I
Por el canal de Iztapalapa vuela, no corre, el enorme hidromóvil WST que en su viaje al Zócalo capitalino lleva el estandarte de la segunda zona autonómica de La Gran Celebración. Las grandes letras de rojo luminoso estampadas en la popa dicen que es La Voladora. Como la trajinera de Cecilia en la novela de Payno. Y va que vuela porque tiene que llegar a tiempo para que la docena de representantes del Consejo Indio Regional, que ahora forma su único grupo pasajero, ocupen el lugar de honor que se tienen por merecimiento en este aniversario de medio siglo de “La revuelta de los justos”, que nos legó patria, justicia y dignidad.
El enorme hidromóvil alcanza los 230 kilómetros por hora (recordemos que va con un cierto retraso), límite de lo que ya es uso y costumbre en las reglas urbanas de permisibilidad. Diez años antes Herón Alcázar, capitán del hidroplano, hubiera sido multado por exceso de velocidad. Y, ciertamente, con grave peligro de sufrir un accidente de consecuencia fatal. Pero los márgenes de contención armados con el hule acerado de aztequísima hechura que el hidrón lleva fijados en su enorme pechuga impiden tropiezos y fracturas. Aire fresco, se dice, de lo que son éstos, los nuevos tiempos.
Tal vez no encuentren en lo que diga ahora desconocido detalle o novedad. Pero todo me mueve a leer a ustedes algunas de las líneas que en medio de la monumental Plaza de los Justos leerá a su vez Chichimecatecuhtli Sánchez, miembro de ese grupo que va en La Voladora y que es reconocido en México y en el mundo como un “gran libertador”.
II
Amigas y amigos, amantes de lo justo y continuadores luchadores de nuestros hermanos Los Justos:
Hoy quisiera detenerme sólo en señalar cuáles son algunos de los grandes legados de aquella luminosa revuelta de 2018, que aquí hemos venido a recordar.
Lentamente, pero con enorme consistencia, hemos logrado finalmente dejar en el pasado la vieja y estúpida mirada hacia la estrella norteamericana, para latinoamericanizar nuestro sentido del humor, del tacto, del pensar y del hablar.
Producto genuino de aquella Revuelta de los Justos fue la promulgación de la Constitución de 2024, que marcó las líneas para la construcción-reconstrucción de un nuevo modelo civilizatorio, estrella verdadera ahora de nuestra tan esperada condición de libertad.”
Con el triunfo de La Revuelta de los Justos cayeron uno a uno los pilares del patético mundillo neoliberal.
Hay que decir a la vez que rompimos la lógica perversa en la que se movía entonces nuestro propio esquema de pluriculturalidad. La consigna, acaso sea ocioso recordarlo, terminó por abandonar todo aldeísmo para plantear la línea de mundializar al mundo de cara al curso monstruoso de la globalización.
Feliz fue el día en que borramos de nuestra mente la idea de que a la libertad de la gente correspondía, o debía corresponder, un Estado anoréxico dentro de un limitado esquema democrático de juego representativo de muy dudosa imparcialidad. Hoy podemos celebrar el hecho de que nuestro Estado social es suficientemente fuerte para apuntalar la economía y dar soporte a diversos problemas de vida privada o colectiva de los más.
En el campo de la cultura pudimos distinguir a plenitud la gran e intransitable distancia que existe entre la vida literaria y la literatura. La desvinculación del campo cultural de los favores discrecionales del Estado es tarea que ya hemos afirmado en nuestro sistema político nacional; pero, queda claro, es política y proyecto que una y otra vez habrá que refrendar.
Amigas y amigos asistentes a esta magna conmemoración:
Mucho más podríamos decir en este momento conmemorativo. Pero no abusaremos de la voz, para dar paso a la intervención de los demás representantes regionales del país.
¡Por un país de iguales! ¡Viva la patria universal y mundialista de los justos! ¡Viva México! ¡Vivan los Méxicos de hoy y del futuro!
Muchas gracias