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Gracia y genio de Nicanor Parra

El día de ayer murió uno de los más grandes poetas de la lengua española del siglo XX. No puedo salvo decir que vino a romperlas todas donde aparentemente ya no se podía. Parra logró inserto en una tradición dominada por la gravedad de Altazor de Vicente Huidobro. La residencia en la tierra de Pablo Neruda o Los gemidos de Pablo de Rohka -en ese horizonte de innovaciones-, darle una nueva ventilación a esos organismos de palabras que llamamos poemas.

Se inventó eso de “antipoesía”, pero en realidad lo que logró devolverle a la poesía  en lengua española fue la frescura del humor y la ironía, la irreverencia, lo que no significa que existiera una tremenda dimensión existencial como sucede desde el temprano poema “Preguntas a la hora del té”, pasando por “Soliloquio del individuo” o “El anti-Lázaro”, para mí, este último, uno de los mejores y, que transcribo a continuación:

Muerto no te levantes de la tumba

qué ganarías con resucitar

una hazaña

y después

la rutina de siempre

no te conviene viejo no te conviene

el orgullo la sangre la avaricia

la tiranía del deseo venéreo

los dolores que causa la mujer

el enigma del tiempo

las arbitrariedades del espacio

recapacita muerto recapacita

que no recuerdas cómo era la cosa?

a la menor dificultad explotabas

en improperios a diestra y siniestra

todo te molestaba

no resistías ya

ni la presencia de tu propia sombra

mala memoria viejo ¡mala memoria!

tu corazón era un montón de escombros

-estoy citando tus propios escritos-

y de tu alma no quedaba nada

a qué volver entonces al infierno del Dante

¿para que se repita la comedia?

qué comedia ni qué 8/4

voladores de luces -espejismos

cebo para cazar lauchas golosas

ese sí que sería disparate

eres feliz cadáver eres feliz

en tu sepulcro no te falta nada

ríete de los peces de colores

aló -aló me estás escuchando?

quien no va a preferir

el amor de la tierra

a las caricias de una lóbrega prostituta

nadie que esté en sus 5 sentidos

salvo que tenga pacto con el diablo

sigue durmiendo hombre sigue durmiendo

sin los aguijonazos de la duda

amo y señor de tu propio ataúd

en la quietud de la noche perfecta

libre de palo y paja

como si nunca hubieras estado despierto

no resucites por ningún motivo

no tienes para qué ponerte nervioso

como dijo el poeta

tienes toda la muerte por delante

Dicen que manejaba a toda velocidad a sus más de 100 años un volkswagen muy viejo, de dirección dura y manual, por los acantilados de Las Cruces donde vivió sus últimos años deslizándose por las curvas arriesgándolo todo. No puedo imaginarme una descripción mejor para Nicanor Parra, quien tradujera El Rey Lear con la naturalidad y elegancia con que se mueve un león.

Ése fue y será Nicanor Parra, alguien tocado por la gracia y por el genio, físico,  armador de artefactos verbales y visuales y, como sugirió Neruda del poeta, red abierta que por el mundo va recogiendo, lo que todos olvidan: la miseria, la magia, la esperanza que nace incluso desde la broma y la pulla.

 

 

 

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