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El aquí y ahora y la promesa de un mejor mañana…

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Conversación con Wade Matthews

Cuenta Pascal Quignard en su célebre libro El Odio a la Música, la historia de un Rey, quien, poco después de haber escuchado con delectación la ondulante melodía de un músico callejero se le acerca y le promete que si va al palacio el día de mañana él mismo le concederá títulos y riquezas, todo esto en recompensa por el gozo provocado por el músico. Al día siguiente, el artista se dirige al palacio y pide ver al Rey. Cuando solicita la retribución prometida sólo recibe un largo silencio como respuesta,  el monarca le mira con disgusto y responde, te voy a dar exactamente lo que tú me diste a mí: Nada. Solamente la promesa de un mejor mañana y poco más. Así que véte y déjame en paz, nada me debes, nada te daré. Fue una esperanza vana la que me ofreciste y que yo acepte sin saberlo, pero no es tu culpa, de nadie lo es, sólo las musas son responsables y a ellas nadie las puede castigar, así que vete libre y sigue engañándonos que a nadie haces daño.

La improvisación libre es un poco de esta forma. Nos ofrece la promesa dulce  y embriagadora de una utopía práctica de un mejor mañana, pero los sonidos emanados por los instrumentos ejecutados pronto desaparecen dejándonos un turbio silencio de desconcierto ¿Qué pasó aquí? Los asiduos asistentes de las sesiones de improvisación sabemos bien que una vez desvanecida la promesa hay que volver a intentar la experiencia. Una y otra vez más.

La dimensión política de la práctica improvisatoria es evidente, se trata de la creación del acto fundante de la vida social, de las artes, de la camaradería entre músicos, ambientes y públicos. Se trata de activar la vida común del evento compartido por todos, de la creación que necesita de un público, que depende de un ambiente y que se realiza gracias al improvisador. Es una creación común, colectiva, social. Es una poética del saber-hacer colectivo, pero también del saber-hacer de la creación que busca el instante, el momento, el aquí y ahora de todo acto fundante.

Recientemente tuvimos la oportunidad de conversar con Wade Matthews en torno a la práctica de la improvisación musical  a la que tanto tiempo le ha dedicado como compositor, improvisador y ahora como escritor tras la reciente publicación de su libro Improvisando (Turner 2012).  Wade nos comparte su reflexión en torno a una música cuyo rango de ars sonora aun causa polémica en algunos ámbitos de la academia musical. De estilo claro y sistemático, en su libro va desbrozando la maraña de conceptos alrededor de la improvisación que sólo desde la práctica desarrollada a lo largo de su vida le ha dado una cierta visión experimentada más propia del astronauta sónico que del astrónomo.

1: ¿Qué es la improvisación libre?

W.M: Si preguntas a cinco improvisadores que es la improvisación probablemente te den cinco respuestas distintas. Para mí la libre improvisación es una forma de hacer música, normalmente de manera colectiva, una forma de crear la música en el momento y en el lugar. Es un acto social, es un diálogo, es un acto de creación colectiva de lo que Georg Simmel consideraría la creación de la sociabilidad, los sonidos son los vehículos para esa creación.

2: ¿Dónde surge la improvisación libre?

W.M Surge en Londres en los años sesenta, con ramificaciones hacia otros países especialmente Alemania. La gente que lo comienza a practicar viene de muchas disciplinas distintas, algunos vienen del jazz, otros vienen de la composición contemporánea o de las artes plásticas; esa primera generación es muy variopinta: Peter Brötzman, por ejemplo, viene de las artes plásticas, Derek Bailey viene del jazz aunque él se considera músico profesional es decir, le da igual tocar en un pub que donde sea. Luego te encuentras con músicos que llegan a la improvisación desde la composición, gente con mayor o menor actitud política o sociopolítica. Han habido posiciones críticas de improvisadores e historiadores que no conceden importancia al jazz o al free jazz en el crecimiento de la libre improvisación, estos géneros son de vital importancia para el crecimiento de la libre improvisación, sin embargo, es importante que se reconozca que la libre improvisación ya no es free jazz por mucho que haya tenido que ver con esto en los años sesenta o a principios de los años setenta, por mucho que haya personas que hagan las dos cosas, eso no lo convierte a uno en lo otro.

3: La intención de la improvisación libre de asumir cierta independencia con respecto al free jazz, ¿tiene algo que ver con la operación de despolitización que sufre el free jazz y la improvisación libre a partir de los ochenta?

M: No. Lo que distingue al free jazz de la improvisación libre es, y digo esto a grosso modo, en el free jazz se mantienen los papeles de los instrumentos, es decir, el contrabajista hace de contrabajista, el baterista hace de baterista, el saxo hace de saxo, puede ser que no estén tocando sobre una serie de acordes como lo harían en el bebop, el hard bop o en el swing, pero el bajo está marcando el pulso, etcétera. En cambio en la libre improvisación esos papeles ya no existen. El bajo puede estar haciendo líneas de bajo, puede hacer la melodía, puede ser el ritmo, la percusión, puede hacer sonidos que no pertenecen a ninguna de esas categorías. Es otro modelo de construcción musical.

4: ¿Qué tan relevante es el elemento utópico dentro de la improvisación libre?

W.M: Todo arte es utópico, el plantearse ser artista en esta sociedad ya es utópico. Componer una obra y creer honestamente que los interpretes van a tener  el tiempo y el dinero suficiente para ensayarlo y tocarlo bien ante un público que se va a interesar por la obra, por no decir que vaya a tener más interpretaciones después de la primera presentación, eso es utópico. Las mil y una vidrieras de la edad media mostrando las maravillas del cielo, eso también es ya una utopía retratada en el arte, cada utopía está profundamente implicada en toda actividad del arte.

5: ¿Cómo alegoría de un proyecto social posible?

M: Las vidrieras de las catedrales góticas, ¿qué son sino alegorías de una mejor vida? La actividad de fotógrafos rusos en los primeros años soviéticos bajo el gobierno de Lenin se planteaban abiertamente que su arte tenía que preparar al pueblo para la futura vida socialista, ¿Qué era eso sino la alegoría de otra posible existencia social?

6: ¿No reconocerías ninguna diferencia en la práctica de la improvisación libre de otras prácticas del arte contemporáneo?

W.M: Creo que la práctica musical no es separable de la estructura social, de la cultura a la que pertenece, una orquesta es una fábrica, tiene un ingeniero que ha diseñado un producto que es el compositor, tiene un jefe que es el director, tiene los capataces que es el primer violín, el primer cello y tiene la mano de obra – y no es coincidencia que los únicos sindicatos realmente poderosos son los de las orquestas, y como bien dice Jacques Attali, esa orquesta es el principal precursor de la revolución industrial. La libre improvisación es otro concepto de organización social, otro concepto de escala, otro concepto de lo que tiene que ser o no ser jerárquico en la sociedad. ¿Será precursor de cierto modelo de interacción social? Bueno en cierto modo la posibilidad de colaborar y crear cosas colectivamente ya se está manifestando en internet y se plasmó en la libre improvisación musical en los años sesenta del siglo pasado.

7: ¿Qué tipo de evento se crea? Mencionas que es una creación colectiva, donde participan los músicos, el ambiente y el público ¿Cómo caracterizarías la participación de cada uno?

W.M: Bueno, hay un bucle establecido entre los músicos y el público, ese bucle es la escucha. Si ves a un grupo de improvisadores tocando en su sala de ensayos sin público, lo más normal es que formen un círculo. Cuando llegan al escenario, abren el círculo, forman medio círculo y el resto del círculo es el público, es decir, es una postura que incluye al público, lo toma en cuenta y esa escucha se expande para incluir al entorno más allá del público pues hay ahí también una información sonora muy importante. El músico al escuchar el entorno está dando una pista al público sobre cómo funcionan esos sonidos o cómo el público puede escuchar esos sonidos una vez que pasen a formar parte del discurso sonoro del músico. Esto yo lo contrastaría con la relación que se establece entre un grupo de rock o pop y su público , cuando tú ves al grupo montar en el escenario, con la cantante delante y justo detrás se encuentran el guitarrista solista, el guitarrista de ritmo, y detrás de ellos el bajo, la batería , el teclado, lo que se está formulando es una pirámide, lo que se está formando es una cuña, una falange, una posición de penetración casi sexual, es una manera de entrar en el público y esto es muy distinto.

8: Tu posición frente al papel del intérprete tal y como ha sido concebido en los últimos dos siglos me parece un tanto dura…

W.M: Bueno, soy duro con dos cosas: primero con aplicar la palabra interpretación a toda persona que toca música y segundo con determinadas estructuras que limitan la posibilidad de interpretar, es decir; tendemos a designar como intérprete a cualquiera que toca música clásica. Interpretar es otra cosa. Piensa en un intérprete de idiomas, tiene que entender lo que se está diciendo y luego plasmarlo en otro idioma. Un intérprete de música tiene que entender lo que está tocando luego plasmar el entendimiento que se encuentra en ese sonido. En la música hay estructuras que necesitan de un ejecutante, porque un músico puede ser el más creativo del mundo pero no puede interpretar, tiene que ejecutar, seguir las instrucciones de alguien que sí está interpretando, que puede ser el director de la orquesta o el Conzertmeister. Pero no nos confundamos, o sea que yo no ataco al intérprete, ataco a la falta de claridad de quién es y qué es lo que hace, acerca de cuál es su responsabilidad y cuál es su función en la sociedad y este malentendido por desgracia, no sólo se limita a las personas que hacemos música, también se produce en las escuelas de música a la hora de enseñar y eso, me parece criminal.

9: Se tiene a la improvisación como una práctica artística y social que se encuentra entre lo mal hecho y lo inacabado, lo que no tiene forma y que no puede tenerla. Es un prejuicio bastante extendido en la cultura de occidente…

W.M: Sí, desde luego, pero para mi gusto es un malentendido que refleja una cierta desatención con las realidades diarias del músico. Por ejemplo, si tú eres pianista y vas a acompañar a un violinista en un recital y en medio de la pieza el violinista se encuentra tan nervioso que no hace la repetición o se le olvida la parte que tiene que tocar, o se pierde, o que va a una parte que no tendría que haber ido, tú como acompañante tienes que inventarte la manera  de llegar a donde está él sin que nadie lo note, si él se pierde y no sabe donde entrar, tú tienes que seguir tocando, no lo que hay en la partitura, sino que tienes que darle una pista sobre donde tiene que entrar, tienes que prepararle la entrada y eso lo vas a hacer dando lo necesario para salvar la cosa. Y eso es improvisar y eso tiene que ser forzosamente parte de tu preparación como músico acompañante.

10: Es un tipo de inteligencia muy peculiar, es una inteligencia para hacer, para saber-hacer…

W.M: No tiene nada de peculiar, tú mandas a tu hijo a una escuela de idiomas a hablar y a aprender francés, le tienes ahí seis años, cuando sale puede leer muy bien el francés, apenas consigue escribirlo y no sabe hablar francés para nada ¿qué haces? O regañas al niño o demandas a la escuela. Mandas a estudiar a tu hijo música, está seis años en la escuela, cuando sale lee muy bien la música, apenas sabe escribirla y es incapaz completamente de coger el instrumento y soltarse espontáneamente ¿y eso se considera normal? ¡Pues no lo es! Dicen que Bach, Beethoven y Mozart eran grandísimos improvisadores ¿porque eran tan buenos improvisadores?  Porque eran músicos redondos: sabían escribir, leer y hablar espontáneamente la música.

11: Tal vez tiene que ver con cierto fallo de la pedagogía musical…

W.M: Tiene que ver con la especialización que se dió en la música del siglo XIX y que sigue aún a principios del siglo XXI en la enseñanza musical.

12: Afirmas que el improvisador puede ser un ejecutante y puede ser un intérprete al tiempo que ninguno de los dos es un compositor, manteniendo de esta manera una polémica con aquellos que sostienen que la improvisación puede ser una composición espontánea ¿Cuáles son los puntos de disenso?

W.M: Una composición es esencialmente la preparación de un producto (antes de plasmarlo en un sonido para un público), normalmente es individual y tiene todas las ventajas de ese proceso. Es decir, tienes todo el tiempo que quieras (salvando las fechas límites para los conciertos) para desarrollar las ideas musicales, repensarlas, cuestionarlas ampliarlas, descartarlas, re-orquestarlas, el tiempo de creación de la obra no es el tiempo de la obra, lo dijo muy bien Steve Lacy: en la composición tienes todo el tiempo que quieras para decidir que decir en 15 segundos, en la improvisación sólo tienes quince segundos. Entonces, la composición tiene estas ventajas, de que tú puedes trabajar libremente con las ideas y las plasmas como tú quieras, puedes borrar y volver a hacer, etcétera. Desventajas: lo toca otra gente y no tienen la libertad de ajustar la pieza a las circunstancias, llegan a una sala y dicen: “Uy que mala acústica tienen aquí”. No, no es mala la acústica, lo que pasa es que la pieza que traes no cabe ahí acústicamente. Vas a comprar zapatos y no te dicen, tiene usted el pie demasiado pequeño, dicen no tenemos zapatos de este tamaño. ¿Dónde está el problema? No es tu pie, es la sala. Entonces, desventajas de la improvisación. Es enormemente difícil el desarrollo de una idea porque no tienes el tiempo de repensarlo, rebobinar y borrar, etcétera. No tienes control del contexto en el que suena la idea porque hay otros músicos y ellos también están tocando, por lo tanto el contexto no está en tus manos, son ellos los que están determinando el contexto y tú estas determinando el contexto para ellos.  ¿Ventajas? Uno, es colectivo y tienes la posibilidad de compartir con otros músicos, contrastar y dialogar. Dos, tienes la capacidad de reaccionar ante lo inmediato: entras a una sala, notas que la acústica es un poco rara y piensas: “¿Qué puedo hacer yo aquí? ¿Qué funcionará? Tengo que tocar más lento, más notas, silencios, tengo que tocar más fuerte, más cerca de los músicos para que les oiga bien, dejaré el saxo en casa y tocaré la flauta.” Todo eso es factible porque eres tú quien decide. Son formas muy distintas de hacer música y no tendría que haber ninguna polémica. El problema llega cuando la sociedad aprueba y apoya una forma y no la otra, los que pertenecen a la forma dominante ven a la otra desde su perspectiva, consideran que la improvisación es pobre porque no es tan buena haciendo lo que hace la composición.

13: Esto me lleva al siguiente punto, el de la improvisación dirigida… la cual está constituida por una serie de reglas establecidas conducidas por un director y hay un grupo de improvisadores atentos a esta dirección. En tu libro lanzas una serie de objeciones al proceso de dirección en la improvisación, si pudieras contar algunas de estas observaciones…

W.M: Hay muchas maneras de hacer música y ninguna garantiza que la música será buena, por tanto ninguna garantiza que la música será mala o sea, no es que piense que la música de una orquesta de improvisadores dirigida tenga que ser mejor que la hecha por unos mariachis o la compuesta por Mozart o la que hacen unos libres improvisadores o un grupo de punk o heavy o lo que sea. Es que no es tan fácil. Ojalá y lo fuera, tendríamos una fórmula infalible y podríamos hacer todos una música maravillosa todo el tiempo. Una vez más, no tengo una crítica aquí directa de la improvisación dirigida, lo que tengo es una crítica de los posibles malentendidos que han acompañado a la improvisación dirigida, por ejemplo, las dos orquestas de improvisación dirigidas en España (país donde vivo), se anunciaban como orquestas de libre improvisación dirigida. Bueno, yo no sé tú, pero yo estoy hasta los cojones de que nos hablen de libertad gente que lo que quiere es privarnos de libertad, porque vivimos en una sociedad donde esto sucede a diario (y no me estoy refiriendo a la música), entonces, por una vez en las artes vamos a intentar ser más honestos. Si hay una persona delante de un grupo, que con mover un brazo  hace callar a todo el grupo y él tiene esa posibilidad y los demás no, no me digas que no hay jerarquía ¿es una buena forma de hacer música? Puede serlo. Como todas las demás, pero vamos a decir las cosas como son, sé que no es una crítica de la forma de hacer música y ni siquiera es una crítica de la jerarquización, si yo fuera a condenar la jerarquización en la música tendría que condenar a Beethoven, a Bach, a Brahms. ¡Eso es de idiotas!

14: ¿Tu objeción es más bien sobre el uso arbitrario de la figura de improvisación libre dirigida…?

W.M: Del uso arbitrario del término, de la aplicación donde no procede.

15: Un amigo mencionaba que la improvisación dirigida había surgido como planteamiento de los límites estético-creativos de la improvisación libre, quien había llegado a un callejón sin salida.

W.M: No tengo claro si un planteamiento anarquista puede funcionar a la escala en que funciona una nación (quizá pueda funcionar a una escala pequeña, que haya un pueblo anarquista), alguien tendría que decidir conscientemente que lo que quiere es dedicar su vida a construir carreteras bajo el sol mexicano, limpiar los desagües de la ciudad o pasar su vida entera trabajando en una fábrica, pasando su vida haciendo zapatos con el ruido y el calor de la fábrica. Creo que si todo el mundo puede elegir libremente, no habría zapatos, no habría carreteras ni hospitales porque nadie quiere hacer esas cosas, alguien acaba haciendo esas cosas porque el sistema no le deja más remedio que trabajar en eso para poner comida en su mesa, ¿eso es justo? Creo que es un problema de escalas ¿Cuál es el límite para una orquesta de libres improvisadores? Pensemos en Wagner ¿una orquesta de este tamaño puede improvisar libremente sin ningún director? Yo creo que no y por razones muy sencillas, no son sociales ¡son geográficas! Si tu estas en una esquina de la orquesta ¿cómo coños vas a escuchar al que se encuentra en el otro extremo de la orquesta? No hay posibilidad física de oír o entender lo que está haciendo ¿Cómo se van a coordinar? No es posible. Esos son los límites de la libre improvisación pero no son límites debido a un cambio del punto de vista político, son límites acústicos.

16: Mencionas en tu libro que la capacidad creativa del improvisador puede surgir a partir de dos elementos básicos: la capacidad de escuchar, de lo que está ocurriendo y la posibilidad del silencio, en que consiste saber cuándo tocar, cuando callar. Son cuestiones elementales en la relación creativa entre los miembros de un ensamble. Siempre estoy atento a estos tipos de encuentros y las posibilidades que generan: conversaciones, interrupciones, malentendidos, ¿no podrían ser el silencio y la escucha los elementos generadores de una multiplicación de improvisaciones bajo un efecto acumulativo de improvisadores?

W.M: ¿Quieres decir que si eso es suficiente para que improvisen cien o cincuenta juntos?

17: Así es, y que fuera como es en la vida diaria de la acción social, un sonido que se va armando, que se cae y se vuelve a armar, de pronto algunas secciones de la orquesta funcionan mejor que otras…

W.M: Siempre me he preguntado cómo se coordinan todos los semáforos en una gran ciudad. Me parece probable que puedas ajustarlos lo suficientemente mal como para producir una parálisis en toda la ciudad. Pienso en todos los semáforos, es increíble la complejidad que puede tener aquello y tal vez, la única solución sea no intentar controlarlos globalmente y puede que nada de esto sea posible. Cuando tu escuchas la música compuesta para una orquesta de setenta y cinco músicos muchas veces estas oyendo cuatro voces solamente: una armonía, una melodía, una contra melodía una línea de bajo y ¡san se acabó! Lo que pasa es que los sonidos están cuidadosamente distribuidos entre todos esos músicos o entre algunos grupos porque, no todos están tocando al mismo tiempos. Ahora, imagina esos cien músicos y diles que encuentren la forma de tocar todos a la vez y de crear algo audible y funcional. No sé si estoy de acuerdo contigo, si sea posible. Es un bonito ejercicio, si alguien está dispuesto a poner el dinero para que haya cien buenos improvisadores en un sitio y darnos de comer y donde dormir y una sala de conciertos y suficientes sillas y seis semanas para ver qué pasa, yo creo que podemos encontrar cien improvisadores encantados de intentarlo. El resultado no tengo ni idea, pero sé lo que son cien días bien alojados y bien nutridos.

  18 de abril del 2013

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Robert Ryman en México

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Sin demasiado ruido y no por ello menos importante, se exhibe en el Museo Jumex de la Ciudad de México una breve e intensa retrospectiva del pintor norteamericano Robert Ryman. La muestra de 24 cuatro piezas, repasa seis décadas de trabajo.

La obra de Ryman insiste desde el comienzo en la utilización del color blanco. Sin embargo, ésta aparente pobreza es en realidad un desafío que ha dado como resultado una de las obras pictóricas más radicales de los últimos años.

Ryman ha conseguido gracias a una gran diversidad de matices del blanco generar un vocabulario personal que también se apoya en la utilización de muy diversos materiales que van del tradicional bastidor de tela, al aluminio, la fibra de vidrio, el plexiglás, el papel y el cartón.

Experiencias artísticas como las de Robert Ryman amplían sin duda los horizontes del universo pictórico en que se presentan y la oportunidad de ver los cuadros en los generosos espacios del Museo Jumex, no puede sino enriquecer a quien se atreva a exponerse hasta potente pintura. De los cuadros de la muestra sorprenden mucho los de aluminio, que a pesar de tener un carácter industrial debido al material, el refinamiento con que Ryman dispone las placas y coloca los tornillos, producen un efecto de encantamiento casi lírico.

El blues fantasma de Bix Beiderbecke

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Eran otros tiempos, mi persona se rendía indefensa al poder evocador de la música. Era otra edad, me interesaba la música y no la pintura, iba a los conciertos, nunca al teatro. Los riesgos de dicha inclinación eran patentes: mi juventud fue nostálgica y cursi: los Smiths fomentaban un recuerdo mórbido por los amigos perdidos, las novias que nunca tuve, mi vida sincera pero aburrida, exenta de aventuras.

El primer atisbo de una madurez que se anunciaba pronta en su arribo, se presentó después de escuchar las grabaciones que hizo Bix Beiderbecke junto a la orquesta de Frank Trambauer en el año de 1927. Me refiero a las grabaciones que se reeditaron en 1990 y que salieron bajo el sello de Columbia Records.

Este álbum, contiene lo mejor que grabó Beiderbecke en su cortísima carrera de corneta y clarinete. Ahí, demuestra un gran despliegue de control, estilo y destreza. Su swing particularmente melódico le granjeo la simpatía de los públicos blancos. Al depender de las orquestas blancas con las que trabajaba, su repertorio provenía básicamente de las composiciones surgidas en el tin pan alley de la época.

A pesar de esto, sus combos se encontraban a la altura de los formados por King Oliver o los sextetos y septetos formados por Armstrong. Valga como ejemplo el recordar a los músicos que le acompañan en estas grabaciones: Tommy Dorsey (clarinete), Eddie Lang (Guitarra), Bill Rank (trombón) y el mismo Frank Trambauer en el Saxofon.

Desgraciadamente,  Beiderbecke tenía un serio problema de alcoholismo que muy pronto se salió de control. Murió de cirrosis en el año de 1931 a la edad de 28 años.

Esperen, no se confundan, esta no es una reseña de la reedición en cuestión, quisiera hablarles de algo más interesante, mas grave y que me sirve para reflexionar el tema del fantasma en la música pop de algunos géneros más contemporáneos.

Siéndome familiar y bastante disfrutable el swing del Jazz de los años veinte (particularmente melódico), nada me había preparado para estas grabaciones de  Beiderbecke con la orquesta  de Trambauer.  Me provocaron una profunda sensación de extrañamiento frente al mundo, ocasionada por la escucha de Blue River y There´s a craddle in Caroline, There´s no land like dixieland to me. Se trata de canciones del álbum que contienen voz y cuyos estilemas vocales desde entonces, me siguen causando la misma intriga y desazón. Las voces corresponden a dos jóvenes cantantes de la época, Seger Ellis e Irving Kaufman.

La profunda sensación de extrañamiento y exilio provenía del estilo melódico de su canto. Es una forma de cantar que prácticamente ha desaparecido dentro del pop norteamericano. Tornándose la voz más rítmica -golpeada-, acostumbrada a seguir una línea melódica férreamente acompasada.

Si pensamos en el caso mexicano podría decir que era la misma sensación que experimenté tiempo después cuando escuché las grabaciones de Mimí Derba o las de María Conesa y otras coupletistas de la primera década del siglo XX. Su estilo era muy diferente al que se va a entronizar posteriormente bajo la voz de Lucha Reyes, brava y golpeada, gritona e insolente tal y como continuaron haciéndolo todas las cantantes de ranchero hasta la caricatura en que se ha convertido el mariachi hoy en día.

Me encontré pues, con la viva voz de un estilo fenecido tiempo atrás. Su carácter fantasmático iba más allá del cuerpo desmaterializado de la captura fonográfica. El espectro provenía de una era perdida que decía muy poco a nuestro presente y sin embargo, ahí estaba su música, persistente y aterradora, sin la comprensión del devenir histórico de los estilos vocales, esa voz se arrastraba lánguida y ahogada, muerta y vital al mismo tiempo, agotada e imponente.

Muerta como la era desde la que provenía, perseverante como los muertos vivientes, sosteniendo un tipo peculiar de vida: su fantasma estaba muerto pero regresaba encapsulado y cantaba su alegría de vivir.

Era la voz de alguien que había vivido otra vida, muy distinta de la nuestra, y que seguía cantando la apacible vida de antaño. Podría decir que fue la primera vez que experimenté claramente mi propia finitud. La certeza de que hiciera lo que hiciera no podía evitar mi propia muerte. La íntima incomprensión de la muerte ajena.

Con el tiempo seguía regresando a estas grabaciones de Bix Beiderbecke. Y pude profundizar en el cruel sentimiento del exilio colectivo que es la historia pasada. La grabación ofrecía una ranura en el pasado, una oteada que servía a la escucha aterrada de la historia, de su repicar imprudente dejándome atolondrado y con una inquietud que nunca más me ha abandonado.

La noción de fantología es relativamente reciente. Es un personaje conceptual ideado por Jaques Derrida en el libro Espectros de Marx  para recuperar al fantasma del comunismo, del descredito y de su muerte decretada durante la breve bonanza neoliberal de los años noventa.

El comunismo comparte con el fantasma su condición de muerto viviente, de undead político pero su élan apunta decididamente hacia la corrosión de toda certeza de triunfo definitivo sobre el conflicto de clases.

¿Un muerto viviente? Sí, como muerto que vive, hay una suerte de clausura de un espacio determinado de vida, una suerte de ya no más al tiempo que dice aún no, todavíano. No es el fin, si no el pensamiento acompasado de aquello que está constantemente viviendo y muriendo en tanto que se le experimenta en el presente.

En la década del 2000, surge un grupo de críticos musicales que retoman la figura del fantasma derridiano, para explicarse el surgimiento de músicos cuyo extrañamiento entre la memoria y la historia deambulan con un ambiguo sentimiento de melancolía y nostalgia[1].

De la nostalgia podemos decir sin lugar a dudas que proviene de una cierta pasión triste e impotente, la melancolía en cambio, es una suerte de  reacción rabiosa al entorno manifestada de muy distintas maneras: colérica, furiosa, irónica, incomoda.

Los músicos analizados, la mayoría provenien de la disolución estética del Ambient, cuya reflexión visual de un mundo inexistente,  es configurada de una manera cinematográfica. La imagen sonora evocada es recuperada de antiguos vinilos, donde el gis y la melodía son capturados mediante una aguja rota que intensifica el rechinar de la historia suspendida.

Músicos como Philip Jeck, Leyland Kirby (también como The Caretaker),  William Basinski, y las agrupaciones alrededor del sello Ghost Box han sabido recuperar la riqueza poética que nuestros tiempos han destilado en grabaciones de antaño. No sólo es la memoria sino la historia misma la que se revela en la música: si pensamos en Desintegrated Tapes de Basinski y su relación inquebrantable (de ahora en adelante) con el atentado a las torres gemelas en 2001, creo que se entiende a que me refiero: se trata de un sonido que pretendiendo ser un mero ejercicio de nostalgia frente a la destrucción provocada por el avance indiferente del tiempo, termina convirtiéndose en una triste reflexión sobre el carácter intempestivo de la historia.

En la segunda autobiografía escrita por el compositor Hoaggy Carmichael, dedica todo un capítulo a recordar una tarde que pasó al lado de Bix Beiderbecke cuarenta y cinco años atrás. Ambos muy jóvenes, apenas en sus veintes, no logran contener el terror bello que les provoca la escucha continuada del Pajaro de Fuego de Igor Stravinsky. La alarmante modernidad del sonido le mueve a preguntar a Beiderbecke cómo es estar con una mujer, a lo que éste responde:

“Es exactamente como esto, es una música que te produce pavor y nauseas al tiempo que una imborrable sensación de tranquilidad.

Nos quedamos recostados en la habitación. La música nos embargaba con una terrible añoranza. Algo que se acompasaba perfectamente con el licor, y que era maravillosamente conmovedora,  que nos acercaba y nos hacía sentir solos también. Con un sentimiento de júbilo… y una sensación de añoranza también.”[2]

Tal vez ésta es la razón por la que continúo escuchando una y otra vez las grabaciones de Bix Beiderbecke junto a la orquesta de Frank Trambauer, se trata del carácter ingobernable del pasado que permanece paradójicamente “muerto” y resonante para unos cuantos, siempre dispuestos para su escucha atenta y sorprendida. La vida como la historia siempre terminan por reprender a los desafectos y a los incrédulos, sorprenden a todo un mundo que ya no espera nada del pasado.

 

 

[1] Me refiero a Simon Reynolds y su ensayo sobre el sello de la Ghost Box Rcrds, y posteriormente le seguirán Joseph Stannard y el recientemente fallecido Marc Fisher.

[2] We lay there and listened. The music filled us with some terrible longing. Something coupled with liquor, that was wonderfully moving, but it made us very close and it made us lonely too. With a feeling of elation…and a feeling of longing too. Hoagy Carmichael sometimes I wonder (1965). Página 112.

Drone, globish y la importancia de la conversación intelectual local

 

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Hace un par de años participé en la presentación de un libro traducido al español de un autor muy peculiar. Se trataba de Haytham El-Wardany, egipcio radicado en Berlín. El libro es una suerte de reflexión sobre la escucha en tiempos de insurrección y revueltas, el espacio urbano donde éstas tienen lugar y una reflexión sobre la división social del ruido. La primera parte la constituye una suerte de manual donde se recomiendan sutiles ejercicios para agudizar la escucha del ritmo colectivo en tiempos convulsos.

La traducción de este breve texto constituyó todo un malabar viajero. Escrito originalmente en árabe, su traducción al español provino sin embargo de la versión al inglés publicada previamente y que se puede consultar en la red.

Esta versión logra trasmitir el sentido, reposado y contenido del autor. Si bien resulta molesto constatar cierta deuda con la sintaxis anglosajona, a fin de cuentas no impide la lectura ni una cabal comprensión del texto.

La presentación se dio en las instalaciones del centro de estudios Alumnos 47. El público estaba formado básicamente por los artistas extranjeros participantes del festival que daba marco al programa y unos cuantos hispanoparlantes. Como parte de mi argumento,  le hice notar al traductor la decisión de dejar la palabra drone sin traducir en el cuerpo del texto. Dicha pifia me parecía realmente grave. Me explico, pienso que la labor de traducir conceptos como el drone cuya práctica y experiencia es compartida en el mundo, exige una labor del pensamiento que implica razonar su uso y modalidad peculiar entre nosotros. Por lo tanto, su traducción efectiva, implica un esfuerzo del pensamiento en español al hacer comprender una experiencia compartida y común trasladada a nuestro universo lingüístico.

¿Qué es un drone? Para aquellos que conocen algo de los subgéneros de la música experimental actual, sabrán reconocer en el drone a una subespecie de la música ambient. El drone es un sonido compuesto armónicamente complejo. Constituido por una serie de sonidos sostenidos que van evolucionando a lo largo del tiempo, su correspondencia con el ruido al final es un asunto de volumen. Todo ambient es a fin de cuentas, una reflexión sonora sobre el ruido ambiental en nuestro presente mundo electrificado.

¿Cómo podríamos traducir drone? La primera palabra que nos viene a la mente es zumbido, zumbar, pero ésta corresponde inequívocamente a To buzz o Buzzing. Hay otra más que encontré en un diccionario sumamente ingenioso y que quisiera compartir con ustedes, escuchen esto: runrunear ¿no es una maravilla? Esa sería una traducción que surge a partir de su existencia sonora. Quizás para pensar en una traducción más justa, tal vez deberíamos considerar la noción de rumor más que murmullo. El rumor es aquel sonido persistente en el tiempo que puede variar de lo quedó a lo estruendoso, tal y como es tocado el drone en los conciertos en vivo.

El rumor referido lo podemos encontrar en el vibrar de la electricidad, en el sonar de los dispositivos electrónicos encendidos. Pero también corresponde al ruido encontrado en las grandes cascadas, en el ambiente de la naturaleza, signo de su persistente vida. De ahí que ¾repito¾, el drone sea considerado como parte de la estética concebida en el ambient.

¿Por qué no usar la palabra rumor o zumbido para traducir drone? Su sola enunciación en español nos remitiría a experiencias previas con dicho evento sonoro, volviendo comunicable un elemento esencial del texto discutido. Sin embargo, el traductor decidió no hacerlo, perdiendo la oportunidad de reflexionar en español sobre esta experiencia común a nuestro día a día.

Lo que siguió a continuación me parece más bien hilarante. El argumento fue desechado por “utópico” y se aducía al espacio global en que tiene lugar la práctica del arte sonoro, y por lo tanto defender los usos de la reflexión local no tenía mucho sentido.

Decidí no continuar dado que el tiempo de discusión era reducido y aún faltaba de participar el traductor. Pero antes de que pudiésemos retomar el hilo de la presentación, alguien más pidió que “por respeto” a la mayoría de los asistentes que no hablaban ni pisca de español (y por lo tanto que tampoco lo entendían) que la presentación se diera a partir de ese instante en inglés. La petición no podía ser más divertida: se trataba ahora ya no sólo de defender los usos del pensamiento fijado en un lenguaje local sino además de que la discusión se diera en una lengua completamente ajena a nuestra forma de razonar.

Dado que en la sala había suecos, iraníes, ingleses, gringos y unos cuantos mexicanos, al final todos discutíamos en un inglés macarrónico…so sad. Nuestro inglés era pobre y limitado, restringido por nuestra capacidad de hablarlo y comprenderlo.

Nuestro aprendizaje muchas de las veces es producto de nuestra relación cotidiana con su música, cine o televisión, pero rara vez introducidos a través de la literatura, donde el lenguaje se destila de forma más fina. No había manera de ver la situación salvo de modo hilarante, algo divertido, ligeramente ridículo.

Parecía un mal chiste racista sobre el bárbaro que balbucea la lengua colonial sin lograr expresar lo más sofisticado de su pensamiento, gracias a su pobre comprensión del inglés. Y en cierta manera esa era nuestra circunstancia. No me extraña que nadie haya reparado en lo cómico de nuestra situación mientras discutíamos.

Lo que me gustaría recuperar de aquella presentación fue la discusión que se dio a raíz de un comentario mío alrededor de lo que considero fue la única pifia grave del traductor. Es común en nuestros días incorporar al habla algunas voces provenientes del inglés, de alguna manera se pretende con ello dotar de cierta sofisticación al usuario y dotarlo del crédito y reconocimiento de sus pretendidos iguales, como una suerte de ingenuo cosmopolitismo.

Si antaño el uso del spanglish connotaba el regreso del migrante trayendo de contrabando los usos contraídos en el país vecino, con el tiempo se convirtió en un insidioso criterio de pretensión y uso de las clases medias: lo que antaño era el uso cotidiano del spanglish en la frontera, ahora se corresponde más bien a las economías de prestigio utilizadas por las clases medias mexicanas.

De ahí que la ideología lingüística de la cultura fronteriza surgida en el norte, ahora se recorriera hacia el sur, siendo plenamente recibida por aquellos usuarios de internet que  no pueden distinguir las fronteras lingüísticas de nuestro estado nación. Esto como consecuencias de que su acceso actual a la información es precedido por el aprendizaje y uso del Globish, es decir, el inglés global producido en internet.

El termino de Globish lo acuña la filosofa francesa Barbara Cassin para denominar el proceso de homogenización en los usos de los lenguajes nativos producto de su relación con el buscador Google[1]. Dada la peculiaridad del algoritmo que se encarga de completar y traducir las órdenes de los usuarios en sus búsquedas, el lenguaje producido por Google es insuficiente y limitado. Adecuándose a los usos lingüísticos de una población “media” absolutamente ficticia. El buscador termina por ofrecer una lengua más acorde a un traductor automático universal que omite y deja de lado por incomprensibles o (nunca mejor dicho) intraducibles los usos de la lengua local.

Reparar en los intraducibles es prestar atención  a lo singular de nuestra experiencia local. La forma tan propia en que se organiza nuestro pensamiento o la manera tan singular de desarticular al pensamiento colonial. El proceso de traducción debería de atender esto, saber que buscar la palabra justa no siempre es la palabra más exacta. Se trata de hacer correspondencia con el mundo haciendo justicia a lo mas ingobernable de nuestra experiencia lingüística: el habla que surge de nuestra cotidianidad, insospechada para los otros, ingobernable para el centro, incomprensible para el resto, intraducible.

[1] Ver Googleame. (2008).  Cassin, Barbara. FCE. México.

La Música es mi Infancia

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Spare me this melody of life that disturbs my own music

Karl Kraus

Toda producción sonora debe adecuarse al ambiente donde sucede la escucha. Hacer sonar el espacio al tiempo que uno resuena con él, significa primordialmente escuchar con detenimiento la tonalidad de su superficie, la manera en que el silencio perturbado la recorre y su forma peculiar en que desaparece.

El trabajo de la escritura en su reflexión sobre el espacio inmaterial de la música o del atropellado universo de los sonidos resulta arduo y pocas veces comprendido. Usualmente se le considera simple subordinación descriptiva al evento sonoro. Pero la escritura sónicamente, es otra cosa. Su abordaje exige una sensibilidad previamente educada, debe aprender a escuchar tal y cómo se aprende a ver el entorno.

Se debe discriminar aquello que impide escuchar la amplitud del ambiente sonoro para tiempo después, ir recorriendo poco a poco los pequeños hallazgos que se habían ocultado tras la acumulación de formas. Se requiere paciencia y un talante inquisitivo, saber que las formas sonoras son el despliegue de una espacialidad singular y que la escucha es sólo una parte del evento.

Una tarde de verano se me reveló el universo de los sonidos vivos que se colaba tras la música que envolvía mi ambiente de lectura y trabajo. He olvidado todo sobre esa tarde menos el mero acto de descubrir por primera vez el silencioso respirar del lugar que habito. Había bajado el volumen de la música que escuchaba, para que ésta no interfiriera con la concentración de mi lectura. Llevaba apenas un par de horas de trabajo cuando escuché subrepticiamente el claro crujir del librero que se encuentra detrás de mí.

Como sabrán, es hacia la cinco cuando el cálido clima de la tarde comienza a cambiar. Dirigiéndose hacia la noche, entra un aire fresco que modifica el clima del lugar chocando con el calor que constituye previamente a los objetos. El resultado es un suave bostezo que recorre la casa. Todos los muebles se desperezan, se hinchan y estiran como quienes recién despiertan. Y yo, que los pensaba inanimados me aterro al escuchar el breve crepitar de la madera. Al principio su sonar me sobresalta, no logro ubicar el sonido que persiste a través de la habitación. Busco al artista invisible que provoca el gruñir de los objetos y el error se hace presente. No se trata de ver si no de escuchar lo que sucede, es la única manera de saber lo que está pasando, de entender el pequeño universo que despierta a mi alrededor.

Desde entonces, decido educar a mi oído, evaluar su capacidad de escucha mediante ingenuos experimentos como modular el volumen del estéreo hasta lograr escuchar el más silencioso de los sonidos agudos que persisten tras la descuidada escucha del día.

En otras ocasiones, abro las ventanas para dejar que me invada el ruido de la calle pero lo único que logro es entorpecer el proceso de auscultación de mi espacio. Abrirse a los ruidos procedentes de la calle es permitir que el caos que ocurre afuera, inunde el espacio de la intimidad.

Y no sólo eso, el ruido constituye la vida que se desplaza caótica hacia todos lados. No es sólo el signo que indica la vida alrededor sino la actividad del mundo. Es decir, el ruido se usa para adjudicar los límites negativos del sujeto liberal. Acostumbrado a vivir tranquilamente de la distinción entre los espacios de lo público y lo privado que intenta regular la vida política de la ciudad, se muestra indefenso ante la brutal indiferencia con que el ruido transita estos espacios regulados. En este sentido, el ruido indica la presencia activa de los otros, resulta molesto, invasivo y tortuoso.

Emmanuel Kant se dio perfectamente cuenta de los desengaños atribuidos a la indeseable vecindad con la música. En una nota al parágrafo 53 de la Crítica de la Facultad de Juzgar indica claramente su frustración:

“Quienes recomiendan el canto de canciones religiosas para los ejercicios de culto en el hogar no pensaron que esa ruidosa (y por eso, mismo, comúnmente farisaica) devoción imponía al público una gran molestia, al obligar a unirse a esos cantos o bien a deponer su ocupación meditabunda.”

Me resulta curioso constatar, cómo es para Kant la actividad concentrada del escucha. Es celosa a tal extremo, que le resulta imposible atender más de un evento sucediendo en el tiempo: o se lee o escucha distraído el juicioso canto de los vecinos. Al parecer en nuestros días, no es que se haya vuelto posible leer y escuchar al mismo tiempo, es que se ha vuelto imposible no leer y escuchar al mismo tiempo el ruido invasor del capitalismo: las múltiples transacciones y ventas que son enunciadas mediante altavoces, los coches que circulan permanentemente por las calles, los aviones, la electricidad, los objetos ofertados que requieren ser acompañados por las canciones provenientes de “Las cuarenta principales”. El ruido ¾dice una amiga¾, se usa para vender, no hay nada épico en ello.

Camille Paglia se ufanaba en algún artículo de poseer la capacidad de escribir al tiempo que escuchaba música y veía la televisión. Emulando un poco la curiosa afición del músico de rock de los años sesenta, quienes escuchaban música y atendían al televisor mientras platicaban con los amigos. Para ella, esta capacidad de mantener la atención dispersa sin perder el hilo de lo que estaba pasando, la diferenciaba de los antiguos filósofos premodernos que sólo hacían una cosa a la vez: pensar.

Sin embargo, resaltar la capacidad de la atención dispersa es un tanto anacrónico para la exigencia multitasking de las condiciones laborales actuales. Algunos escritores requieren de la estimulación musical para escribir con sobrada fuerza durante horas, otros pueden masticar un pan mientras leen concentrados algún libro.

El trabajo del pensamiento requiere la inmersión absoluta en la consecución de la idea y ésta no surge sino de la fugacidad del instante elaborado por el mismo pensamiento. No es en el silencio donde surge la idea, sino en el espacio mental abierto por ese acto imaginado. El espacio mental debe permanecer vacío para que pueda hacer surgir constantemente lo nuevo de la idea. Pero el ruido no es sino saturación del espacio acústico, exacerbación que desvincula y ensordece, resulta poco factible que algo nuevo pueda surgir de él, forma parte de la nocividad producida en el ambiente urbano.

Nuestra consideración es paradójica, pues el ruido comparte con el cáncer la exacerbación mórbida de los elementos vitales que coagulan la vida misma. Su carácter excesivo sirve problemáticamente para hacer daño y mostrar el poder que posee nuestro mundo salido de cauce.

Por todo lo anterior, para mí, la música es mi infancia. Es la arcadia a la que jamás podré volver. Es la utopía cimentada en aquella promesa incumplida, la de un mundo que mejora tras la organización musical de sus sonidos más desarticulados. La belleza de la música prometida se va desvaneciendo lentamente en medio de los avatares cotidianos. Y además está la edad, mi oído comienza a endurecerse, resulta que me es imposible fijar mi atención en tonterías. Por ello, la música es mi infancia. Mi disfrute infantil por el frío de las mañanas, la incansable escucha de Vivaldi y el disco blanco de los Beatles. La frase no es mía. Fue recuperada de algún poema cuyo autor, ya he olvidado.

 

 

 

 

 

 

La Casa del Cine | Cartelera del 25 de noviembre al jueves 1 de diciembre

Cartelera del viernes 25 de noviembre al jueves 1 de diciembre

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FUNCIONES

Cartelera del viernes 25 de noviembre al jueves 1 de diciembre

20:00 horas – Sólo domingo 27 y martes 29

EL DEMONIO NEÓN | Nicolas Winding Refn | EUA-Dinamarca-Francia | 2016 | 117 min. | C

Jesse, es una chica aspirante a modelo que se muda a Los Angeles para cumplir sus sueños, ahí descubrira el terrible y peligroso mundo de la moda, donde despertara la envidia de las demas modelos que intentarán devorarla para robar su belleza y juventud.

Tráiler: https://youtu.be/lmQDYyaJr00

19:00 horas – Excepto miércoles

LOS HÁMSTERS | Gilberto González Penilla | México | 2014 | 71 min. | B15

Rodolfo y Beatriz son padres de dos jóvenes: Jessica y Juan, juntos forman la perfecta familia disfuncional. Rodolfo sale todos los días como si fuera al trabajo, pero en realidad está desempleado. Beatriz, quien se encuentra en medio de una crisis por la edad, es seducida en el gimnasio. Jessica juega un triángulo amoroso entre su novio y su mejor amiga. Y Juan, se entera que será papá. Una familia común tijuanense en la que cada uno esconde sus secretos a pesar de vivir bajo el mismo techo.

Tráiler: https://youtu.be/ILdFvtbMfgo

18:00 horas – Excepto sábado 26

LOS PARECIDOS | Isaac Ezban | México | 2016 | 89 min.

En la lluviosa madrugada del 2 de octubre de 1968, ocho personajes que esperan un camión en una remota estación en el medio de la nada para dirigirse a la Ciudad de México comienzan a ser víctimas de un extraño fenómeno.

Tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=lwmDYtfrFcI

17:00 horas

SONITA | Maghami Rokhsareh | Alemania-Irán-Suiza | 2015 | 90 min.

Sonita, una adolescente afgana que vive como indocumentada en Irán, sueña con convertirse en una cantante famosa de hip-hop, pero su familia tiene otros planes para ella: venderla en matrimonio por 9,000 dólares.

Tráiler: https://vimeo.com/155719661

16:00 horas

UN AMIGO IRREMPLAZABLE | Thomas Lilti | Francia | 2016 | 102 min.

Durante los últimos treinta años el Dr. Jean Pierre Werner ha trabajado como Médico General en una campiña en Francia, lejos de cualquier otra institución médica. Cuando Werner se entera que sufre una grave enfermedad, no tiene otra opción más que encontrar un reemplazo, aunque se considera a sí mismo irremplazable.

Tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=xXHWBpNRSN4&feature=youtu.be

15:00 horas – SALA 1

COSMOS | Andrzej Zulawski | Francia – Portugal | 2015 | 103 min.

Witold recién termina sus exámenes de derecho, y Fuchs ha dejado su trabajo. Ambos llegan como huéspedes a una residencia atendida por una disfuncional familia. Contrario al esparcimiento que esperaban, sus días de vacaciones se convertirán en un intenso y delirante carrusel de emociones alteradas por extraños sucesos que empiezan a suceder. Adaptación libre de la novela homónima de Witold Gombrowicz, en clave de intriga policial y comedia del absurdo.

Tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=JW42Neak-5k

14:00 horas – SALA 2

PORFIRIO DÍAZ, 100 AÑOS SIN PATRIA | Emilio Maillé | México | 2015 1 80 min.

Un hombre amado por su ideología así como los progresos y desarrollo que logro para el país, pero odiado por sus actos, así como el rezago político y social que vivió el país durante sus muchos años de gobierno. Una producción de Discovery Channel, SPR y TV UNAM.

Tráiler: https://youtu.be/-Zzdhos9oW8

FUNCIONES ESPECIALES

CICLO DE CINE EN LA PLAZA SANTO DOMINGO

Miércoles 30 de noviembre, 18:00 h.

CALABACITAS TIERNAS | Gilberto Martínez Solares |México | 1948 | 101 min.

Accidentalmente, Tin Tan se relaciona con un empresario arruinado que lo hace pasar por sí mismo para evitar dar la cara ante sus acreedores. En su nueva personalidad, monta un espectáculo musical con una galería internacional de bellezas femeninas que pelean por su amor y por el crédito principal del espectáculo, el cual ha sido financiado con dinero inexistente.

Tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=kTOWF1ka31g

MIÉRCOLES DE JAZZ

23 y 30 de noviembre

7 de diciembre

21:00 horas

Entrada libre

Noches de jazz en La Casa del Cine Mx, todos los miércoles desde las 20:00 h. El ensamble Fonomatique te consentirá tocando en nuestra cafetería, donde encontrarás un menú especial.

Helena Sánchez (voz) y Omar Medina (guitarra) son Fonomatique, una banda sacada de otras épocas. Temas de jazz clásico, blues y soul, acompañados de otros más actuales pero que se han vuelto clásicos. 

Audios:

https://soundcloud.com/fonomatique/drown-in-my-own-tears-ray-charles

https://soundcloud.com/fonomatique/after-youve-gone-trio

MACABRO NOCTURNO

Viernes 25 de noviembre, 20:00 horas

Entrada general: $40

Sonno profondo | Luciano Onetti | Argentina | 2013 | 67 min. | C

En este electrizante giallo, un asesino, acosador traumatizado por los recuerdos de su infancia recibe un misterioso sobre por debajo de su puerta….el psicópata ya no esta solo.

Tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=AhJhn6EijcQ

CLAUSURA DE LA EXPOSICIÓN

Para hacer algo sagrado de Santiago Moyao

Viernes 25 de noviembre, 19:30 horas

Entrada libre

Mezcal de cortesía

https://www.facebook.com/events/1195317963897845/

MUESTRA DE CINE CALLEJERO

Domingo 27 de noviembre, 17:00 horas

Entrada libre

La Muestra de Cine Callejero es un proyecto de fomento artístico y desarrollo comunitario que promueve e impulsa la creatividad, además del diálogo entre jóvenes de la Ciudad de México interesados en las artes visuales por medio de talleres de creación de cortometrajes. Somos cine urbano, cine de personajes salidos de los barrios, historias contadas desde, por y para la comunidad. Cine resultado del análisis y reflexiones de los jóvenes creadores sobre la forma de entender las nociones de identidad, comunidad y cotidianidad de sus entornos,  dentro de sus barrios para transmitirlo a través del lenguaje cinematográfico.

“Malas” influencias | México | 2016 | 12 min.

Taller: Buenavista Tallerista: Daniel Melo

Rodrigo es un adolescente de 12 años en búsqueda de su identidad, cuando su madre lo manda a comprar las tortillas ocurre un encuentro inesperado con Greta de 16 años una chica punkskate, que a toda velocidad andando sobre su patineta choca con Rodrigo al que le estropea la cadena de su bicicleta, el accidente detona en una invitación a un concierto de música Punk en el tianguis cultural del Chopo, la fuerza de la música punk, despierta en Rodrigo una nueva actitud en su personalidad.

Cineminutos | México | 2016 | 10 min.
Taller: Guerrero Tallerista: Idelfonso Mercadillo

Compendio de personajes y lugares que reflejan la esencia de una colonia muy antigua de la Ciudad de México, la Guerrero. A través de ocho diferentes historias se explora la transformación de un lugar que por su historia podría definirse con la palabra “resistencia”. Los personajes atraviesan inconscientemente un proceso de resistencia y son la voz de jóvenes con la curiosidad de expresar sus ideales a través del cine. El cortometraje explora un tema en común: la colonia y su gente, pero es abordado desde diferentes métodos de creación, siendo testigos del proceso de evolución de la colonia y sus observadores.

Pupa | México | 2016 | 12 min.
Taller: Juárez Tallerista: Rodrigo Morales

En plena Zona Rosa, rodeado de sex shops, boutiques y bares LGBTI, un indigente trasvesti de la colonia Juárez desea desesperadamente un par de tacones para complementar su ajuar. Su búsqueda desata una serie de eventos tragi- cómicos que lo llevan a descubrir la escena drag de la Ciudad de México. En una subcultura donde los objetos son importantes detentores de la identidad ¿Podrá este individuo “completarse”?

El sonido a su Merced | México | 2016 | 11 min.

Taller: Merced Tallerista: Hill Díaz

El pregón del merolico anunciando la pomada de árnica, los gritos de los mil vendedores promocionando sus productos, el tráfico sobre Anillo de Circunvalación, el pitido del carro de camotes, el intromix del disco pirata de moda, el andar pausado de decenas de miles de transeúntes que a diario recorren las calles de La Merced. Para Don Alfonso, así suena la “nueva Merced”; puro ruido. Desde hace 30 años opera El Recreo de los Manzanares, una pulquería atrapada en el tiempo que sirve de refugio para aquellos vecinos y foráneos que prefieren escapar del ruidoso y caótico presente. Entre fichas de dominó, vasos de pulque y canciones de una vieja rocola, serán ellos quienes evoquen los sonidos de una Merced antigua, olvidada y condenada a desaparecer.

1104 | México | 2016 | 9 min.

Taller: Tlatelolco Tallerista: Daniel Ulacia

En la unidad habitacional Tlateloco, comienza a esparcirse el rumor de continuas desapariciones de personas. A su vez, un nuevo inquilino llega a la unidad, la casera comienza a sospechar que pueda estar relacionado. Una serie de rumores y prejuicios harán que los vecinos tomen cartas en el asunto.

IMÁGENES DE: MIGUEL GALO

Miércoles 30 de noviembre, 20:00 horas

Entrada libre

OPERACIÓN CONQUISTA | David Díaz Fehér, Miguel Galo | México | 2014 | 22 min.

Emilio es un niño de nueve años, un superhéroe, un espía, un vaquero. Su labor​ ​
es mantener a salvo el fraccionamiento donde vive. Él y su buen compinche Paco están​ ​
siempre atentos a​ ​
cualquier cosa que pueda interferir con la rutina de este lugar y sus​ ​
habitantes. Un día, la pericia de Emilio se ve retada por un camión de mudanzas que​ ​
anuncia, con el rugido de su motor, la llegada de Elena, una niña que está destinada a​ ​
cambiar radicalmente su mundo.

INAUGURACIÓN EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA

REGADERA / SHOWER

Retratos de Miguel Galo

Miércoles 30 de noviembre , 19:30 horas

Entrada libre

El baño es un lugar muy íntimo; es un cuarto diseñado para el aseo personal en el cual rara vez damos entrada a otras personas.

Al retratar gente bañándose en la regadera traté de explorar un momento en el que una persona se encuentra vulnerable. En el instante en que la persona retratada no tiene otra opción más que cerrar los ojos, es cuando decido disparar la cámara.

Es en este momento en el que creo que vemos a una persona que –aunque sepa que una cámara lo está observando– no puede evitar dejar de «posar» y mostrarnos un lado más real, y se convierte en alguien vulnerable.

Horarios de funciones: De martes a domingo: 14:00, 15:00, 16:00, 17:00, 18:00, 19:00 y 20:00 hrs.
Lunes no hay funciones.
Costo martes: Entrada general: $30 / Estudiante, profesor e INAPAM: $25Costo miércoles a domingo: Entrada general: $40 / Estudiante, profesor e INAPAM: $35
Dirección: República de Uruguay 52, piso 2. Col. Centro. C.P. 06000, México D.F.
Teléfonos: +52 (55) 55124243
Página web: http://lacasadelcine.mx/
Facebook: /casadelcine
Twitter: @casadelcinemx
Instagram: /lacasadelcinemx
Email: contacto@lacasadelcine.mx

ruinas tu reino, una lectura posible

 

A photo by Yuriy Khimanin. unsplash.com/photos/o4H20aIIAt8

“Un peregrinaje de pescadores surca el Golfo de México bajo el cielo de la pátina histórica. Ruinas tu reino es una travesía polar –mar y tierra, hombres y mujeres, lenguaje y metalenguaje– a través de espacios heterotópicos”. Sí, un peregrinaje en su más puro sentido, una revelación de lo interior y lo exterior con una misma forma y una dialéctica infinita de la espera y la acción. Una poética y una producción. Una búsqueda para ser precisos.

La película comienza con un Invisible, un mar visible e invisible, una búsqueda en un mar invisible, un eterno retorno, oscuridad y ruido y ruido y ruido. Un tiempo que se estira y se retrae y un pasado que se queda con nosotros aunque lo neguemos. Y ahí está Aztlán traída por las gaviotas. Un estado de contemplación que nos lleva mas allá en esa búsqueda; una espera como forma de ajustar cuentas con la historia y con la existencia. Una América.

Un grupo de pescadores que están en otro lugar, un lugar sin tiempo ni historia pero con más tiempo e historia que todos nosotros, los que estamos de este lado, y no los podemos tocar. Eso nos provoca y por eso seguimos buscando: porque sabemos que hay algo. Ese otro no-lugar que es a la vez ambigüedad y metáfora, que constituye en realidad el lugar más puro y duro, nos habla de una especie de parusía todavía lejana pero palpable que se engendrará quizás en un Tiempo como éste. No hay contradicción, al contrario, la película nos ofrece una posibilidad de encontrarnos con la Verdad al situarnos más allá del lenguaje.

Un cine que choca también con la literatura; que transforma la duración del tiempo en su propia significación pero dirige nuestra búsqueda mediante las letras. Presenciamos esa distancia –que todo lo abarca entre nosotros y aquello que buscamos– figurada en una poesía de lo visual. Un retrato de la espera y la esperanza y su constante ir y venir.

Una posición frente a la Historia a final de cuentas, y un silencio final que hace todo menos quedarse callado.

Pablo Escoto

Oriundo de Ciudad de México, Pablo Escoto vive actualmente en Buenos Aires. Su trabajo anterior, Cartas a Barcelona (2014), fue exhibido internacionalmente en festivales como Transcinema Festival Internacional de No-ficción (Perú) y centros como Anthology Film Archives (EU). Ruinas Tu Reino es su primer largometraje.

Se estrenará este mes como parte de la Selección Oficial de Largometraje Internacional del FICValdivia.

 

Persiguiendo a la ignorancia

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La ignorancia, la duda y la incertidumbre, son aspectos importantes de nuestra existencia, ya que no existe forma de evitar enfrentarnos con ellos en nuestra búsqueda de conocimiento. A veces vemos estos aspectos como obstáculos, otras veces los vemos como inspiración. Cuando no sabemos la respuesta a un problema, somos ignorantes. Cuando presentimos la respuesta, pasamos por la incertidumbre. Y cuando estamos casi seguros de la respuesta, llegamos a la duda.

Para poder progresar y alcanzar un mayor entendimiento en el tiempo que habitemos éste cuerpo (éste planeta), debemos reconocer a la ignorancia y dejar espacio para la duda, ya que la verdad nunca es una constante y se transforma en el tiempo/espacio continuamente.

En el siglo V A.C., mucho antes de que la ciencia existiera tal como la conocemos, Sócrates, realizó la declaración por la que se le ha parafraseado durante siglos: “Yo sólo sé que no sé nada”. Fue en la Apología de Sócrates de Platón donde aparece la cita correcta:

”Este hombre, por una parte, cree que sabe algo, mientras que no sabe [nada]. Por otra parte, yo, que igualmente no sé [nada], tampoco creo [saber algo].”

Si viajamos en el tiempo al día de hoy, parece que hemos llegado a una fase en la civilización marcada por un apetito voraz por el conocimiento, en la que el crecimiento y la disponibilidad de información crece exponencialmente, pero en algún momento de ésta supercarretera de progreso, parece que hemos desarrollado una especie de fetichismo por los hechos, que nos encadena a la seducción de lo conocido y nos hace indiferentes a lo cognoscible desconocido.

La hiperparanoia en la que estamos envueltos hoy en día, se debe a la desconfianza que nos han generado las instituciones, el gobierno, los medios, la religión, la historia, el propio internet, nuestros papás y nosotros mismos. La certidumbre de conocimiento cada vez nos resulta más frágil, aumenta la desesperanza de llegar a la verdad y por ende nos estamos convirtiendo en nihilistas.

La búsqueda de conocimiento, no es como la analogía de la cebolla en la que vamos arrancando capa tras capa con la intención de llegar a un núcleo, la verdad fundamental. Más bien es como las ondas de propagación en la superficie de un lago: después del impacto, la circunferencia se amplifica más y más alejándose de su círculo inicial, hacia lo desconocido, hacia la ignorancia.

Stuart Firestein, Director del Departamento de Ciencias Biológicas en la Universidad de Columbia, habla acerca de la ignorancia como herramienta para la ciencia en su libro Ignorance: How It Drives Science usando la palabra “ignorancia”, para ser intencionalmente provocativo, debido a que la ignorancia tiene un montón de malas connotaciones, pero en éste caso, él no se refiere a la estupidez, ni a una indiferencia inmadura hacia los hechos, la razón o los datos. Explica una clase diferente de ignorancia: la clase de ignorancia que es menos peyorativa, un tipo de ignorancia que proviene de un vacío común en nuestro conocimiento, algo que no está ahí para ser conocido, que no se conoce suficientemente bien todavía o que no nos permite hacer predicciones, la clase de ignorancia que está mejor sintetizada en la declaración de Maxwell, quien dijo: “La ignorancia completamente consciente es el preludio de cada avance real en la ciencia”.

Firestein explica que en su campo, la acumulación de conocimiento está ahí para ayudar a obtener más ignorancia. Así que el conocimiento es un tema importante, pero deviene en que la ignorancia es uno más grande.

Así que, siguiendo la misma línea, el conocimiento produce ignorancia y la ignorancia es el combustible del conocimiento. Esto también lo explica muy bien Kant cuando hablaba sobre la idea de “la propagación de preguntas”, en la que cada respuesta genera más y más preguntas. Entonces, ¿Para qué adoptamos conductas obsesivas en nuestra búsqueda de conocimiento? ¿Porqué le dedicamos tanto tiempo a nuestro Iquismo, si cada vez que entendemos algo se abre un abanico de nuevas preguntas? ¿Para qué estamos utilizando toda ésta data? En términos duros, la estamos usando para mejorar la ignorancia, para llegar a una ignorancia de mejor calidad.

El propósito de ampliar nuestro conocimiento es para ser capaces de formular mejores preguntas, preguntas más interesantes y reflexivas. Pero aún más que eso, nos sirve para ampliar nuestra conciencia; al adoptar una actitud de humildad que corresponda a la debilidad inherente de nuestra comprensión intelectual y de nuestra condición biológica: Nuestro cerebro y nuestros sentidos (las herramientas de percepción de la realidad), no están diseñados para lograr entender la totalidad de la existencia, pero si para permitirnos entender que hay cosas que sabemos que sabemos, cosas que sabemos que no sabemos, cosas que no sabemos que sabemos y cosas que no sabemos que no sabemos.

Debemos permitirnos asumir el lujo incómodo de que existe mucha información que supera nuestra comprensión, es decir, una “capacidad negativa”, concepto promovido por el poeta John Keats, con el que explicaba que deberíamos ser capaces de llegar a reconciliarnos con el hecho de que algunas cuestiones tendrían que ser dejadas sin resolver, es decir, en la incertidumbre. Keats opinaba que algunas certezas eran mejor dejarlas abiertas a la imaginación y que el elemento de duda/ambigüedad añade romanticismo y magia a cualquier concepto.

Creo que ésta sería la base de la sabiduría, porque ignorar es, sobretodo, ignorar que se ignora y la sabiduría es, sobretodo, el saberse ignorante.

Twitter del autor: @Bienmal_

Para hacer algo sagrado

ballenaLo que hay aquí es un juego. Este consiste en la unión de las cosas con las cosas, en tirar un hilito y amarrar un elemento con otro en la espera de que en conjunto puedan mostrar algo más. Así, de la misma manera en la que las estrellas pueden formar constelaciones, aquí hay no una afirmación de lo que es lo sagrado, sino un cuestionamiento por las partes que lo conforman. Son estas condiciones las que pueden elevar lo mundano a un plano superior y de esas imágenes quizas puedan surgir los mitos y en esos mitos tal vez se podrá depositar un secreto de algo contundente e íntimo.

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Estas piezas son entonces algo así como diagramas especulativos, terrenos en blanco donde pueden colocarse las posibilidades y sobre el que se formula dicho emplazamiento, donde se refleja algo muy propio de estas formas, que por sí solas ya dicen bastante, pero que en su proximidad enfatizan algo la una de la otra. Se abrazan, se cuentan cosas que no se habían dicho porque necesitaban un espacio de simulación donde pudieran fundar sus narrativas, sobrepasar su cotidianidad y cuestionarse si juntas pueden hacer algo sagrado para quien las mire.

Santiago Moyao

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