Lo que hay aquí es un juego. Este consiste en la unión de las cosas con las cosas, en tirar un hilito y amarrar un elemento con otro en la espera de que en conjunto puedan mostrar algo más. Así, de la misma manera en la que las estrellas pueden formar constelaciones, aquí hay no una afirmación de lo que es lo sagrado, sino un cuestionamiento por las partes que lo conforman. Son estas condiciones las que pueden elevar lo mundano a un plano superior y de esas imágenes quizas puedan surgir los mitos y en esos mitos tal vez se podrá depositar un secreto de algo contundente e íntimo.
Estas piezas son entonces algo así como diagramas especulativos, terrenos en blanco donde pueden colocarse las posibilidades y sobre el que se formula dicho emplazamiento, donde se refleja algo muy propio de estas formas, que por sí solas ya dicen bastante, pero que en su proximidad enfatizan algo la una de la otra. Se abrazan, se cuentan cosas que no se habían dicho porque necesitaban un espacio de simulación donde pudieran fundar sus narrativas, sobrepasar su cotidianidad y cuestionarse si juntas pueden hacer algo sagrado para quien las mire.
Santiago Moyao