“What lies at the heart of every living thing is not fire, not warm breath, not a spark of life… it is information, words, instructions… If you want to understand life, don’t think about, vibrant, throbbing gels and oozes, think about information technology”
Richard Dawkins
La información es la nueva moneda que hace girar al mundo: el principio vital que impregna las ciencias en todos sus rangos transformando cada rama del conocimiento. La teoría de la información comenzó como un puente de las matemáticas a la ingeniería eléctrica para llegar a la computación, la informática. Hasta la biología ahora es concebida como una ciencia de la información, sujeta a mensajes, instrucciones y código. Los genes encapsulan data que activan procedimientos de lectura y propagación. “El ciclo de la información se convierte en la unidad de la vida” dijo Werner Lowestein, y nos recuerda que la información tiene ahora un significado más profundo “Connota el principio cósmico del orden y la organización y provee una medida exacta de eso”. La información, los bits, se encuentran en el núcleo de la existencia.
Cada nuevo medio transforma la naturaleza del pensamiento humano. La historia, es en sí, la historia de la información tomando conciencia de si misma. En ésta nueva era, la motivación detrás de casi todo el consumo de data se vuelca en la auto-realización. Utilizamos la información para ser “mejores”- más exitosos, más populares, más atractivos, más sanos, más inteligentes. En el 2016, se ha consagrado la macro-tendencia del IQ-ismo con personas que adoptan nuevas tecnologías, plataformas y experiencias para identificar, medir, competir y aprender con el fin de definir su identidad.
El impulso de la auto-realización es un elemento fundamental de la naturaleza humana. Lo que es nuevo, es la hiper-intensidad tecnológica impulsada por la auto-actualización en la que estamos enganchados. La cultura online, el social media y la maquila de nuevos íconos – de celebridades de YouTube a ídolos de Instagram o Vine – han desbloqueado una cultura aspiracional ilimitada y la ambición de muchos internautas.
El libre acceso a la educación en línea se está convirtiendo en una fuerza intelectual y académica. Cada vez más personas buscan experiencias educativas que antes sólo podrían haber soñado, ampliando la idea de lo que constituye “la educación”. Instituciones académicas de prestigio como Harvard, Yale, Princeton y MIT han otorgado acceso libre a cursos en línea contribuyendo a la economía del conocimiento y dando paso al nuevo fenómeno del maestro rockstar que extiende su alcance fuera del aula para llegar a audiencias masivas, claros ejemplos de éste fenómeno los podemos observar en plataformas como TED.com The School of Life, Nerdist, Know More, V Sauce, BigThink, Now This, Playground, etc, etc.
El IQ-ismo se basa en el hambre de conocimiento y recolección de data que ha surgido a partir de la hiperconectividad. Sin duda, el tiempo que pasamos online modifica nuestros cerebros y actualiza su neuroplasticidad para poder almacenar y procesar mayor cantidad de información. Sumado a esto, se ha comprobado que la constante revisión de nuestras pantallas se ve reforzada por un rush de dopamina que obtenemos cada vez que hay un poco de información disponible. En esencia, checar blogs, Facebook, YouTube, Twitter, Instagram, etc es estarnos dosificando y nuestro cerebro lo percibe como inhalaciones de cocaína.
“El hombre, el recolector de comida, reaparece incongruentemente como recolector de información, y en éste rol, el hombre electrónico es menos nómada que sus ancestros paleolíticos” dijo Marshall MacLuhan y es que la profundidad del pensamiento crítico, el pensamiento conceptual e incluso el pensamiento creativo, no se desarrollan en procesos pasivos. El almacenamiento de información, no es conocimiento. Las experiencias con la data que encontramos en Internet son sin duda atractivas y muchos de nosotros llegamos a tener comportamientos casi compulsivos en la obtención de nueva data, pero lo que provocamos es que, a través de un proceso de sobrecarga cognitiva, literalmente, impedimos que el cerebro teja la información en conocimiento.
Se dice que en 24 horas estamos expuestos a la cantidad de información que nuestros abuelos recibieron en toda su vida. El primer reto del IQ-ismo es el cultivar un estado de reflexión, interpretación y discernimiento para poder distinguir entre lo que es información y desinformación. Día tras día somos bombardeados por memes que replican y propagan ideas, muchas veces nos sirven como antídoto pero muchas otras son el virus.
Definitivamente existen beneficios prácticos de nuestra exposición a la información, ya que ésta puede convertirse en un arma psicodélica para expandir nuestra conciencia y así saber como cuestionar el status quo, los sistemas de creencia, las convenciones sociales y los paradigmas gubernamentales. Pero necesitamos aprender a procesarla, adquirir buenos hábitos de consumo de data para desarrollar la habilidad de convertirla en conocimiento, nos es necesario realizar una dieta de la información.
Cualquier nutriólogo te dirá que eres lo que comes, pero aparentemente no solo somos lo que comemos, sino que somos todo lo que consumimos, incluyendo la información.
Clay Johnson, explica lo necesario que resulta regular nuestro consumo de información en su libro The Information Diet: A Case of Conscious Consumption.
El concepto de exceso de información no funciona, porque por mucho que nos guste equiparar a nuestros cerebros con computadoras o discos duros, los seres humanos son criaturas biológicas, no mecánicas. Nuestros cerebros son tan finitos en capacidad como nuestras cinturas. Mientras que algunas personas pueden comer hasta producirse un ataque al corazón, en realidad no mueren del consumo excesivo: no vemos a esa gente dándole una mordida a su pollo frito, sobrepasando su capacidad máxima, y explotando. Nadie tiene una cantidad máxima de almacenamiento de grasa, y es poco probable que tengamos una capacidad máxima para el conocimiento. Como cualquier buena dieta, la dieta de la información funciona mejor si se piensa en ella no como una negación de su consumo, sino como un consumo de información adecuado y el desarrollo de hábitos saludables.
Es importante para todos los que se identifican con la tendencia del IQ-ismo, el realizar un proceso de selección exhaustivo de sus fuentes de información y una optimización del tiempo que pasan online y offline, teniendo en cuenta que es necesario para nuestro cerebro tener momentos de desdigitalización para convertir la información en conocimiento. Creo que si podemos identificar la cantidad y calidad de información que podemos almacenar, lograremos confeccionar una nutrida red de recursos que nos ayudará a poner las piezas del rompecabezas en su lugar para revelar verdades y derrumbar nuestra arrogancia sobre nuestra percepción limitada de la realidad, el IQ-ismo se debe traducir en la auto-transformación: expansión y materialización de la conciencia.
Twitter del autor: @BienMal_
Con Info de:
-James Gleick “The Information”
-Trendwatching
-Nicholas Carr “The Shallows: What the Internet is doing to our brains.
-Brain Pickings http://www.brainpickings.org/index.php/2012/01/19/the-information-diet-clay-johnson/