de la Plata, Buenos Aires, Argentina – 1871.
3. http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=neorrealismo
4. Conferencia en la UNSAM, Buenos Aires, Argentina – 2016.
5. http://www.elespectadorimaginario.com/pages/marzo-2011/docsbarcelona-2011/docsbarcelona.-resenas.php