Screamin’ Jay Hawkins murió hace tiempo, se le considera iniciador de lo que después se llamó Shock rock, también del performance y de algunas cosas más. El hecho es que I put a spell on you, fue pensada para ser una balada convencional, pero el día señalado para grabarla, el productor tuvo a bien destapar y compartir algunos tragos con Jay y alguien más. Una vez que todos estaban pedísimos jugaron a cantar la canción, el resultado fue que decidieron dejarla así y revestir el número con algo de parafernalia y actuación en una de las épocas más conservadoras de los Estados Unidos.
Soy un convencido de la magia de las palabras y de los hechizos que a través de ellas operan, I put a spell on you, me hace recordar que no solo hay magia en las palabras, también en otros lenguajes. Basta observar con atención y detenimiento pinturas como La creación de las aves, de Remedios varo, o Los amantes de René Magritte, o escuchar los 24 caprichos de Paganini para sentirnos presas de algo que parece venir del más allá. Y sí, todo lenguaje procede de un más allá, aunque inicia en el más acá que compartimos todos.
I put a spell on you, me hace alimentar la sospecha de una dimensión mágica de las palabras, porque las palabras son la materia de que están hechos los hechizos cotidianos, desde la mentira más vil hasta la seducción más noble. Vivir es crear hechizos con las palabras y depositarlos en alguien más, es estar expuesto a los embrujos de quienes nos rodean. Somos responsables de que cada palabra que cruza por nuestros labios sea un ladrillo de un pequeño, mediano o gran embrujo, que contribuya a hacer menos despreciable la farsa de cada día, a alejar un poco más allá la tentación envilecedora de las tareas.
I put a spell on you, me recuerda que la importancia de las palabras radica en que uno jamás es consciente de todo el poder que encierran, su magia trasciende las fronteras de nuestra percepción, y de nuestra perversión.
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Imagen por: C.C. RIDER
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