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El Ojo del siglo, Henri Cartier-Bresson

MEXICO. 1934.

Henri Cartier-Bresson. México. ©Magnum Agency

“La fotografía en sí no me interesa. Solo quiero poder capturar una parte ínfima de la realidad”.

Henri Cartier-Bresson

Henri Cartier-Bresson ha sido muchas veces calificado como un hombre multifacético, un reformador, un aventurero. Su obra hace el recuento de la historia universal en el siglo XX a través de la lente de uno de los más grandes fotógrafos de todos los tiempos. Sus recorridos por el mundo y su relación con las grandes personalidades le permitieron plasmar en su trabajo la memoria de los sucesos más trascendentes de su tiempo, mientras que su ojo, sagaz e intuitivo, hizo de su trabajo una pieza fundamental en la historia de la fotografía. Carente de una visión homogénea, ya fuera artística o ideológica, nos brinda múltiples perspectivas y nos permite ser testigos de uno de los periodos más controvertidos de la historia, a través de los ojos de una de las más brillantes figuras del arte y el fotorreportaje modernos. Cartier-Bresson es el surrealista, el político, el soñador y el fotorreportero: el hombre del siglo XX.

El Ojo del siglo

Nacido el 22 de agosto de 1908 en el pequeño pueblo de Chanteloup-en-Brie, cerca de París, Henri Cartier-Bresson siempre estuvo fascinado por el arte, la música, la pintura, el dibujo, y más tarde la fotografía. Leyó desde muy pequeño a Dostoevsky, Schopenhauer, Nietzsche, Rimbaud, Proust, Mallarmé, Freud, Joyce, Hegel, Engels y Marx, lo cual influyó enormemente en su trabajo futuro. Estudió además con artistas como André Lhote y Jaques Émile Blanche, sus primeros maestros en este campo. Unos años más tarde, en su búsqueda de un estilo propio, conoció en el Café Cyrano al círculo surrealista el cual lo influenció enormemente.

Comienza entonces su primera etapa, la fotografía surrealista entre 1926 a 1935. Durante esta etapa, Cartier-Bresson hizo varios viajes por Europa, Estados Unidos, principalmente Nueva York, y México, lo cual le ayudó a construir una visión global de la época en que vivía y de lo que ocurría en el mundo. Esta concepción de lo que sucedía en el mundo, aunada a la influencia de sus amigos surrealistas como René Crevel y Max Ernst, lo llevan a crear sus primeras fotografías, entre las que se encuentran varios de sus mejores trabajos.

Otra consecuencia de sus viajes, principalmente a México y Estados Unidos, fue su radicalización hacia la izquierda. Ello marca su segunda etapa, entre 1936 a 1942, durante la cual realizó trabajos para la prensa comunista francesa. En esta fase predomina una visión más narrativa, en la que el artista intenta mostrar las miserables condiciones de vida en varios rincones del mundo, así como la inestabilidad del capitalismo y la crisis de la sociedad y la vida política.

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La siguiente etapa inicia con la creación de la agencia Magnum junto con Robert Capa, David Seymour, George Rodger, Maria Eisner y Rita y Bill Vandivert en 1947 y culmina con su retiro del mundo del fotorreportaje a principios de los setentas. Durante este periodo tuvo oportunidad de fotografiar los sucesos más trascendentes de su época. Entre estos, el fin de la China del Kuomitang y los primeros momentos de la República Popular China de Mao Tse-Tung, Cuba después de la crisis de los misiles, el funeral de Mahatma Gandhi, la coronación del rey Jorge VI y la reina Isabel; además de haber sido el primer periodista occidental en fotografiar Rusia tras la muerte de Stalin. Pudo retratar también a muchas de las más notables personalidades del siglo, como Truman Capote, Jean-Paul Sartre, Fidel Castro, el “Che” Guevara, Marie Curie, Édith Piaf, Pablo Picasso y Henri Matisse, entre otros. Asimismo, Cartier-Bresson trabajó otros temas de su interés, como la danza, de la cual fue fanático; la vida en las fábricas y el predominio ascendiente de las máquinas, el consumismo en la sociedad y especialmente las masas humanas, a las que dedica muchos de sus trabajos.

Es en esta etapa en la que incursiona en el mundo de la cinematografía, trabajando con el cineasta Jean Renoir, además de hacer algunas cintas por su propia cuenta. Por esta razón, así como por su espíritu subversivo y errante, llegó a ser conocido por muchos como el Ojo del siglo. Además, es aquí donde surge su idea de “el instante decisivo”, la importancia fatal de captar en una fracción de segundo, un momento de valor histórico o visual irrepetible, el cual fue muy importante para el campo de la fotografía.

La última de sus fases como fotógrafo es quizás la más íntima de todas, pues deja a un lado el trabajo como reportero y se dedica a su propio arte y exposiciones. Sin dejar a un lado la mirada crítica y ambulante con la que hasta entonces había plasmado al mundo en su obra, Cartier-Bresson se dedica a hacer fotografías más personales durante los viajes que realizó hasta el final de su vida. Muere a los 95 años, en Montjustin, Francia, en el 2004

 

 

 

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