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Armarse a sí misma: collages de Yuritza Mota

En un intento de descubrir por qué hacemos lo que hacemos, esta será una serie dispersa y sin nombre para preguntarle a algunos artistas unas cuantas cosas simples y después dejar que el trabajo haga su trabajo: hablar. 


¿Nos podrías hablar un poco sobre tu proceso?

Las ilustraciones que realizo nacen de pensamientos que se generan en la cotidianidad, se podría decir que el proceso en sí sucede al traducir estos pensamientos a algo visual. Siempre trato de prestarle atención a los pequeños detalles de mi entorno, a temas emocionales colectivos, dualidades y patrones mentales que emergen. 

¿Qué dirías es lo más importante para ti a la hora de crear?

Es importante para mi tener algún tipo de conexión con las imágenes que utilizo y luego intervenirlas adecuándolas al pensamiento.

Soledad (collage, técnica mixta)
La madurez (collage, técnica mixta)
Gritona (collage, técnica mixta)
El día que te generaste tú (collage, técnica mixta)
Hermanas (collage, técnica mixta)

Yuritza Mota Romero (San Pedro de Macorís, 1995) A los dos años, su familia se traslada a Santo Domingo, donde formaliza sus estudios escolares e inicios en las artes de manera independiente. En el 2015, regresa a su pueblo natal donde tiene la oportunidad de explorar más sus raíces, culturas y costumbres. En el 2016, inicia la carrera de Bellas Artes en la Escuela de Diseño Altos de Chavón, terminándola en el 2018.

Reflexiones sobre la poesía

“La poesía tiende a lo imposible, pero nos hace posibles”.


Roberto Juarroz

¿Por qué parece que no podemos comprender la poesía? ¿Acaso dice cosas muy ajenas a la mayoría de la gente? ¿Por qué, incluso a despecho suyo, parece ser un fenómeno de unos cuantos, casi un fenómeno selectivo? No recuerdo cuál fue el primer poema que leí con fruición —creo que fue algo de Robert Frost— pero sí recuerdo haber sentido un desconcierto cuando me enfrenté al texto, un desconcierto emocionado.

Todo lector, en el principio, sufre el desconcierto ante el poema y creo que es parte de la experiencia poética. Abrimos muchas veces un libro de poesía, no importa de quién sea, y empieza un proceso lento, pausado, gradual de comunicación con el poema; pero esto representa un obstáculo que la mayoría de los lectores no sobrevive. Un verso puede detonar cientos de preguntas y un desconcierto en el lector, pero como en cualquier disciplina de la vida, no habremos de abandonar la empresa por más misteriosa y confusa que nos parezca.

Ahora entiendo que la poesía no me da las respuestas, me deja preguntas que me obligan a buscarlas, y esa es la forma más privilegiada de conocimiento que conozco: ir en la búsqueda de algo. El desconcierto poético me enseñó y me sigue enseñando lecciones que no solo tienen que ver con la poesía. Me enseñó a regresar al texto, a observar con mayor penetración, a tratar de concentrarme mejor en la lectura; y una lección vital detrás de toda esta experiencia es que esa confusión ante el poema es el desconcierto ante un montón de situaciones de la vida.

¿Qué respuestas le puedes pedir a experiencias radicales como la muerte? Hay una serie de cosas en los puntos más profundos de la vida en donde la vida misma es desconcierto. Quien no tiene la paciencia y el carácter —porque también es un asunto de carácter, un asunto de regresar, de intentar otra vez después de no haber entendido— decide inmediatamente abandonar la empresa. Hay que interrogar al poema, no al poeta, y saber que el poema se defiende solo ante el lector.

Tengo que admitir que, desde una experiencia personal, la poesía es una forma de conocimiento, quizá la forma más integral y más profunda de conocimiento que conozca. La ciencia, por ejemplo, tiene límites que la poesía es capaz de rebasar en la posibilidad de conectarse con los saberes del mundo y de la vida, porque la poesía no solamente incluye el saber, desde el punto de vista racional, sino que incluye también el sabor desde el punto de vista de saborear la experiencia vital; y en ese sentido, cuando uno conecta con un poema de manera profunda, creo que explicarlo no sirve para quien nunca lo ha vivido. 

Eso me ha revelado que la vida misma tiene una dimensión poética. La poesía no es una materia de colegio. ¿Es difícil acceder a esa dimensión poética? Dadas las evidencias, habría que decir que sí. A la mayor parte de los seres humanos les es negada, pero ¿por qué los poetas parecen ser seres de otro mundo? 

Habrá que replantear el papel marginal de la poesía moderna y el poeta en las sociedades modernas. Creo que vivimos en una etapa de confusión en donde a veces el hecho de ser poeta implica hacerse el raro, ya soy poeta porque soy marginal, dirían algunos, pero hay que entender que primero uno es poeta y después eres marginal, mas no al revés. Habrá que plantearse la duda de si es una condición necesaria del artista ser raro. Pareciera como si los requisitos fueran no caber en ningún lado, no poder relacionarte con gente que no hable en ese registro del lenguaje, así como muchos otros.

Pero lo cierto es que ni el público, ni los poetas, ni los intermediarios entre el público y los poetas, saben muy bien qué lugar le corresponde. ¿Por qué sigue siendo la poesía un fenómeno marginal? Es un fenómeno que no toca y no penetra en las grandes masas, pese a su naturaleza comunitaria. Esa es una de las paradojas. La poesía no está hecha para unos cuantos. No creo que ningún poeta, salvo por cuestiones estilísticas —no por razones ideológicas— escriba explícitamente para entenderse con unos cuantos.

Creo que hay un hambre de generar comunidad en todos los poetas. La poesía nunca funciona mejor que cuando se lee en grupo, en común, cuando se convierte en una celebración comunitaria. Pasa con las canciones: hay canciones que con su carga poética florecen por completo cuando las cantamos todos y existe esa comunión entre el cantante y el que escucha. Y sin embargo parece que no acaba de pasar con la poesía desde hace mucho tiempo donde realmente se logre ese objetivo. ¿Por qué? ¿Acaso el público cada vez ha bajado más los estándares de su propia capacidad de atender y de entender? ¿Se necesita mucho esfuerzo para entender un poema?

Parte de la complejidad de la poesía es que hablar de ella es sumamente complicado. Parte de la condición inherente a la poesía es que, a pesar de que se hace con palabras, a pesar de que la poesía encarna acciones verbales en los poemas, es prácticamente imposible decirla por completo, definirla por completo. Creo que lo que quiere enunciarse, cuando la poesía se cumple, no puede ser enunciado de otra manera —y a veces no puede ser dicho— sino hasta que el poema se escribe. 

Si es cierto que la poesía fue el primer lenguaje, (una afirmación que puede estar comprobada antropológicamente por ciertas teorías) entonces es un don que nos es connatural y lo fuimos perdiendo, y mientras más prosaicos somos, más nos alejamos de la fuente originaria. Paz, inclusive, tiene afirmaciones tan rotundas en “El Arco y la Lira” en que dice que hubo sociedades sin prosa, pero que no existen sociedades sin poesía, sin canto, sin la comunión alrededor del fenómeno poético, formalizado o concretado con música, del ejercicio de cantar.

¿En qué lugar del mundo habita la poesía? En todos lados y en ninguno. La invitación es a desvelar las capas de poca profundidad que tiene el mundo y a comprender que la lectura es una actitud ante la vida. La poesía debería ser un asunto de todos.

Poesía de Nicaragua

Hace poco tuve la oportunidad de celebrar el cumpleaños de Beatriz Zamora, la extraordinaria pintora del negro. Por más de cincuenta años lleva realizando, me atrevo a decirlo, una obra única en el mundo. Ahí recordamos algunos nombres como Fernando García Ponce, quien fue en algún momento su compañero y a Eunice Odio, poeta costarricense, que tuvo una relación amorosa con Rodolfo Zanabria, pintor, amigo de Beatriz. Eunice Odio fue una poeta talentosa que inspiró un poema con su nombre a Carlos Martínez Rivas, donde ni más ni menos establece su modo de entender la belleza.

Martínez Rivas escribió una obra breve pero de total significación para la poesía de su país, Nicaragua, y también del español. Logró eso que pedía Juan José Saer a la literatura, crear un idioma dentro del idioma. En su casa dejó las paredes llenas de versos, aunque lo que podemos leer son sus poemas impresos. En “Memoria para un viento inconstante” decía al lector que no iba a dar una “obra maestra”, porque era preferible sumergirse en la realidad.

Su poema “La puesta en el sepulcro” con esa coloquial línea inicial: “Cuando ya no me quieras”, me marcó desde la primera vez que lo leí. Pero qué dio pie a esa obra, a esa poesía. Se dice que fue Rubén Darío quien inauguró la poesía moderna latinoamericana, que fue la piedra de toque. Y aunque nadie hace nada en realidad solo, ciertamente modificó un modo de ver las cosas: “Yo Rufo Galo, fui soldado, y sangre / tuve de Galia, y la imperial becerra / me dio un minuto audaz de su capricho. / Eso fue todo.”

Y sí, “eso fue todo”, logró conquistar por un lado una poesía que podríamos llamar culta, pero también una poesía transparente y que le hablaba a todos. En la obra de Martínez Rivas sucede lo mismo, hay poemas barrocos y hasta filosóficos y además puede hablar de una señora que barre la entrada de su casa.

Nicaragua, ese pequeño país de Centroamérica, ha construido una tradición poética fuera de serie en nuestro continente. No creo que la única razón sea Darío aunque eso seguramente tiene su peso en cuanto a que es probable que haya dado una cierta seguridad en cuanto a que desde ese lugar podía emerger la poesía.

El asunto es relevante porque tiene distintos puntos de vista como el demográfico. Siendo un país pequeño, ¿por qué ha generado obras como las de Salomón de la Selva, Joaquín Pasos, Ernesto Cardenal y José Coronel Urtecho, quienes tradujeron poesía norteamericana y escribieron ensayos de reflexión sobre la poesía?

México es un país mucho más grande y ha logrado obras menos importantes salvo la de Juan Rulfo. Uruguay, también, un país pequeño, tiene a Onetti, a Mario Levrero, a Armonía Somers, a Idea Vilariño, a Ida Vitale, a Eduardo Milán, a Roberto Apratto, etc.

Pero vuelvo a Nicaragua. Ernesto Cardenal escribió al principio poemas a la manera de Marcial y Catulo: “Tú no mereces siquiera un epigrama.” Después se hizo sacerdote y escribió poemas más complejos como Telescopio en la noche oscura, hecho con fragmentos que construyen una unidad y el universo.  El caso de Cardenal sorprende porque escribe una larga obra y tiene una vida intensa. Hay que decir que en Nicaragua todos lo poetas que menciono son también buenos prosistas, claros y contundentes. Y para prueba está “Elogio de la cocina nicaragüense”, ensayo de Coronel Urtecho. Los textos autobiográfícos de Cardenal también son excelentes, lo mismo que los de Darío. 
Cardenal se instaló en una pequeña isla. Ahí entre pescadores, da misa y enseña poesía.

En Nicaraguan Peasant Poetry from Solentiname pueden leerse poemas de autores desconocidos que lograron escribir poemas así: “Las garzas pasan al Zacatón / los patos a sus dormideros; / nosotros abrazados / con el canto del pocoyo / esperamos la luna.” Un poema de Bosco Centeno, aparentemente sencillo, que reúne una atmósfera y una forma del amor. La poesía es de todos y como dicen, la liebre salta por cualquier lado.   

Detrás del trazo de Line Hachem

En un intento de descubrir por qué hacemos lo que hacemos, esta será una serie dispersa y sin nombre para preguntarle a algunos artistas unas cuantas cosas simples y después dejar que el trabajo haga su trabajo: hablar. 


¿Qué hay detrás de tus ilustraciones?

Mis imágenes evocan temas cercanos a mi corazón como la espiritualidad, los estados alterados de conciencia y lo que me gusta llamar noches internas. Estas noches recorren el territorio de los sueños, el inconsciente, las contemplaciones que se hacen en la intimidad.

¿Qué otras cosas te inspiran?

También soy música (toco un instrumento clásico chino llamado erhu) y la música me inspira bastante. Los estilos que me gustan, como el metal pagano y las músicas tradicionales, me sugieren paisajes de naturaleza bruta, salvaje y potente.

En pocas palabras, ¿cómo resumirías tu trabajo?

Mis imágenes cultivan un equilibrio entre lo onírico, la dulzura y lo inquietante. Me gusta jugar con la confusión del límite entre fascinación y angustia, entre good trip y bad trip.

Jeune fille au serpent (Muchacha con serpiente), basada en fotografía anónima, tinta china, 2016
Sans titre (sin título), basado en una fotografía, lápiz, 2016

Salon libanais (Salón libanés), grabado con aguafuerte y tinta de agua, 2018
 Une nuit à Beyrouth (Una noche en Beirut), grabado con aguafuerte y tinta de agua, 2018
Études d’après des tableaux symbolistes (Estudios de pinturas simbolistas), lápices de color, 2018
Jeune fille à la marguerite (Muchacha con margarita), risografía, 2019

Entrevista traducida del francés


Line Hachem es ilustradora y acaba de terminar sus estudios en L’École Estienne et des Arts Décoratifs de Paris. Trabaja principalmente en publicaciones para jóvenes y adultos. Puedes ver más de su trabajo aquí, aquí y aquí.

La revuelta de los justos (Cuento breve sobre una historia larga)

I

Por el canal de Iztapalapa vuela, no corre, el enorme hidromóvil WST que en su viaje al Zócalo capitalino lleva el estandarte de la segunda zona autonómica de La Gran Celebración. Las grandes letras de rojo luminoso estampadas en la popa dicen que es La Voladora. Como la trajinera de Cecilia en la novela de Payno. Y va que vuela porque tiene que llegar a tiempo para que la docena de representantes del Consejo Indio Regional, que ahora forma su único grupo pasajero, ocupen el lugar de honor que se tienen por merecimiento en este aniversario de medio siglo de “La revuelta de los justos”, que nos legó patria, justicia y dignidad.

El enorme hidromóvil alcanza los 230 kilómetros por hora (recordemos que va con un cierto retraso), límite de lo que ya es uso y costumbre en las reglas urbanas de permisibilidad. Diez años antes Herón Alcázar, capitán del hidroplano, hubiera sido multado por exceso de velocidad. Y, ciertamente, con grave peligro de sufrir un accidente de consecuencia fatal. Pero los márgenes de contención armados con el hule acerado de aztequísima hechura que el hidrón lleva fijados en su enorme pechuga impiden tropiezos y fracturas. Aire fresco, se dice, de lo que son éstos, los nuevos tiempos.

Tal vez no encuentren en lo que diga ahora desconocido detalle o novedad.  Pero todo me mueve a leer a ustedes algunas de las líneas que en medio de la monumental Plaza de los Justos leerá a su vez Chichimecatecuhtli Sánchez, miembro de ese grupo que va en La Voladora y que es reconocido en México y en el mundo como un “gran libertador”. 

II

Amigas y amigos, amantes de lo justo y continuadores luchadores de nuestros hermanos Los Justos:

Hoy quisiera detenerme sólo en señalar cuáles son algunos de los grandes legados de aquella luminosa revuelta de 2018, que aquí hemos venido a recordar.

Lentamente, pero con enorme consistencia, hemos logrado finalmente dejar en el pasado la vieja y estúpida mirada hacia la estrella norteamericana, para latinoamericanizar nuestro sentido del humor, del tacto, del pensar y del hablar. 

Producto genuino de aquella Revuelta de los Justos fue la promulgación de la Constitución de 2024, que marcó las líneas para la construcción-reconstrucción de un nuevo modelo civilizatorio, estrella verdadera ahora de nuestra tan esperada condición de libertad.”

Con el triunfo de La Revuelta de los Justos cayeron uno a uno los pilares del patético mundillo neoliberal.

Hay que decir a la vez que rompimos la lógica perversa en la que se movía entonces nuestro propio esquema de pluriculturalidad. La consigna, acaso sea ocioso recordarlo, terminó por abandonar todo aldeísmo para plantear la línea de mundializar al mundo de cara al curso monstruoso de la globalización.

Feliz fue el día en que borramos de nuestra mente la idea de que a la libertad de la gente correspondía, o debía corresponder, un Estado anoréxico dentro de un limitado esquema democrático de juego representativo de muy dudosa imparcialidad. Hoy podemos celebrar el hecho de que nuestro Estado social es suficientemente fuerte para apuntalar la economía y dar soporte a diversos problemas de vida privada o colectiva de los más. 

En el campo de la cultura pudimos distinguir a plenitud la gran e intransitable distancia que existe entre la vida literaria y la literatura. La desvinculación del campo cultural de los favores discrecionales del Estado es tarea que ya hemos afirmado en nuestro sistema político nacional; pero, queda claro, es política y proyecto que una y otra vez habrá que refrendar.

Amigas y amigos asistentes a esta magna conmemoración:

Mucho más podríamos decir en este momento conmemorativo. Pero no abusaremos de la voz, para dar paso a la intervención de los demás representantes regionales del país.

¡Por un país de iguales! ¡Viva la patria universal y mundialista de los justos! ¡Viva México! ¡Vivan los Méxicos de hoy y del futuro!

Muchas gracias

Cuatro poemas de Sandro Penna

Soledad 

Me dejaron solo
en el campo, bajo 
la lluvia fina, solo.
Me miraban en silencio
maravillados
los desnudos sauces: sufrían
de mi pena: pena
de no saber con claridad…

Y la tierra mojada
y el negro ―altísimo― monte
callaban derrotados.
Parecía que un dios perverso
había petrificado todo
con un solo gesto.
Y la lluvia lavaba las piedras.  


Solitudine

Mi avevano lasciato solo
nella campagna, sotto
la pioggia fina, solo.
Mi guardavano muti
meravigliati
i nudi pioppi: soffrivano
della mia pena: pena
di non saper chiaramente…

E la terra bagnata
e i neri altissimi monti
tacevano vinti.
Sembrava che un dio cattivo
avesse con un sol gesto
tutto pietrificato.
E la pioggia lavava quelle pietre.
A la par de un perfil conocido

A la par de un perfil conocido,
o quizá desconocido, sin igual entre 
los otros animales, usted —tierra única— 
adquiere la forma casual de cuanto amé. 


Al pari di un profilo conosciuto

Al pari di un profilo conosciuto,
o meglio sconosciuto, senza pari
Fra gli altri animali, unica terra
La tua forma casuale quanto amai.
En el sueño incierto

En el sueño incierto duermo todavía un poco. 
Quizá es de día. Desde la calle el silbido
de un pescador y su voz caliente. 
Le responde una voz adormecida.
Con los sentidos sobresaltados —¿por las velas, 
afuera, en el viento?— todavía duermo un poco.


Nel sonno incerto 

Nel sonno incerto dormo ancora un poco.
È forse giorno. Dalla strada il fischio
di un pescatore e la sua voce calda.
A lui risponde una voce assonnata.
Trasalire dei sensi – con le vele,
fuori, nel vento? – Io sogno ancora un poco.
El rumor del alba

¡Cómo es fuerte el rumor del alba!
Hecho más de cosas que de personas.
Lo precede un silbido corto,
una voz alegre que desafía el día.
Más tarde la ciudad está hundida.
Y mi estrella es la estrella que desvanece
mi muerte lenta sin desesperanza.


Il rumore dell'alba

Come è forte il rumore dell'alba!
Fatto di cose più che di persone.
Lo precede talvolta un fischio breve,
una voce che lieta sfida il giorno.
Ma poi nella città tutto è sommerso.
E la mia stella è quella stella scialba
mia lenta morte senza disperazione.

Selección y traducción de Roberto Bernal


Sandro Penna (1906 – 1977) fue un escritor y poeta italiano.

Fotografiar lo que ya se fue: la fotografía de Federico Kaplan

En un intento de descubrir por qué hacemos lo que hacemos, esta será una serie dispersa y sin nombre para preguntarle a algunos artistas unas cuantas cosas simples y después dejar que el trabajo haga su trabajo: hablar. 


¿Cómo es tu proceso creativo?

No tengo realmente un proceso fijo en cuanto a como encarar el trabajo. A veces es cuestión de encontrar el momento ideal, otra veces el momento ideal nunca aparece y uno tiene que poner un esfuerzo extra para obligarse a probar cosas que lleven a algo. Me gusta mucho experimentar, y parte de la experimentación es el proceso que conlleva. A veces puede ser frustrante estar semanas o incluso meses sin un claro registro de progreso, pero hay que tener paciencia. Ser un creativo independiente, por sobretodo, conlleva paciencia. 

No suelo planear mucho antes de sacar fotos, si quizá si es una foto de estudio y estoy tratando de hacer algo especifico, hay un momento previo de preparación, pero cuando empiezo a sacar las fotos, es siempre desde un lugar de instinto.

¿Tienes rituales?

No tengo rituales, pero si camino mucho. Tenga o no una cámara encima, me gusta caminar. Es una forma muy concreta de encontrarse con momentos y lugares. Si veo algo que me gusta o me interesa y no tengo mi cámara conmigo, suelo anotar la dirección para volver en otro momento.

¿Cuándo tu trabajo empezó a sentirse tuyo?

Es difícil saber cuando el trabajo realmente empezó a sentirse mío. En parte porque soy tan cambiante; parte de mi naturaleza es estar constantemente buscando una ruptura en mi mismo, lo cual afecta mi propio estilo. No me gusta repetirme y tengo interés por todo. Ser prolífico significa tener que hacer un esfuerzo extra para mantener el foco en lo que uno hace. Habiendo dicho esto, creo que llega un momento en el cual uno ha pasado tanto tiempo haciendo algo que ya no piensa en el cómo, sino en el qué.  Ahí es donde, no importa lo que sea que uno esté haciendo – retratos, o fotografía abstracta o street photography o lo que fuere -, aparece sola una impronta personal sin que esta sea buscada. Algo que es propio de uno, que se ha formado internamente y que ya no responde a algo externo.

¿Qué cosas te inspiran?

No hay nada específico que me inspire. Me gusta mucho leer, y ver muchas películas. Veo al menos dos películas por día, y la regla es que al menos una de esas tiene que ser algo que nunca haya visto antes. Hay tanto para leer y ver, se ha producido tanto, que a veces parece una locura volver a ver algo que nos sea familiar. No es que esté mal, uno puede apagar el cerebro de vez en cuando, pero es importante darle cosas nuevas. Siempre intentar que no vengan de una sola fuente. Creo que el cine lamentablemente siempre está ligado a un sistema cinematográfico norteamericano, y si bien hay muchas cosas interesantes que se producen bajo ese sistema. Hay muchas cosas que sólo son “contenido” y consumir arte que viene siempre de la misma fuente es peligroso, nos achica la vision del mundo. El mundo es muy grande y hay mucha gente con visiones extremadamente distintas. Lo mejor que uno puede hacer es tratar de ver todos los puntos de vista.

Fotos realizadas en el 2019


Federico Javier Kaplan (Buenos Aires) Estudió la carrera de dirección de cine. Realizó el cortometraje “Superfluo” y el largo de ficción “Ekduo”. En el 2014 se mudó a Miami donde comenzó su carrera como fotógrafo. 
Es representado por la galería londinense “Open Doors” y por “Cochin Galerie” en Berlín. Puedes ver más de su trabajo aquí y aquí.

Fin de ciclo

Quienes vivimos aquellos años recordamos el papel de algunos suplementos culturales y revistas mexicanos de los años 60 y 70, como La Cultura en México, que fundó y dirigió inicialmente el periodista Fernando Benítez y que muy pronto se volvió hegemónico. Terminó convertido en plataforma para el debut y la consagración de escritores (e incluso de artistas de otras manifestaciones), críticos literarios, antropólogos, historiadores y sociólogos que muy pronto fueron identificados como La Mafia. Algunos nombres se volvieron omnipresentes, como el del propio Benítez y, luego, los de José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis (hacer la lista completa requeriría el resto de este texto), cuyo prestigio sería incomprensible sin este suplemento.

Paz se encontraba en la India, pero a partir de su falsa renuncia a la embajada de México en 1968, más su retorno al país (vendido como heroico) en 1971, vivió un rápido encumbramiento acompañado decisivamente por la revista que le entregó Excélsior, Plural. Con ella y Vuelta – a partir de 1976 – pudo tejer una red de contactos y servidumbres que lo tenían como centro, desplazando a Benítez y su suplemento del trono único del mundillo literario y cultural del país: al menos habría dos. Benítez todavía creó Sábado, del diario Unomásuno, y apareció como competidor Nexos, del grupo encabezado por Héctor Aguilar Camín, que no se consideraba representado en el cenáculo de Paz. A la muerte de éste su heredero político, Enrique Krauze, decidió lanzar un magazine en la línea de los de su mentor que, como los de éste, gozaba de un generoso subsidio gubernamental y empresarial. Así, mientras el izquierdismo de Nexos era cada vez más deslavado, el derechismo de las publicaciones de Paz y Krauze sólo se radicalizaría – hasta hoy –, acompañando la deriva neoliberal que condujo al país casi a la venta de garage. La simpatía de los gobiernos de derecha y de grupos como Televisa garantizó su prosperidad económica, convirtiéndose en consecuencia, ya sin equívoco, en pasquines políticos.

El impulso decisivo al neoliberalismo en México vino de Carlos Salinas, quien estableció una sólida alianza con Octavio Paz, consolidándose así una hegemonía transmitida a su sucesor, Enrique Krauze, a la muerte de Paz.

Ricardo Piglia criticaba con severidad los suplementos y revistas literarias y culturales de su país, negándose a dirigir una que le fue ofrecida. En 1979 escribió incluso un texto sobre Sur (modelo de los magazines de Paz) que dejaba muy claras sus ideas al respecto:

Ayer domingo se publicaron en La Opinión mis posiciones sobre la revista Sur. Muy crítico, muy irónico: toda élite se autodesigna, ésa es la hipótesis. Victoria Ocampo, una intelectual de la generación del ochenta que vive con cincuenta años de atraso. El primero que me llama entusiasmado es José Bianco (que fue el que hizo la revista en su mejor época), también podría haberme llamado Borges, que pensaba de Victoria Ocampo lo mismo que yo (y a veces lo decía). Revista muy provinciana, según él.

La crisis del ciclo de las revistas culturales, iniciada hace décadas y que en México no se percibió a tiempo por los subsidios oficiales, se contrarresta ahora por la gracia del clavo ardiendo de las subvenciones patronales, que sería insuficiente para eludir la amenaza que internet representa para el periodismo de papel. Podríamos ver ahí una pérdida adicional del impacto que esos medios impresos, ya supervivientes del pasado, tendrían en los destinos de la creación literaria en el campo de la crítica, pues no renunciarán a promover sobre todo la carrera de autores políticamente afines, como el mecenazgo patronal les va a recordar.Quizá sea pronto para ver el fin de estas publicaciones pero su ocaso ya está aquí. No sabemos qué vehículos utilizará una nueva crítica literaria seria, pero quizá el hecho de que Piglia hubiese aceptado dirigir una revista –Libros– dedicada sólo a publicar reseñas literarias nos sugiera un camino. Debería, sin duda, garantizarse su independencia frente a editoriales y librerías como las que ahora privilegian algo semejante, incluyendo suplementos como Babelia y catálogos como los de la librería Gandhi, más bien vehículos de marketing.

Disolverse entre recuadros: los cómics de Cynthia Alfonso

En un intento de descubrir por qué hacemos lo que hacemos, esta será una serie dispersa y sin nombre para preguntarle a algunos artistas unas cuantas cosas simples y después dejar que el trabajo haga su trabajo: hablar. 


¿Cómo es tu proceso creativo? 

Mi proceso creativo pasa por varias fases, parto de una idea, una frase o un párrafo, pero nunca de un guión ni un texto completo, me gusta que todo surja de manera espontánea, que las páginas dialoguen entre sí, sin apoyarse en algo tan concreto como puede ser un guión definitivo. Después llego a una obsesión por los bocetos (puedo llegar a hacer 50 diferentes para una sola página), pasando por los cambios que sufren todos los elementos desde el boceto definitivo hasta la obra final y la negación al resultado. Suelo imprimir todas las páginas en un documento para poder verlas en su plenitud, me gusta ver que todo en su conjunto está bien compuesto tanto a nivel de color como de forma y espacio. Cuando concluyo todo el proceso y las páginas están listas, es cuando genero el texto, me gusta que sean las páginas las que me hablen y no hablarles yo a ellas con anterioridad, que sean ellas las que dicten el contenido.

¿Tienes rituales?

Sí, tengo rituales antes de ponerme a crear. Necesito limpiar todo el espacio antes de ponerme a trabajar, ordenarlo. Sentir que no tengo más responsabilidades en mi cabeza.

¿Cuándo tu trabajo empezó a sentirse tuyo?

A día de hoy sigo sin sentir que haya llegado a un punto donde mi obra sea mía, es algo que sigo trabajando. Sé hacia dónde quiero ir, pero no consigo llegar, espero que por el momento.

¿Qué cosas te inspiran?

Me inspiran cosas típicas: el cine, los cómics (tanto uno de CF como uno dibujado por Ditko), la música, la literatura, pero sobre todo el arte contemporáneo. Mi formación es en Bellas Artes y es algo que me gusta plasmar en lo que hago, tener referentes de la esfera artística como Richard Tuttle, Nicholas Krushenick o Helen Frankenthaler y llevarlo al cómic o a la animación.

Algunas páginas de “Behind is Late” (risografía a cuatro tintas, Coldcube Press, Seattle, 2017)


Cynthia Alfonso (Vigo, Galicia) Grado en BB.AA y Máster en libro ilustrado y animación audiovisual (UVigo, Pontevedra). Actualmente, además de autora y diseñadora, trabaja en RAPAPAWN (estudio de animación junto con Óscar Raña) y como colaboradora en Alt Citizen. Colaboró en diferentes revistas, como Island #13 de Image comics, Real life de Snap Ink, Don’t Panic o Mold magazine. También participó en antologías como Hoodoo Voodoo de Fosfatina, Super Towers de Vincent Fritz, NOW #4 de Fantagraphics o ColdCube004 de ColdCube Press. Su trabajo editorial se pudo ver en ferias como Art Book Fair en los Ángeles o Art Book Fair en el MOMA de NY, además de encontrase en Printed matters. Cuenta en su haber con varias exposiciones colectivas como The last match por kuš! Kómics, Plait en Fanzines festival Paris, The Art test en Los Ángeles o Squeeze-Oh en Viñetas dende o Atlántico. Destacan dos muestras en solitario; Behind is Late y The One Who Weeps en Seattle. Estas dos últimas dan nombre a sus dos primeros cómics largos publicados por Coldcube Press en 2017 y 2019, respectivamente. A día de hoy, está trabajando en su próximo cómic (titulado “Junk House”) con la editorial Fosfatina, además de en varios proyectos expositivos y de videocreación. También trabaja un nuevo proyecto de espacio para la creación contemporánea junto con Fosfatina Ediciones, Captcha Clothes y Rapapawn llamado MAISON RUINA en la propia ciudad de Vigo. Puedes ver más de su trabajo aquí, aquí, aquí y aquí.

El francés del general Llorente

Al final de su reseña sobre Aura en el número de julio de 1962 de la Revista de la Universidad, Carlos Valdés pregunta si “¿no basta un idioma para expresar cualquier clase de emociones?” El cuestionamiento de Valdés puede ser retórico. Así, “basta un idioma para expresar cualquier clase de emociones”, y el uso del francés de algunos personajes resultaría forzado. Por mi parte, considero que las intervenciones en francés no son impostadas ni tampoco un alarde que interrumpa el desarrollo de la trama. Antes me resulta consecuente que por exigencias mismas de la historia el conocimiento de la lengua francesa de Felipe Montero sea puesto a prueba y que las memorias del general Llorente, escritas en francés, sean leídas en francés por el lector de la nouvelle. El recurso me parece mesurado y dota de un dinamismo a la narración cuando el relato así lo exige. 

Ahora bien, el efecto conseguido con cualquier otra lengua se pierde en francés, ya que por contraste es exótico ante otro idioma pero opuesto a sí mismo se vuelve familiar. Éste límite va más allá de cualquier virtud o pericia de la competencia traductora. A esta dificultad se enfrentó Jean-Claude Andro, traductor al francés de Aura, quien sólo pudo dejar los pasajes originales en francés con una pequeña nota “En français dans le texte. (N. D. T.)” en todos los casos. 

Hay, sin embargo, una labor que Andro sí llevó a cabo: identificó los errores en francés en el texto original y los enmendó en su traducción. Retomo aquí otra pregunta que se desprende de la reseña de Valdés: ¿está bien o mal escrito el francés de los personajes de Aura? Primero hay que decir que de los tres personajes quien tiene intervenciones más extensas es el general Llorente. El francés que leemos de la señora Consuelo y el de Felipe Montero es hablado, y se reduce a un pequeño intercambio de frases y al llamado que hace la señora Consuelo a su coneja Saga. También es necesario precisar que en la misma narración el propio Felipe Montero cuestiona la calidad del manejo del idioma que encuentra en las memorias. Así lo deja ver cuando dice “El francés del general Llorente no goza de las excelencias que su mujer le habrá atribuido. Te dices que tú puedes mejorar considerablemente el estilo, apretar esa narración difusa de los hechos pasados…” (30). Si bien nunca se menciona la ortografía, sí se habla del “estilo” que puede ser mejorado “considerablemente”. Con esto quiero decir que no se puede clausurar la posibilidad de que los errores que hay en el texto de Aura no correspondan al autor sino al personaje de quien se pone en duda el manejo del idioma. 

En la traducción de Andro en ningún momento se dice algo acerca de los errores; simplemente son corregidos sin mayor aclaración. Estas faltas pueden ser atribuidas al personaje y no al autor. También pueden ser errores de dedo o bien sí pueden ser faltas del autor que, sin embargo, no fueron corregidas desde la primera hasta la edición más reciente. Cotejé la primera edición con la 56ª reimpresión de 2011 y esta última, ya sin viñetas, mantiene exactamente el mismo texto y la misma distribución en la página. Escuché un audio de la lectura de Aura en voz de Carlos Fuentes y donde está escrito “moi qu’aimais tellement les jolies bêtes…” él lee “moi qui aimais…”, lo mismo ocurre con “si innocent” que es leído “si innocente”, lo cual prueba que, por lo menos en francés oral, el autor se apegó a la norma. Este detalle hace que me decante por tomar los errores como una característica de la escritura del general Llorente. El hecho de que Felipe Montero abra el capítulo III con esta observación y que al final del mismo capítulo haya hasta cuatro errores, podría ser la prueba que confirma lo dicho por Montero. En todo caso, para el lector de lengua francesa los errores son evidentes y es por ello que Jean-Claude Andro –o quien hizo las pruebas del texto– enmendó esas “minucias”. De otro modo, pasan desapercibidas.